miércoles, 5 de enero de 2011

Pilar Serra Ribas: “A los doce años, me marché de la isla”.


Hippy, en Formentera.


- ¿Cómo se le ocurrió salir de su isla?

- Es que yo tengo el espíritu muy aventurero. Ya de joven, sabía que no podía quedarme porque mi carácter no es de la isla. Allí, la mujer es muy apocada y aparentemente sumisa. Veía que mi forma de ser no encajaba mucho con la de aquella gente. Al tener muy pocos años, empezaron a venir los hippies y los norteamericanos que habían huido de la guerra del Vietn Nam. En una ocasión en que mi hermano y yo veníamos de la escuela, vimos, de pronto, un hombre que no era de la isla y tuvimos mucho miedo. Llegamos a casa con la lengua en los pies del susto que teníamos.

- ¿Tanto les asustaban los hippies?

- Mi padre, que era taxista, había cogido gratis a alguno de ellos. Pero nosotras éramos todavía muy pequeñas. Sin embargo, empezábamos a tener contacto con los turistas, cuando venían durante el verano.

- ¿De qué nacionalidad eran?

- Eran franceses y belgas. Precisamente yo estudiaba francés y me entendía con algunos de ellos.

- ¿Cuándo abandonó la isla?

- A los doce años. Me marché a Ibiza para poder estudiar y volvía los fines de semana. Yo quería ser azafata o enfermera. Pero azafata no podía serlo por no llegar a la estatura reglamentaria. Así que, cuando terminé el bachillerato, me fui a Barcelona a estudiar enfermería. Era una carrera media de tres años. Estudié dos en Barcelona y el resto, en Madrid. Tenía 23 años cuando terminé.

- Y se puso a trabajar…

- En el Hospital de “El 12 de Octubre”, de Madrid, con suplencias. También trabajé durante el verano en el botiquín de una piscina municipal. Me comentaron que en el hospital del Escorial había plazas fijas. Fui allí y me contrataron. Empecé ganando 50.000 pesetas. Casi no me llegaban ni para los desplazamientos. Cuando terminé la carrera, eché una instancia para hacer unas oposiciones en la Aisna (Administración Institucional de la Sanidad Nacional) y, estando en el Escorial, hice las oposiciones y aprobé. Pero, como en la carretera de la Coruña había cada vez más tráfico, pedí el traslado en Madrid y me lo concedieron.

(Mañana, continuará: "En Formentera, me ahogaba".

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