jueves, 29 de septiembre de 2011

Isleños en Madrid ( Entrevistas, a caballo entre dos siglos)



(Mallorquines, menorquines, ibicencos y formenterenses sitos en la capital de España y a caballo entre dos siglos, entrevistados por Santiago Miró)

A caballo entre dos siglos (1997-2002), una serie de personajes nacidos en las Baleares y ubicados en Madrid se dan cita con este reportero isleño. Y, en el ecuador magnético de sus vidas, mantienen con él una entrevista. Marcados por la señal y la huella mediterránea, todos ellos han mantenido y guardado una relación fluida con España y con el resto del mundo. Pero sienten, en sus vidas, al alimón, la añoranza del mar mediterráneo y, en sus estancias isleñas, la del cielo madrileño.

Dos lustros más tarde, maduradas y con el distanciamiento suficiente –algunos de estos mismos personajes entrevistados murieron en los últimos años–, aprovecho las ventajas de Internet para lanzarlas al viento. Son isleños que hablan con ternura y con cierta añoranza de su tierra. Cada uno de ellos la abandonó un día para ampliar su campo de acción y desarrollar sus actividades allende los mares que la rodean. Cada uno de ellos destaca a su manera, lejos de su isla, en el ambiente político, económico, militar, sanitario, hostelero, cultural, financiero, eclesiástico, gastronómico, judicial... Y, salvo algunas excepciones, muy pocos descartan volver un día a ella para pasar los últimos años de su vida en donde nacieran.

A lo largo de una treintena de entrevistas con ellos en la ciudad cosmopolita de Madrid, descubro cómo guardan cierto recuerdo nostálgico por las islas, en donde nacieron. Y su añoranza de un mar limítrofe contrasta con el Madrid abierto y sin fronteras. Aunque la fantasía convierte a veces sus deseos en realidades contradictorias. Así, una calle como Herrera Oria, es llamada por ellos carretera de la Playa. Madrid se convierte en la imaginación artística de no pocos, en un puerto central en donde atracan barcos de todo el Mediterráneo. Y, en esta capital, se ubican los mejores precios para el alquiler y la compra y venta de embarcaciones. La dirección de la UECC Ibérica (United European Car Carriers), compañía naviera sueca española, líder en el transporte de coches por mar, se halla igualmente ubicada en Madrid y ha estado dirigida por un mallorquín. Diviso, entre las numerosas empresas del cinturón, una fábrica en la que se construyen faros que luego se distribuirán por la costa y las islas. Y la dirección general de la que fuera Compañía Trasmediterránea, se encuentra en pleno centro madrileño, una ciudad que, en realidad, tiene de todo, menos puerto de mar.

Atrapado en los tentáculos de esta capital que no distingue entre nativos y foráneos, el isleño sigue pensando en su isla. La mayoría de ellos ha desarrollado su vida profesional en este gran crisol. “En Madrid –sostiene uno de ellos–, a falta de mar, nos hemos acostumbrado a mirar el cielo. Por algo se dice: de Madrid al cielo”. Aunque se hace difícil entre ellos imaginar que puede haber paraíso sin brisa marina.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Prólogo de Feliciano Fuster.


En el 2001, cuando acudimos a él para que nos prologara este libro, Feliciano Fuster escribió:

“Santiago Miró es amigo de muchos años, a quien conocí como entrevistador y periodista en Palma, en la época en que ya practicaba la profesión con una loable dosis de agudeza y agresividad. Con él mantuve una relación profesional agridulce, suavizada por su mirada blanda pero penetrante, por su voz limpia, suave y pausada que persuadía de ingenuidad en sus actitudes y de bondad traviesa o algo atravesada que no excluía el conflicto personal, como tampoco un último deseo de conocimiento, equilibrio y amistad.

“Ahora, ambos presumiblemente cargados de una larga vivencia aleccionadora, me pide este prólogo para un libro del que presumo me ha excluido deliberadamente con este fin.

“Cuando me relató la iniciativa que casi había llevado ya a buen término, tengo que aceptar que sentí una clara identificación con el proyecto, con lo que él también debía haber acertadamente contado.

“El autor es un hombre intuitivo, complejo, amable, creador de un clima de confianza que predispone a la confesión, cualidades que utiliza bien y administra mejor.

“Por abarcar personas de nuestra micro-geografía que nacieron en un periodo que cubre casi medio siglo, el libro supone un indudable valor añadido a la entrevista individual, por la apreciable evolución social, que trasciende de su sencillez narrativa.

“Consecuencia del clima de sosiego en que trascurre el diálogo, el entrevistador propicia una profunda sinceridad rayana en la confidencialidad.

“Le entrevista puede parecer ausente de esquema, pero es suelta, es cómoda, es distendida. El libro resulta especialmente ameno y con tintes diferenciadores, aunque a veces sobreimpresos que acaban implantando una línea argumental complementaria, por mor de la transparentada transformación en el tiempo de las islas y sus nativos.

“En una entrevista más elaborada, en un planteamiento dirigido a la interlocución polarizada, más monológica, pienso que este importante efecto hubiera quedado menos patente.

“Una circunstancia que debe contribuir a crear una buena atmósfera de diálogo franco y abierto puede acaso atribuirse al hecho de ser Miró, a su vez isleño, en Madrid, facilitando la compresión y aprehensión de aspectos o situaciones tanto más por compartidas que transmitidas.

“La sucesión de las entrevistas de mayor a menor edad favorece la ubicación del entrevistado, el análisis comparativo, y enfatiza el impacto de los cambios ocurridos en el tiempo, todo lo cual permite la aparición de las islas como protagonista.

“La relación personal y profesional entre los isleños en Madrid es infrecuente pero se da, y en ella aparecen indiscutibles afinidades. Se pone de relieve el mimetismo del hombre de las islas cuando decide instalarse en otro ambiente, evidencia su cualidad adaptativa históricamente demostrada.

“Desde el canónigo Gayá, nacido en 1913 en Felanitx, a Pilar Serra, enfermera nacida en 1956 en San Francisc Xavier, discurre una sucesión de treinta personajes de sumo interés individual, descriptivos de la abrupta transformación de entorno balear en este tracto.

“El número de hermanos y de hijos, las profesiones, las condiciones de vida, las oportunidades, los objetivos, las aficiones, destilan un cambio casi súbito, a la vez que profundo, en las actitudes ante la familia, la religión, la valoración del entorno, las prioridades, en suma, del hombre balear, apto para la aventura de medir sus fuerzas en un entorno no fácil (no mucho más fácil que el de los emigrantes a otras latitudes), en una ciudad donde pugnan las ambiciones y en donde el espacio vital tiene que ser duramente ganado y defendido.

“No voy a mencionar específicamente a ningún actor (algunos de ellos muy apreciados). Es un propósito de neutralidad y sumisión a un papel de mero presentador de la obra, pero no puedo dejar de manifestar mi respeto y admiración a esta selección de isleños de todas las islas de nuestro privilegiado archipiélago.

“Todos, no solamente los más maduros, concurren en la añoranza de unas islas más tranquilas, con menos tráfico, con menos gente, más sosegadas, menos hormigonadas y más transparentes al cielo y al mar.

“Gracias, amigo Miró, por esta entrañable aportación que ha permitido que estos esforzados hijos de estas islas nos hayan narrado sus inquietudes y afanes, precedente valioso para una ósmosis cada vez mayor con la península, contribución a la mejor integración de nuestras capacidades y nuestra diversidad, para alcanzar, a través de una más amplia culminación de nuestras vocaciones, cotas más altas de cultura y calidad de vida”.

Feliciano Fuster Jaume, ex isleño en Madrid.
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Feliciano Fuster fue presidente ejecutivo de ENDESA, de GESA, de UNESA, de ENHER, vicepresidente de IBERIA, de TENEO, de AGBAR, de Sevillana de Electricidad, Consejero de Red Eléctrica de España, miembro del Committee of Fusion-Industry de la DG XII de la Comunidad, de Económica Europea, presidente de European Advisory Group of Fusion-Industry, ingeniero Jefe del Ayuntamiento de Palma de Mallorca, Director Técnico de la Empresa Municipal de Aguas y Alcantarillado de Palma de Mallorca EMAYA.

Actualmente es presidente del Consejo Asesor de Endesa, consejero de Cementos Portland Valderribas, S. A., doctor Honoris Causa por la Universidad de las Islas Baleares, presidente del Consejo Social de la U.I.B., miembro numerario de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Palma de Mallorca, S.A, y presidente de la Fundación para la Investigación de la Medicina Aplicada C.I.M.A.

lunes, 26 de septiembre de 2011

De Mallorca a Madrid. Sebastián Gayá Riera. Canónigo y cofundador de los Cursillos de Cristiandad.



En julio de 1998, entrevistamos en Madrid, en donde vivía, a este personaje que, además de ser prelado de su Santidad y canónigo de Mallorca, era uno de los fundadores de los cursillos de cristiandad propagados por el mundo entero. Nueve años más tarde, el 23 de diciembre del 2007, moría, a los 94 años, siendo enterrado en el monasterio de San Honoré (Mallorca). Hoy recordamos la entrevista que mantuvimos con uno de los mallorquines más universales de la isla.

Sebastián Gayá está muy contento de haber nacido el 30 de julio de l913, aunque suene a mal año al terminar en 13. El trece de enero de 1998, y en martes, ese felanitxer fue citado por su médico, quien le operó del corazón, y allá fue él, muy tranquilo, sin hacer caso ni del trece ni del martes. Tiene otro hermano, en Barcelona y una hermana murió repentinamente, también del corazón, de una angina de pecho. Su padre, dedicado a la enseñanza, dirigía un colegio privado de bachillerato, en Felanitx.

En 1919, el año de las grandes migraciones españolas después de la Guerra Mundial, emigra él con toda su familia a Buenos Aires. Ocho años más tarde, vuelve Sebastián a Mallorca, solo y con 14 años, e ingresa en el Seminario. En 1949, siendo consiliario diocesano de los Jóvenes de Acción Católica, saca a luz los Cursillos de Cristiandad, e interviene en su desenvolvimiento y desarrollo. Estos traspasan enseguida las fronteras de la isla, y, como movimiento universal cristiano, dan la vuelta al mundo siendo seguidos por casi cinco millones de personas. Con ellos ha recorrido Sebastián Gayá casi un centenar de países de todos los continentes. Le entrevistamos cuando tiene ochenta y cuatro años. Siete años más tarde, se alegra de que la Santa Sede haya aprobado al fin canónicamente el movimiento de los Cursillos de Cristiandad.

- A su edad, ¿todavía tiene ganas de salir y de hacer cosas?

- Hasta hace dos meses, trabajaba doce horas diarias. Ahora, en cambio, no hago nada de nada. Pero, cuando me ponga mejor, volveré con mi trabajo.

- ¿Dónde sintió usted la primera llamada?


- En Buenos Aires me sentía con vocación, pero mis padres no podían pagarme los estudios. El cardenal argentino quiso pagarme una beca, pero al ver que ello me obligaba a permanecer durante toda la vida en Argentina, opté por venirme a Mallorca, en donde tenía un tío, hermano de mi padre, que era sacerdote. Para mí era romper completamente toda la baraja. Pero el espíritu pudo más y regresé a la isla.


Único profesor de mallorquín, en la post-guerra.


- E ingresó en La Sapiencia.

- El colegio Mayor de Nuestra Señora de la Sapiencia fue fundado por un descendiente de Ramón Llull que era canónigo de la Catedral. Fue un colegio mayor para estudiantes que querían ser sacerdotes. Se entraba por oposición y todos éramos becarios. Entonces éramos doce y nosotros mismos lo regíamos. Cada uno tenía un cargo, democráticamente elegido: rector, bibliotecario, mayordomo, etcétera. Hasta que, en 1937, fui ordenado sacerdote.

- Justo en el comienzo de la Guerra Civil. Mal año eligió usted.

- Yo estaba militarizado. Prestaba servicios en la dirección de Prisiones. Estuve en la secretaría de Capitanía General y en varios destinos.

- ¿Y en la post-guerra?

- En cuanto licenciaron mi quinta, quedé libre, pero estaba muy unido a la juventud. Siendo capellán del Regimiento de Ingenieros, había fundado seis centros de Acción Católica y quedé muy vinculado a aquellos soldados. Aquellos jóvenes impactaron toda mi vida de tal manera que los primeros años de sacerdocio, en cuanto fui licenciado, me incorporé en el Seminario como profesor durante veinte años.

- ¿De qué impartía clases?

- De literatura y de mallorquín. En aquellos tiempos, debía ser el único profesor de esta lengua en la isla y, hasta me atrevería a decir que en toda Catalunya. Le hice ver al Obispo la necesidad que el clero tenía de hablar constantemente el mallorquín en los púlpitos y de saberlo escribir correctamente. Pero no tenía ninguna connotación nacionalista.

- Otros curas de su tiempo no tuvieron igual suerte. Se lo digo por la depuración de la que fue objeto el director de la Capilla Clásica Mallorquina, Juan María Thomás, por hacer cantar en catalán.

- Juan Maria Thomás era un hombre preeminente dentro del campo de la música. Como director, compositor y organista de la catedral, era un personaje muy señorial que tuvo alguna dificultad pero que se resolvió sin que apenas la gente se diera cuenta. De manera que, siendo yo sacerdote y aunque parezca extraño, no sabía nada de esta acusación. Tenía un hermano, Gerardo, que era juez. Y no creo que estuviera involucrado en nada. La cosa venía por sus tendencias catalanistas. Pero el hombre era tan catalanista como yo.

- Fue usted también director y profesor de un colegio.

- De dos al mismo tiempo: Del Luis Vives y del Cervantes. Estaba metido de lleno, porque además de esto, llevaba toda una serie de centros de Jóvenes de Acción Católica, en Palma.

- Y ¿cómo podía abarcar tanto?

- Aquí hay un hombre de 84 años que lo resistió todo y hasta ahora no me han tenido que operar. Teniendo en cuenta, además, que en Cuaresma o en los novenarios que siempre había, me dedicaba diariamente a predicar, y que preparaba los sermones hasta las tres de la madrugada, también yo me pregunto cómo pude abarcar tanto.

Canónigo de por vida.


- Y para terminar de rematar, va usted y se mete en la canonjía de la Catedral.

- En el año 47, vino a Mallorca, desde Valencia, don Juan Hervás, un obispo coadjutor que fue el auxiliar con derecho a sucesión en el mismo momento en que falleciera el arzobispo, don José Miralles, que era un octogenario muy avanzado. Pues bien, el mismo día de la muerte de éste me llamó Juan Hervás para hacerme canciller secretario general del Obispado. Con este motivo, vino la canonjía que hoy todavía continua, por ser un cargo vitalicio.

- Cargo con retribución incluida, me figuro.

- Por supuesto. Continúo con los derechos propios de canónigo. Ahora bien, soy un jubilado.

- ¿Fue usted fundador de los Cursillos de Cristiandad?

- Yo era consiliario diocesano (representante de la jerarquía eclesiástica) de los Jóvenes de Acción Católica en el momento en que éstos sacan a luz los Cursillos de Cristiandad. Es, por tanto, natural que interviniera de una manera eficaz y exitosa en el nacimiento y en el desenvolvimiento de los Cursillos.

- ¿En qué fecha nacieron?

- En agosto de 1948 se organizó la peregrinación a Santiago de Compostela. Ya entonces se estaba trabajando en este movimiento de los Cursillos de Cristiandad. Del 7 al 10 de enero de 1949 se dio el primero de ellos, en el Monasterio de San Honorato, en Randa. No pude participar en él debido a mi cargo de canciller secretario, pero sí estuve el último día, y clausuré este cursillo en el que participaron 21 personas.

- Usted era el consiliario. Pero ¿quién era el seglar que presidía estos Cursillos?

- Eduardo Bonnín. Un hombre muy inteligente y muy culto, que ha estado toda su vida entregado a este movimiento. Un personaje difícil de encontrar en Mallorca porque, siguiendo estos Cursillos que han dado la vuelta al mundo, siempre estaba viajando.

- Juan Capó, viceconsiliario, era también un hombre muy viajero.

- Don Juan Capó pasó muchos años de canónico en Córdoba hasta que enfermó y se retiró, llegando a Mallorca, en donde murió.

- En un principio, creo que este movimiento sólo estaba enfocado en los jóvenes.

- En efecto. Nacieron únicamente para ellos. Porque quien los gestaba era el Consejo de los Jóvenes. Luego se extendió a todos: a los hombres, las chicas y las mujeres.

De cuatro a cinco millones de cursillistas en el mundo.


- ¿Cuánta gente ha seguido los cursillos?

- Por los datos que se barajan, son un total de cuatro a cinco millones. Primero fueron a Valencia. Luego a Madrid, Tarragona, Barcelona, etcétera. Hasta que el movimiento explotó en toda España y saltó a Colombia y a toda Sudamérica. Hoy, los Cursillos de Cristiandad están en casi un centenar de países de todos los continentes. En los Estados Unidos hay unos 800.000 cursillistas.

- Y, naturalmente, los habrá seguido personalidades de todo tipo.

- Hay gente importante en los distintos países. Pienso en Venezuela, en Argentina, en Brasil, en Filipinas... Pero no es ético publicar nombres de nadie. En todos los países hay cursillistas infiltrados en todas las ramas: en las universitarias, en la social, en lo económico-política...Yo he visitado Venezuela en donde el vicepresidente de la República ha hecho los Cursillos. Todas las profesiones de no importa que nacionalidad los han seguido. Pero nosotros hablamos de la heterogeneidad, y por eso el catedrático está junto al fontanero y creo que se convence porque el fontanero habla de Dios y el catedrático, al que el fontanero admira, le habla también de Él.

- ¿Alguna diócesis de países europeos se negó a implantarlos?

- En Francia. La Iglesia está allí muy interiorizada. Tiene una gran personalidad teológica y pastoral y es muy aficionada a unos métodos y fórmulas propias. Tampoco en los países del Este se conocen.

- Pero ¿cuál es el secreto de los Cursillos? ¿Por qué han tenido tanto éxito?

- Se basan en una doctrina, pero el convencimiento no lo da la doctrina, sino la vida de los que participan en ellos. Se dan distintas charlas, desde la vida, con el fin de convencer a los que los siguen. La doctrina es el cauce para llegar a la vida. Y todo el cursillo está en la vida.

- Sin embargo, un obispo estuvo en contra de los mismos. Me refiero a don Jesús Enciso. ¿Qué opinión le merecía?

- El obispo Enciso llegó a Mallorca con una determinadas orientaciones y determinadas aprensiones y, por lo tanto, con unos determinados prejuicios. Independientemente de que toda obra humana es imperfecta, y, por lo tanto, también en los Cursillos puede haber defectos, la pastoral de monseñor Enciso parte de unos prejuicios que, en un principio, no supo saltar y que, por lo tanto, le movieron a publicar aquella pastoral para poner los puntos sobre las íes. Algunas de sus precisiones no eran necesarias porque no eran exactas; otras sí podían ser tenidas en cuenta. Inmediatamente, monseñor Hervás, que estaba entonces trasladado a Ciudad Real, escribió un libro en el que defendía la doctrina y ortodoxia del movimiento de los Cursillos, no contestando a la pastoral del doctor Enciso, pero sí teniéndola en cuenta.

- ¿Cuántos de estos cursillistas pasaron directamente por sus manos?

- No tengo ni idea del número de cursillos en los que intervine. Pero sí sé que, desde el año 49, momento en que nacieron, el movimiento de Cursillos ha ocupado toda mi vida

- ¿Cómo establecería usted los baremos de la gente que los ha seguido y la gente que ha terminado por abandonarlos?

- Yo hablaría de tres categorías de cursillistas. Una primera, que supone el 25 por ciento, de personas que sigue el post cursillo. O sea, que lo utiliza y se sirve de los medios de perseverancia y de promoción cristiana que el mismo movimiento de Cursillos dispensa. Una segunda, que supone un porcentaje muy alto, de los que no se incorporan propiamente a estos instrumentos de perseverancia como la reunión de grupo y la Ultreya, pero que siguen fieles a la Iglesia. Y una tercera categoría, formada por los que pasaron por un cursillo y están totalmente separados de la práctica religiosa. Pero incluso estas personas llevan siempre dentro el recuerdo y el reactivo que supuso en su vida el haber vivido el Cursillo de Cristiandad. Porque esta es una vivencia que jamás se borra.

- Pero la gente de hoy no es la misma que la de la postguerra. ¿Reaccionan de igual manera ante los cursillos?

- Hoy los cursillos cuestan más porque la gente viene con menos formación y con menos fe. Pero reacciona de igual forma.

- ¿Es posible que una persona sin fe termine creyendo después de un cursillo?

- Eso lo puedo asegurar con todo rigor. Y es la alegría más grande que un sacerdote puede tener.

“El secreto de todo: estar siempre ocupado”.


- ¿Cuándo y por qué viene usted a Madrid?

- En el año 1956 fui requerido o invitado por el Cardenal de Tarragona y el de Toledo para trabajar en la Comisión Católica Española de Emigración. Para ello tuve que venir a Madrid. Seis años más tarde, era nombrado Secretario Nacional de los Cursillos de Cristiandad y ya me quedé definitivamente aquí.

- Sin embargo, ¿se siguió usted moviendo?

- En efecto, a menudo me he desplazado a los lugares en donde se han celebrado cursillos. Un poco por todo el mundo.

- Usted siempre tuvo la vocación clara. Pero dígame, con franqueza, ¿nunca se sintió enamorado de alguna mujer? ¿Ni jamás tuvo la tentación rondándole?

- Hay que tener en cuenta que, en las vacaciones, estaba yo en casa de mi tío sacerdote quien muriera, según el médico, de un strees. No pudo soportar el cansancio, el peso, la carga del trabajo que hacía. A mí me educó en esa misma escuela. De manera que, durante las vacaciones, yo hice todos los cursos del bachillerato, todo el magisterio, y, por lo tanto, nunca disfruté de las mismas, con lo cual esa tentación a la que se refiere, en la práctica no tuve tiempo de tenerla. Este es, quizás, el secreto. El estar siempre ocupado.

- ¿Se arrepiente usted de algo en su larga vida?

- De nada, respecto a mi sacerdocio y al movimiento de Cursillos. Pero, reconozco que me he equivocado muchas veces. Y sí pudiera empezar, no todas las cosas las haría de igual forma. Siempre caes en errores que, si pudieras, rectificarías.

- ¿Cómo reaccionaría usted si descubre, una vez muerto, que tras la vida no hay nada más y que todo lo que había creído es un camelo?

- Yo tengo una fe tan fuerte que sé que me está hablando de un imposible. Pero, admitiendo la hipótesis, haría la misma vida que he hecho. Porque soy feliz en esa entrega a la Iglesia, a la gente, al Reino. Y, realmente, estoy enamorado de ello y estoy convencido de que incluso humanamente ha llenado toda mi vida. Por eso volvería a reincidir en ello.

- ¿La Iglesia es un ente supra nacional, que está por encima de las nacionalidades?

- La Iglesia católica es universal y esa universalidad se manifiesta de tantas maneras que pensar en una iglesia regional o nacional es un absurdo. Cristo pensó en la salvación de todos. El Reino no está instituido para una élite sino para que todos los hombres de buena voluntad puedan llegar a ella.

- ¿Qué se siente usted ante todo: católico o español?

- Primero católico. Y sin embargo soy un español con todas las raíces y con todas las consecuencias. Seguramente, con todos los defectos del español. Y si hay alguna virtud, con parte de esta virtud del español.

- ¿Español o mallorquín?

- Me siento español de Mallorca. Y si pudiera, español en Mallorca.

- ¿Le gustaría volver a la isla?

- Me gustaría volver, pero yo sé que volver a ella es jubilarme totalmente

- Pero usted tiene ya edad para ello.

- Sí, pero de la jubilación me quedo con el júbilo, la alegría de seguir trabajando.

- ¿Hasta qué edad piensa usted seguir trabajando?

- No pongo ningún límite. Y menos ahora que he pasado por esta operación a corazón abierto en la que me han implantado un by pass y en la que había grandes dificultades no sólo por la operación en sí, que es delicada, sino también por la edad en que la operación se hacía, con un elevado riesgo. Sigo con un post operatorio lento. Hace veinte días podía hablar seis o siete palabras seguidas. Usted me tiene aquí hablando demasiado.

- Vamos a terminar, pues. Cuando usted muera ¿en dónde le gustaría ser enterrado


- No lo tengo ni fijado ni pensado. Dejo que los que se queden dispongan de mí, para no poner trabas y dificultades a algo que creo que es accidental.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Juan Caldés Lizana. Ex Director General del Banco de España.



Juan Caldés, entrevistado en febrero de 1998, en su despacho de Madrid, cuando tenía 77 años y seguía trabajando.


El primero de enero de 1921 nace Juan Caldés Lizana en Can Xiqueta, una de las casas de más renombre de Lluchmayor, sita en la Calle del Convento. Es el tercero de cinco hermanos. Su padre tenía una de las primeras “fabriquetas” de zapatos del pueblo que luego pasó a El Molinar. Muy pronto, por cuestiones de negocios, la familia se traslada a Alicante y se instala definitivamente en Madrid, en donde monta una fábrica tienda de zapatos.

En la capital de España, Juan Caldés se distingue por su triple faceta de abogado, enseñante y banquero. Funda la primera Escuela Universitaria para Trabajadores. Dirige, durante 15 años, el Banco Popular Español. Pasa luego a la Dirección General del Instituto de Crédito de las Cajas de Ahorros, y es el primer isleño que ocupa la Dirección General del Banco de España, de 1972 a 1984. Caldés tiene, sin embargo, en su corazón, una espina clavada que hace referencia a Mallorca. Su proyecto del Túnel de Sóller fue despreciado por el Presidente Cañellas que eligió el de su amigo Cuart, de mucho menos categoría y calidad. Túnel que hizo saltar el escándalo y la dimisión de Cañellas.

- ¿Se acuerda usted de su infancia en Mallorca?

- Hay cosas que nunca se olvidan. Por ejemplo la terraza de la fábrica de mi padre a donde a veces subía y cantaba algo así como “Hormiguetas surtiu que Jesuset ya es viu”. Es algo que tengo impreso en mi mente. Me acuerdo de la calle del Teatro Principal en donde vivíamos, del barco y del mar. Así como de un pino de El Arenal, en donde vivían mis padrinos, que tenía las raíces prácticamente bajo el nivel del mar. Muchas veces me iba a sentar respaldado en dicho pino y el mar llegaba hasta mis pies. Asimismo recuerdo las tartanas, los “cherrets”, carricoches tirados por caballos que mi padre tenía para ir de Lluchmajor a Palma.

- ¿En dónde hizo sus primeros estudios?

- Ya ni me acuerdo de los nombres de los colegios. Tengo una ligera idea que fue en los franciscanos. Pero enseguida pasamos a Alicante, a los cuatro años, y terminamos en Madrid en donde hice el bachillerato en el Instituto Cervantes.

- ¿Por qué su familia abandonó Mallorca?

- Por razón de negocios. A mi padre no le fueron bien y pasó a Alicante Por mi parte, siempre hice los estudios ayudándole. Llevaba la contabilidad. En Alicante, se quedó un hermano mío. Luego pasamos a Valencia, en donde comencé Derecho. Conseguí el premio extraordinario en el examen del Estado. Y terminamos en Madrid, en donde mi padre instaló la tienda. Aquí hice el doctorado y oposiciones en el colegio Mayor César Carlos. Y saqué la oposición para Oficial Letrado del Instituto Social de la Marina y para Letrado del Consejo del Estado que no gané.

- En Alicante se casa usted.

- Efectivamente, con Consuelo, una alicantina que era muy guapa y aún continúa siéndolo. Con ella tuve diez hijos. De ellos no tengo ni una queja. Los diez sacaron una carrera y trabajan. Una de mis hijas es religiosa, de una orden secular. El resto, menos otro, soltero de oro, están casados. Ocho viven en una urbanización a mi lado. Además, tengo ventiún nietos y otro en camino.


De profesor a banquero.

- ¿Cuáles fueron sus primeras actuaciones profesionales en Madrid?

- Lo primero que hice fue fundar la primera Escuela Universitaria para Trabajadores. Había entonces muy pocas universidades y todas eran muy clasistas. Sólo se podía asistir a clases por las mañanas y las matrículas representaban un peso enorme. Unos compañeros que tenían el bachillerato acabado y que no podían estudiar la carrera vinieron a verme. Recuerdo que había un empleado del Ayuntamiento y me preguntó por qué no organizaba algo para que los trabajadores pudieran estudiar Derecho. Hablé con personas de la Universidad y del Sindicato Universitario y me encomendaron organizar la facultad nocturna de Derecho en la Universidad de Madrid. Hablé con el Rector, Pío Zabala y, al final, conseguí que me dejaran un aula en San Bernardo, la vieja Universidad de Madrid, para que hiciera una prueba. Así, fundamos, en l946, la Academia Universitaria San Raimundo de Peñafort que comenzó con cuarenta trabajadores de bancos, compañías de seguros, organismos oficiales etcétera. Busqué a cuatro amigos, que fueron profesores muy buenos: Fuentes Quintana, Villa Palasí y gente de alta categoría que estaba preparando la cátedra y les venía muy bien dar las clases por la noche y cobrar la gran cantidad de 200 pesetas al mes. Todo salió muy bien porque todos aprobaron y continuamos con los otros cursos. Total, que dejé ese centro con 550 alumnos y cuando acabaron la carrera los primeros trabajadores o empleados nos pidieron una escuela práctica y fundé, en unión de Leonardo Prieto Castro, catedrático de Derecho Procesal, la Escuela de Práctica Jurídica de la Universidad de Madrid en la que fui subdirector. Hoy en día hay en toda España 74 escuelas de este tipo.

- Por estas fechas, le ofrecen dirigir su primer banco...

- Eso llegó en 1958. Me llamó Mariano Navarro Rubio, muy amigo mío, que entonces era delegado del Banco Popular Español y me propuso ser director de banco. Yo tenía entonces 35 años, y trabajaba en el despacho, en el Instituto Social de la Marina y en la Universidad San Raimundo de Peñafiel. Le propuse como condición que no dejara la enseñanza y que, si no daba rendimiento como banquero, que me lo dijeran con toda confianza. Entré como Subdirector General y estuve once años sin dejar nunca la enseñanza. Luego me ofrecieron la plaza de Director General Financiero del mismo banco. Pasé allí cuatro años más, hasta que me llamaron del ministerio de Hacienda para que me hiciera cargo de la Dirección General de las Cajas de Ahorro de España. La Dirección General del Instituto de Crédito de las Cajas de Ahorros era como el Banco de España de las Cajas de Ahorros. Puede que, profesionalmente, aquellos cuatro años fueran los más felices que yo había tenido porque dimos un impulso muy importante e hicimos muchas cosas. Recorrí toda España y hablé con todos los directivos. No se trataba de una inspección sino de un organismo de fomento, de impulso, de orientación, de estudio y de ayuda a las Cajas.

- En este tiempo, por cierto, salió el asunto Matesa. ¿Cómo repercutió en las Cajas?

- A nosotros no nos cogió ni una peseta, pero recuerdo que, en 1971, dijeron que convenía que las Cajas pasaran a depender del Banco de España. Hubiera podido oponerme porque las Cajas no querían perder su independencia. El Instituto para las Cajas era un organismo más impulsor, más orientador y protector que el Banco de España, que tenía que ser un instituto fiscalizador y controlador... Nosotros también controlábamos pero era una manera distinta de hacerlo. El Ministro de Hacienda, del que dependían las Cajas, me llamó para que fusionáramos el Instituto con el Banco de España. Y, en 1972, me dio la Dirección General del Banco de España en la que estuve hasta l984, sin abandonar la enseñanza. Las relaciones con el Gobernador del Banco de España, Mariano Rubio Jiménez, no eran buenas. Nuestros caracteres no compaginaban y me marché. Fue el momento en que volví a abrir un despacho, junto con cuatro hijos míos.

Abogado, ante todo.

- ¿Cuál de las tres profesiones le ha interesado más: la de la abogacía, la de la enseñanza o la de banquero?

- La abogacía, por supuesto. Entré en el Consejo General de Abogados y desde entonces continúo en la Comisión Permanente y en el Pleno del Consejo General de Abogados de España. También presidí la Mutualidad de Abogados de España, con 300 millones, y, hace un par de años, la dejé con cien mil millones de pesetas de reservas. Presidí, en este mismo periodo, la Confederación de Mutualidades de toda España. La fundé o refundé. Estaba muerta y la resucité. Ha sido un organismo que continúa existiendo y que ha hecho un gran papel de ayuda a las mutualidades.

- En las paredes de su despacho veo colgados diplomas de toda clase.

- Eso son estudios. Yo siempre he sido una persona bastante estudiosa y me gusta, me encanta leer. La parte en la que estoy más especializado en este despacho es la financiera y mercantil. Primero comencé en la Facultad de Derecho como profesor de Derecho Procesal y luego pasé también al Mercantil en la Escuela de Prácticas Jurídicas.

- Dicen que el Derecho Financiero es muy árido...

- La verdad es que tiene muy poco de Derecho y mucho de regulación económica. El Derecho son normas fundamentales, pocas, claras, con sentido común y con una inspiración en el derecho natural que está por encima del derecho escrito o civil. Hay un Derecho Divino, un Derecho Natural y un Derecho Escrito, de la vida práctica, de códigos y de las leyes... Las leyes financieras son muy difíciles de entender. Son leyes largas, con párrafos interminables. Lo bonito del Derecho es cuando se dice algo importante en cuatro líneas, como el Código Civil.

- ¿Cómo ven los madrileños a un mallorquín de nacimiento como usted?

- Soy hijo predilecto de Lluchmajor y en Madrid nunca me han considerado como a un extraño. Los mallorquines tienen muy buena fama en Madrid. Maura fue un ejemplo tan extraordinario que ha dejado una estela muy buena en favor de Mallorca. Y ha habido mallorquines muy buenos. El mismo Feliciano Fuster hizo un trabajo magnífico y estupendo en Endesa. Tenemos un espíritu serio y cumplidor de buena fama. Y encuentro que el mallorquín no tiene enemigos en Madrid. Lo que es muy importante.

- ¿Los tiene usted en Mallorca?

- Allí sólo tengo una queja muy fuerte que es el Túnel de Sóller que fue, en gran parte, una idea mía impulsada por mí, con un magnífico grupo de trabajo de técnicos, abogados e ingenieros que encontré. Estaba integrado por Huarte, el Banco Árabe Español, la Caja de Ahorros Sa Nostra, varios ingenieros y arquitectos de mucho prestigio, dos empresas constructoras de túneles y otra de aparcamientos. Dicho grupo acudió al concurso y, por una cuestión que no quiero calificar, no quisieron elegirnos, a pesar de ser los primeros con muchísima diferencia. Es lo único que me ha hecho padecer. Que los mallorquines se portasen así conmigo...

- La prensa mallorquina llegó a decir que el proyecto aprobado no era el más oportuno pero que otros, como el suyo, tenían más calidad.

- Sin ninguna duda. La prueba es que una comisión que estaba integrada, entre otros, por cinco ingenieros, un economista, un representante de Hacienda y el conseller, nos dio 75 puntos mientras que Cuart, al que le concedieron la adjudicación, sólo consiguió 50.

- ¿Y cómo explica usted esta elección?

- No lo sé. Lo cierto es que, después de asunto del Túnel, con una sentencia que fue absolutoria por prescripción, el Presidente Cañellas, recibió una dádiva de cincuenta millones de pesetas que repartió entre varios.

- ¿Es el único palo que le han dado en Mallorca o ha habido más?

- No creo tener más. He llevado un pleito contra un banco y salió bien. Así que no puedo decir nada mal de nadie.

“El mar es un vacío que llevo dentro”.

- ¿Va usted muy a menudo a la isla?

- No demasiado. Y, desde luego, no lo que querría. Fíjese que he llegado a decir varias veces: “Ahora me sitúo en Mallorca y me quedo allí”. Pero este clan nuestro de tantos hijos me tiene muy amarrado. Y es muy difícil desligarse de ellos. De lo contrario, sí que me instalaba en Mallorca. Tres veces he tenido piso, en el Paseo Marítimo. Y hasta ocupé otro cuando vivía mi padre, pero luego terminé por venderlos todos. Eran demasiado buenos y no los ocupaba. Cuando no han salido las cosas es que no tenían que salir, que Dios no quería. Lo cierto es que, en estos momentos, no tengo nada en Mallorca. Y a pesar de que muchas veces me repito que tendré que retirarme, nunca llego a conseguirlo.

- Algún día sí acabará por instalarse en la isla, supongo.

- Así lo querría con toda mi alma. Porque cada vez siento más la necesidad de vivir al lado del mar. Es un vacío que llevo dentro. Voy mucho a Xàbia, entre Valencia y Alicante, en donde tengo una casa sobre el mar. Es un trocito de Mallorca que, en la prehistoria, estaba unida a las islas. Hasta la idiosincrasia de las personas que viven allá es como la de los mallorquines: testarudez, mucha serenidad, calma, y mucha seriedad. Aunque reconozco que no es exactamente lo mismo que estar en la isla.


- Veo, en su despacho un cuadro del Mediterráneo. ¿Qué es para usted el mar?

- Para mí tiene el encanto más maravilloso de la creación. Es un ser material que tiene movimiento, color, y vida propia. Una vida material, sin alma, pero que vive. Cuando estoy en mi casa de Xàbia muchas veces me distraigo mirando esas aguas, cuando sale o se pone el sol sobre el horizonte del mar. Ellas me dan fuerzas y, a menudo, me serenan y me hacen dormir. El mar tiene muchas cualidades.

- Dígame, para acabar, en dónde le gustaría morir.

- Me gustaría terminar como hacen los elefantes, en mi tierra. Una de las razones que pueda tener para retirarme definitivamente en Mallorca es mi idea de morirme allá. Primero porque mis hijos, cuando vengan a verme, tendrán que ir a Mallorca. Segundo, porque no quiero estar cerca de ellos para que no tengan la pena de recordarme por la inmediación. Y quisiera ser enterrado. No me gusta la idea de ser incinerado.

Juan Caldés Lizana moría el 30 de mayo de año 2008, a la edad de 87 años. De él escribió Eugenio Gay Montalvo, ex presidente del Consejo General de Abogacía Española: “Fue un hombre de firmes y esperanzadas convicciones. Abogado de profesión, de una labor constante y callada, pero importante. Siempre tuvo la sonrisa en los labios y el corazón entregado a sus compañeros. No le oí jamás una crítica de nadie a pesar de que la vida no fue precisamente un camino de rosas, ni en el camino dejamos de recibir golpes que percibimos como injustos… Juan Caldés fue un hombre sencillo y bueno, de convicciones profundas, que vivió con alegría y quiso compartir la vida con quienes se encontró en ella, procurando que éstos fueran el mayor número posible de personas. Por eso, hoy descansa en paz, y quienes fuimos sus amigos le seguimos queriendo”.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Luis Miró-Granada Gelabert. Ex sub director General de Producción Agrícola.



El 14 de abril de 1925, seis años antes de que surgiera la Segunda República española, nacía, en Palma de Mallorca, Luis Miró Granada Gelabert. Sus antecesores habían formado la Casa Granada, dedicada a negocios navieros, seguros marítimos y comerciales. Sus antepasados familiares eran marinos y navieros que crearon La Empresa Mallorquina de Vapores, la primera gran compañía de este tipo. “Mi abuelo –nos contó Luis Miró-Granada cuando le entrevistamos, en mayo de 1998– todavía hizo muchos viajes a América en barcos de vela de La Casa. Normalmente, hacían el trayecto hasta Puerto Rico y Cuba; luego, subían un poco por la costa oeste de los Estados Unidos y cruzaban el Atlántico. A veces primero iban a Inglaterra, daban la vuelta y llegaban a Palma o Málaga Barcelona Palma”.

Con la pérdida de la Antillas, en 1898, todo este mundo se fue desmoronando y siguió por otros caminos. Pero Casa Granados fue de las primeras que trajo de América petróleo para el alumbrado. Tenían la delegación de la Trasatlántica, la de la Marítima de Mahón y Seguros pero, con la Guerra Mundial y la Guerra Civil Española, todo se fue desvaneciendo o tomando distintos cauces. Al constituirse el monopolio, ofrecieron al padre de Luis entrar en Campsa y en entidades nuevas que se iban creando, pero él prefirió su trabajo familiar. Sus últimos treinta años de vida los dedicó a altos puestos administrativos en Gas y Electricidad (G.E.S.A.) y fue consejero del Gas de Mahón.

El ingeniero agrónomo, Luis Miró Granada Gelabert, fue Subdirector General de la Producción Agrícola, vocal del Consejo Asesor del Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas, vocal del Consejo Superior de Transportes Terrestres, y desempeñó otros muchos cargos. Antes de retirarse fue Presidente del Consejo Superior Agrario.

“Yo fui el tercer hijo, de los cuatro que componían la familia. Estudié en las Agustinas y en la Salle. Tengo un excelente recuerdo de aquel colegio regido por los hermanos franceses, magníficos pedagogos, con su cabeza cartesiana. Hice el ingreso en la Escuela de Ingenieros gracias a las buenas matemáticas que ellos me enseñaron”.

- Empecemos con su juventud, amenazada, como tantas otras, por la Guerra Civil.

- Recuerdo cuando se inició la Guerra. Y los primeros bombardeos, cuando estábamos en el Arenal. Arrojaban unas bombas de pequeña potencia y todo el mundo se refugiaba en los cellers, las bodegas que había debajo de las casas. Una de ellas cayó sobre el Instituto de Palma.

- ¿Cuáles eran sus grandes aficiones?

- El mar y el campo. Pero, condicionado por las gafas que llevo desde los cinco años, mi vista me impedía irme a la Marina. En cambio, me encantaba perderme con los payeses cuando hacían sus labores, la trilla o la extracción del aceite, o irme por la marina de Lluchmayor a cazar o a dar largos paseos. Como no tenía aptitudes para lo primero, opté por los estudios de Ingeniero Agrónomo. En el 1943, tuve que desplazarme a Madrid para estudiar Agricultura. Tras cuatro o cinco años, aprobé el ingreso en el 48. Terminé en 1954, con el número uno de la promoción.

Enamorado de las dehesas.

- ¿Cuál fue su primer proyecto?

- Lo hice de la mano del Instituto Nacional de Colonización que luego se llamó Iryda y ahora Estructuras Agrarias. Hice el proyecto de puesta en riego en unos sectores de la zona de Bárdenas Reales, que es la parte norte de Zaragoza, una zona semiárida. Coincidí en el tiempo en que se hicieron todos los riegos de Monegros y con el inicio del Plan Badajoz. Después, fui destinado al Ministerio de Agricultura e inicié los trabajos del nuevo servicio de Fincas Mejorables, en un momento en que había aún gran déficit de alimentos, especialmente de trigo. Me nombraron Ingeniero de este servicio. Fue de 1955 a 1957. Anduve mucho por Sierra Morena, por los Montes de Toledo, por Palmitares de Sevilla y por las Marismas del Guadalquivir. Intentábamos buscar terrenos en los que se pudiera labrar y aumentar nuestro cupo en la llamada “batalla del trigo”. Cuando la cosa se normalizó, las tierras que se habían roturado y que eran de baja fertilidad volvieron otra vez a lo que eran pastos o montes. Fue en estos tiempos de cartillas en que alcanzamos el cien por cien de nuestras necesidades en materia de cereales. Ya entonces, me enamoré de lo que son las dehesas. Son mi gran chifladura.

- ¿Qué otros servicios llevó a cabo?

- De 1957 a 1962 pasé a encargarme de los servicios de Mejora Forrajera y Pratense, y de 1962 a 1965 fui jefe de Delegación ante la F. A. O. (Organización para la Agricultura y la Alimentación), en el Grupo de Trabajo sobre Forrajes Mediterráneos, y profesor encargado de Cátedra en la ETSIA (Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomo). Tratamos de mejorar áreas de pastos así como la cabaña y la producción animal. Durante diez años, me dediqué a todo esto y me recorrí toda España. Empezamos a hacer los primeros estudios de ecología y las bases para establecer nuevos tipos de agricultura, y a traer de Argelia, de los Estados Unidos y de Australia, nuevas especies y variedades para siembra. Ellos lo enfocaban para evitar grandes tormentas de polvo en la zona del medio Oeste. Hacían una cubierta vegetal y, a la vez, sujetaban un poco el terreno, impedían que se levantaran las enormes nubes de polvo y daban más recursos a las ganaderías. Lo digo por lo que vi en los cuatro meses que estuve en los Estados Unidos, en 1958, con un programado llamado “International Cooperation Administration”.

- ¿Qué más aprendió allí?

- Sobre todo, lo que no hay que hacer. No hay que perder tiempo en cosas que luego no te van a servir para nada en tu propio medio. Estudiamos muy bien las situaciones ecológicas en toda España y vimos qué tipo de especies y de variedades de plantas podían ser objeto de cultivo. En el Norte, era relativamente fácil. En la mitad Oeste, que es de suelos silíceos y ácidos y de vegetación más pobre, tuvimos los principales problemas. La solución, en buena parte, fue con el trébol subterráneo. Había variedades capaces de ser cultivadas. Tuvimos que escoger las más adecuadas para adaptarlas, según la situación de más o menos frío, lluvias, profundidad, etcétera. El Centro de Investigación Agraria de Extremadura trabaja en la selección de tréboles nativos para su cultivo.

El almendro y el algarrobo mallorquín.

- ¿Cómo estaba la agricultura mallorquina en los sesenta?

- En secano, estaba muy condicionada al casi monocultivo de almendro, higueras, algarrobos, y asociada a los cultivos herbáceos. Se hacía con frecuencia una rotación de cuatro años: el primero, de barbecho con parte de leguminosas, como habas; el segundo, el cereal rey, el trigo; el tercero, un cereal, avena, para ganado, y un cuarto año que generalmente eran pastos naturales aprovechados por el ganado.

- ¿Y había lo suficiente para la isla o tenían que importar?

- Siempre fuimos deficitarios en cereales por limitación de superficie. Se labraba muy bien. El campo estaba cuidadísimo. Era una gloria ver aquellas fincas. Al contrario de hoy en que todo está muy descuidado. Los árboles no se reponen cuando mueren, no se podan convenientemente ni en los turnos que toca.

- ¿Qué se hacía con el algarrobo y con la almendra?

- El algarrobo tenía entonces mucha utilidad porque su fruto era la comida para las bestias de tiro y carga: caballo, mulas etcétera. Sólo servía para esto. Entonces el garrofín, que es la semilla de la garrofa, no tenía tanta importancia. Ahora todo su valor está en él porque se utiliza para hacer aprestos para tejidos y se exportan hasta el Japón. También se exportaban a Inglaterra en el tiempo que se empleaba para la alimentación de ganado de tiro. Incluso cuando empezaron a incluirlo, al hacer los piensos compuestos en fábricas, mezclando cereales, leguminosas, vitaminas y suplementos de grasa, todavía empleaban algarroba, buena parte de la cual procedía de Mallorca. En cuanto a la almendra, se exportaba fundamentalmente a Inglaterra, Francia, Alemania y países europeos. El consumo familiar en la isla era relativamente reducido. En las fiestas de Navidad o cuando había alguna solemnidad, se hacía mucho turrón en casa. Básicamente, se hacían dos tipos, uno parecido al Jijona, de color tostado, blando, en barras; y otro, blanco, redondo y aplastado entre dos obleas grandes.

- El problema del almendro en Mallorca son las múltiples variedades que hay.

- Efectivamente, hay más de cien clases de almendras, y algunas muy locales que, comercialmente, no son útiles. En España, sólo hay cuatro o cinco tipos de almendras de gran consumo. Es preciso también hacer plantaciones con mayor densidad de pies y más corta duración.

- ¿Es cierto que las prácticas llevadas a cabo en Norteamérica con los almendros han sido adoptadas en Mallorca para poder exportar sus frutos?

- Más que en Mallorca se han llevado a cabo en el Sureste de la Península y parte de Extremadura, con grandes plantaciones de almendros parecidos a los Norteamericanos. Son las almendras de cáscara blanda. Al haber una gran invasión de almendra californiana en Europa, se han copiado un poco estos tipos. Prácticamente quien dominaba un poco el tema de la almendra eran los de Reus, en Tarragona, porque tenían muy buenas plantaciones, pocas variedades y unos mercados muy fijos, juntos con los de la avellana. Además, sabían comercializarla muy bien. De manera que cuando, en casa, salía algún chico espabilado, comentaban enseguida: “Este chico parece de Reus2. Estaban más al tanto de lo que pasaba en Sicilia, o en el Sur de Italia que lo que pasaba en su propia tierra. Porque claro, según fueran allí buenas las cosechas, el precio daba unos altibajos que eran de locura. Y entonces decían que había que tener siempre un ojo puesto en Sicilia.

El boom del turismo perjudicó la agricultura.

- Hoy en día, no pocos se quejan de que los precios de la mano de obra les resultan tan caros que prefieren abandonar la labor del campo.

- Es la consecuencia inmediata del turismo. Porque no hay duda de que la vida del campo es dura. Pero hay algo muy curioso que yo he comentado con algunos amigos: no es que se haya ido el payés del campo; lo malo es que se haya ido la mujer del payés, esa “madona” que tenía una importancia primordial. Ella era la organizadora. Preparaba la comida para la gente que vivía en el campo, para todos los que venían de temporeros. Pero claro, vino el turismo y esta buena señora, que se pasaba todo el santo día en la cocina y en otros muchos trabajos, cambio su trabajo por siete horitas diarias a un hotel y, en cinco o seis meses, ganaba más que en todo el año en el campo. Y, al faltar la madona en una finca, ya no había quien sujetara al amo. Son fenómenos de tipo sociológico.

- Cuando empezó el turismo, en los años sesenta, ¿llegó a perjudicar la agricultura?

- El turismo absorbió a mucha gente, incluida la del campo. En Mallorca se tuvo necesidad de traer partidas para la recolección de la almendra, del algarrobo, etcétera. Al principio, vinieron los llamados murcianos. Gente muy conocedora del campo. En Almagro, casi todos los coches tienen matrícula de Palma de Mallorca. Es gente que estuvo en la recogida de la almendra y se compró un coche de segunda mano. Vas a otros sitios de Extremadura o a Badajoz y ves que hay pueblos en que todo el mundo ha estado en Mallorca, trabajando. Con el boom turístico, los transportes y la edificación, comenzó a escasear la gente del campo y tuvieron que recurrir a los peninsulares. Hoy en día se ha estabilizado, pero en un nivel muy bajo. La gente que abandonó el campo no ha vuelto a él. Hay que tener cuidado con el Mercado Común cuyas subvenciones por abandonar tierras pueden llegar a ser muy peligrosas. Porque una vez que alguien sale del campo, normalmente, no vuelve a él.

- Y mientras la gente del campo se ha ido a la ciudad, los extranjeros han llegado y se compraron fincas medio abandonadas aunque no para trabajarlas. ¿Cómo ve usted el intercambio?

- Mañana puede pasar cualquier cosa, un pánico de la Bolsa o el fallo del turismo, y, si no tienes la máquina productiva siempre a punto, puede ser la hecatombe. A los alemanes que van comprando fincas se les debería obligar a labrarlas como lo hacen los agricultores. Empezamos por no saber si hay reciprocidad, o sea, si podríamos comprar nosotros en Alemania. Si uno no es capaz de poner en marcha una finca y hacerla producir, no debería poder hacerse con una, por muchos marcos o divisas que tenga. Y que conste que no digo nada exagerado. En el tiempo que estuve en el servicio de Fincas Mejorables en la Dirección General de Agricultura, nos preguntábamos si no nos pasábamos de rosca con tanto intentar producir. Pero entonces supe yo que en Francia había una política y un hábito muy importante. Las Cámaras o las Asociaciones de Agricultores tenían mucho cuidado en no permitir que la gente que desconocía el campo comprara una finca si no la sabía llevar a uso o costumbre de buen labrador. Porque ellos consideraban que entonces su territorio perdería capacidad de producción y de calidad en sus productos. Un artista muy famoso quiso comprar una finca en Normandía y los payeses lo impidieron porque consideraron que no podía llevarlas como ellos lo hacían. Debería haber algún tipo de acciones que no permitieran romper la máquina de producción. Es muy bonito que una persona esté rodeada de cien hectáreas pero, si no las cuida y no producen, es tierra muerta. Que se compren un chalet en la Bona Nova, pero no en el campo.

Agregado agrónomo en Londres y Dublín.

- De 1965 a 1968 estuvo usted de agregado agrónomo en la embajada de España en Londres y en Dublín. ¿Cómo vivió esta nueva experiencia?

- Allí pude ver el mundo productivo y las políticas agrarias de estos países. Cuidé del buen fin de las exportaciones españolas de la patata temprana y otros productos agrícolas. Había muchos problemas porque decían que teníamos el escarabajo de la patata; por fin pudimos hacer una especie de destrizamiento y de limpieza con lo cual la readmitieron.

- Contactaba usted con un grupo de la Cooperativa de la Puebla...

- En efecto, era una gente maravillosa. Trabajaban noche y día y vendían la patata saco a saco y kilo a kilo. Había dos épocas de la patata: la extra temprana, que se recogía en las Canarias en enero-febrero, y la patata temprana que era la nuestra y empezaba por Málaga, Valencia, Baleares, Cataluña, en marzo abril. Sabíamos perfectamente cómo iba la patata temprana en Egipto, en Túnez, Italia. Controlábamos todos los mercados y avisábamos tan pronto como nos enterábamos de la fecha oportuna y de las cantidades que necesitaba cada cual. Muchos envíos importantes se revalorizaban de esta manera, sabiendo que, en aquel momento, había un hueco de quince días. En aquellos tiempos, también se importaba ganado vacuno de leche y estábamos un poco al tanto de todo.

- En febrero de 1968 vuelve usted a España en donde es nombrado Subdirector General de Agricultura. ¿Qué hizo usted durante este tiempo?

- Toda la Dirección General de Agricultura tenía dos subdirectores generales más los Directores de los organismos autónomos: Investigaciones Agronómicas, Instituto de Semillas Selectas, Servicio de Tabacos y otros. En este ministerio, batí un record: veintidós años, pero en diversas facetas. Al principio fue en la propia subdirección de Agricultura, en donde me ocupaba de maquinaria, fertilizantes... De ochenta o cien mil tractores, pasamos a los trescientos cincuenta mil. Promovíamos fertilización, cuidábamos de los precios y dominábamos la investigación agraria. El único programa para investigación del Banco Mundial fue destinado a España y, en el 71, logramos una red regional de Centros de Investigación. Se especializaban los Centros, según los cultivos o producción principal: agrios, en Valencia; vinos, en el centro y Catalunya; aceites, en Córdoba, etcétera.

- Y Mallorca ¿en qué estaba especializada?

- En poca cosa. Tratamos de hacerlo en almendro y en recolección mecanizada. Intentamos racionalizar un poco sus múltiples variedades y centralizarlas en cuatro o cinco. En aquel tiempo, la edad media de las plantaciones de almendro era del orden de los setenta u ochenta años. No se podía andar con producciones de dos o tres kilos de almendras por árbol. Había que cambiar todo esto. El Ministerio, con el Iryda, actuó frente a la salinización de tierras. Tanto la huerta de Palma, de Sant Jordi, como los regadíos de Campos se estaban salinizando. Se agotaba el primer manto de agua dulce y subía el agua salada con lo que se terminaron de abandonar todos los cultivos. Se hizo la primera depuradora en S'Aranjassa. Había poca racionalización en el empleo de las aguas subterráneas. Todo esto coincidió con el boom del turismo. Tampoco era muy diversificado el cultivo en los regadíos porque no había fábricas de transformación. Ni había fábricas desmotadoras de algodón, ni de azúcar de remolacha, ni para hacer aceite de girasol. La única fábrica que teníamos era la vaca.

Todos los caminos llevan a Mallorca.

- Usted se jubila en 1991, a los 65 años. Pero, con los años, sus actividades agrarias no parecen haber disminuido

- Bueno, ahora me puedo dedicar a asesorar algunas fincas grandes, y a llevar la dirección técnica y, cuando ha sido preciso, también la administrativa. Pero lo que a mí me gusta es hacer cosas. Las políticas agrarias han ido cambiando. En el Colegio de Agrónomos y de otras organizaciones, nos reunimos para seguir el paso de todas estas tendencias.

- Al margen de su trabajo, de sus clases en la Escuela de Ingeniero Agrónomo y de sus múltiples viajes por toda España ¿ha tenido usted hijos?

- Seis. Con ellos vamos todos los veranos a Mallorca. Allí tienen sus amigos. Los dos primeros son Ingenieros agrónomos; el tercero hizo Empresariales; la cuarta, Económicas; la quinta, que nació en Londres, terminó filología inglesa y el último estudió Turismo.

- ¿Va usted muy a menudo a la isla?

- Antes, sí. Aprovechaba cualquier ocasión para visitarla. Y, a veces, por 24 horas. Así como todos los caminos iban a Roma, los míos me llevaban a Mallorca. Sobre todo cuando vivían mis padres. A medida que aumentaron los hijos, acudimos sólo los veranos. Por cierto que, en Baleares, en la Diputación, se me impuso La Gran Cruz de Mérito Agrícola, en una visita del ministro, señor Allende, a las Islas. Fue una atención muy grata para mí.

- ¿Fue la única que le concedieron a lo largo de su carrera?

- Hubo otras. Los franceses me honraron con la del Mérito Agrícola. También se me concedió la de Comendador del Mérito Agrícola. Son cosas de suerte. Lo que hay que procurar es no estar en el punto de mira de los cambios y todas esas cosas. Pero nunca he aspirado a nada. Todo eso es trabajo técnico. Y, lógicamente, he estado muy cerca de decisiones muy gordas. Yo fui, por ejemplo, jefe del Gabinete del Subsecretario y, en estos cargos, despachaba muchas veces con los ministros de turno. He visto y vivido muchas cosas.

- ¿A usted le gustaría morir en Mallorca?

- Ya lo creo... Esto es como los elefantes. Además, nosotros tenemos la sepultura en La Vileta, un cementerio muy pequeño y muy sano. Siempre está lleno de sol. También desearía pasar temporadas más largas en Mallorca y, al final, pues Dios dirá.

- ¿O incinerarse en ella?

- Eso no me gusta nada. No sé lo que harán porque al final uno nunca sabe. Pero no, ni yo ni mi mujer, que es madrileña, queremos nada de eso. Aunque hay algo, cuando te mueres, que es un poco deprimente. Si estás lejos de tu tierra, te embalsaman y te llevan en Iberia como si fueras un saco de patatas. O sea que, llega un momento en que te convierten en una pequeña mercancía. Pero, a pesar de esta parte escabrosa y más triste, quisiera que me llevaran a mi cementerio de Mallorca.

- Y la vida continúa.

- Efectivamente, la vida continúa

- Pero hay que reconocer que es bonita esa vida dedicada exclusivamente a la agricultura.

- Fueron muchas horas de correr por el campo en un Land Rover que no tenía calefacción ni refrigeración, y de encontrarme solo, de noche. Pero no me importaba nada. Al contrario. He tenido grandes satisfacciones. Tampoco era tradicional este tipo de vocación en mi familia. Aunque a mi padre le gustaba mucho el campo, donde había vivido de joven. Luego, también tuve amigos y parientes que me dejaron hacer cosas en el campo. Me conozco toda la Sierra mallorquina, de arriba a abajo. Cada año tenía que subir al Puig Mayor. A veces bajábamos por Lluch hasta el Torrente de Pareis. Ahora vivo, como puede ver, rodeado de cosas de Mallorca por todos los lados: pinturas, souvenirs, recuerdos...

Once años después de entrevistarme con Luis Miró-Granada, en agosto del 2009 me enteraba de la noticia de su muerte. Sus restos fueron llevados al cementerio de la Vileta.

martes, 20 de septiembre de 2011

Sebastián Enseñat. Abogado y socio fundador del Rotary Club Mallorca. Ex consejero de Tele 5 y ex representante del Grupo Kirch.




Hijo de Jaime Enseñat Alemany y socio fundador de Rotary Club Mallorca, Sebastián Enseñat Velasco fue el primer gobernador de Rotary en España, en la reinstauración de la democracia. El reconocido abogado mercantilista estuvo muy vinculado a empresas italianas y españolas. Fue Consejero y/o Secretario de Sniace, Papelera Española, Sarrió, Gestevisión Telecinco, Publiespaña, Chicco Española, Alfa Romeo, Snamprogetti, Seirt, Azucareras Reunidas de Jaén y de otras. Igualmente, de la Cámara de Comercio Italiana y Sociedad Italiana de Beneficencia. El Gobierno italiano le concedió la Condecoración de Commendatore, y posteriormente el Presidente Pertini la de Grande Ufficiale al Merito de la República Italiana. Le entrevistamos en enero de 1998, en Madrid. Once años más tarde, el 18 de marzo del 2009 moría.

Piscis que no creía demasiado en el horóscopo –nació un 6 de marzo de 1930–, Sebastián Enseñat reconocía que le había ido muy bien en la vida. Tenía otros dos hermanos y una hermana y era hijo de Jaime Enseñat, abogado mercantilista famoso que muriera en 1988, nueve días después de perder a su esposa. “No soportó esa tristeza”, nos dijo, mientras le recordaba.

Muy pronto, Sebastián saltó de la isla a Madrid en donde estudió leyes. Tras la Guerra Civil, ejerció de primer Gobernador de los Rotarios españoles. Era especialmente conocido entre la colonia de italianos para los que trabajaba como abogado. Ocupó el cargo de consejero de la televisión privada, Tele 5, en su primera época. Presidió la Sociedad italiana de Beneficencia. Era secretario perpetuo del Hogar Balear y se sentía como la mayoría de isleños, provisionalmente en Madrid. Para iniciar de nuestro encuentro, le sugerí me recordara lo que su padre había hecho por Mallorca.

- Algo que no puede ser olvidado: fue pionero en la industria hostelera. Creó los dos primeros hoteles de categoría en Palma: el Gran Hotel y el Reina Victoria. Fundó el Fomento del Turismo de Mallorca del que ocupó su presidencia y la empresa de seguros Mare Nostrum, adquirida posteriormente por el Banco Popular. Construyó el primer campo de golf en la isla, en la playa de Alcudia, en 1931. Este, cinco años más tarde, fue requisado por los franquistas que lo transformaron en campo de aviación. En los años 50, el Ministerio del Aire le devolvió los terrenos, en los que construyó la urbanización Playa de Alcudia, uno de los centros turísticos más importantes de la isla. Contribuyó así a que Alcudia llegara a ser el pueblo español que tenía la mejor renta per cápita gracias al turismo y a los servicios.

- ¿Hasta qué año vivió usted en la isla?

- En ella hice el pre-bachillerato. Al terminar la Guerra Civil, mi padre, abogado mercantilista, decidió trasladarse con todos nosotros a la capital del país. El ingreso de bachiller lo hice ya en Madrid.

- ¿Qué conserva de esta isla que abandonara a los nueve años?

- La lengua mallorquina, aprendida en los años mozos, que procuro practicar siempre que tengo ocasión.

- ¿Siente, de vez en cuando, la necesidad de volver a Mallorca?

- Todos los años paso mis vacaciones en la isla. Al principio íbamos en Navidad, Semana Santa y verano. Luego, al dejar de ser estudiante y ejercer una profesión, mis vacaciones se limitaron al mes de agosto y a los fines de semana que puedo escaparme. En Madrid soy secretario perpetuo del Hogar Balear, una asociación de varios centenares de mallorquines. Y he observado que todos tenemos una cosa en común. Y es que nos sentimos provisionalmente en Madrid. Todos estamos convencidos de que pronto va a ocurrir algo que nos va a permitir volver a Mallorca. Y que conste que esto no significa ni un menosprecio ni un menor cariño por Madrid, ciudad en la que me siento totalmente identificado. Estoy casado con una madrileña, nieta de Mariano Belliure, escultor del monumento a don Antonio Maura, cuyo cincuentenario de su muerte se celebró; tengo cinco hijos, madrileños también, y he recibido una acogida extraordinaria en esta capital. Pero los balearicos transportamos con nosotros el gusanillo ese del deseo de regresar a nuestras islas y estoy pensando cuándo va a llegar el día que pueda jubilarme para volver allí y pasar una gran parte del año.

Un forofo de Tele 5.

- Usted ha sido Consejero de Tele 5, la televisión de Berlusconi.

- Tele 5 está formada fundamentalmente por cuatro accionistas: Prensa Española, el Grupo Correo, Fininvest, de Berlusconi, y Grupo Kirck. Yo he sido y sigo siendo abogado de Fininvest, y, durante un periodo de tiempo, fui consejero de Tele 5 y Publi-España, empresa que tiene la exclusiva de publicidad en esa cadena. En la actualidad, represento al grupo alemán de Leo Kirck, que posee la cadena alemana de televisión más importante de Alemania.

- ¿Conoce usted por dentro la televisión o sólo está como asesor financiero y jurídico?

- Conozco los problemas legales y fiscales de la televisión así como su clientela, pero soy un profano en su aspecto técnico.

- ¿La ve usted mucho?

- No tanto como yo quisiera, por la falta de tiempo. Pero, como todos los españoles, soy un forofo de las horas nocturnas.

- ¿Y cuál cree que es la mejor televisión en España, entre las privadas y las públicas?

- Por supuesto Tele 5, a la que me siento ligado profesionalmente, con una diferencia de años luz sobre las otras.

- ¿A qué se debe el cambio operado en el 97 en esta televisión?

- Al nuevo consejero delegado y director general, Mauricio Carlotti, que sustituyó a Valerio Lazarof y a la época de Miguel Durán, ex presidente de la Once y de Tele 5. Fue Carlotti quien introdujo al grupo de los nuevos accionistas de Prensa Española, ABC y al Grupo Correo. Tele 5 fue la primera cadena de televisión privada que pagó un dividendo.

- Es curioso que un abogado ciego como Miguel Durán, haya podido estar al frente de Tele 5. Pero cosas más increíbles han sucedido en este país. Sobre todo, en el campo de la política. ¿A usted no le interesa ésta?

- Sí me interesa, y muchísimo, en cuanto a ciudadano que soy de este país. Tengo mis ideas políticas, ejercito mi derecho de voto y sigo la política muy de cerca. Pero no quiero participar activamente en ella porque creo que es incompatible con el ejercicio profundo de la profesión de abogado.

- ¿Pese a que haya abogados que son igualmente políticos?

- Yo prefiero dedicar el tiempo libre que mi profesión me deja a ser útil de otra manera a los demás, participando, por ejemplo, en las actividades de los Clubs Rotarios de los que formo parte.

Primer gobernador de los Rotarios españoles.

- ¿Qué es ese club, explicado en breves palabras?

- Es un club con finalidad altruista en el que sus componentes pretenden ser útiles a los demás. Yo fui el primer Gobernador de los Rotarios españoles después de la Guerra Civil, en los años 1982/3, y mi devoción por la infancia necesitada me llevó a enviar 430.000 vacunas contra la polio a Bolivia, mucho antes de que se estableciera este programa por Rotary International. Al final de los ochenta, los Rotary Clubs entregaron a la Organización Mundial de la Salud y a Unicef 250 millones de dólares para comprar las vacunas que erradicaran la polio en el mundo. El Polio plus fue, pues, un programa de los Clubs Rotarios. En los últimos años, se vacunó a más de 650 millones de niños. Y pensamos erradicar la polio en el inicio de los años 2000. En menos de un lustro obtendremos el certificado de que la Humanidad está libre de polio.

- ¿Qué fue Arte y Turismo de la que su padre era también el fundador?

- En efecto, en 1926, mi padre fue fundador del Club Rotario de Mallorca, junto con una veintena de personas. En esos años, el célebre cardenal Segura publicaba una pastoral en la que acusaba a los Rotarys. “Son -vino a decir- los mismos perros que los masones, pero con distintos collares”. Y se nos colgó un sambenito. Como consecuencia, sufrimos un palo moral muy grande. En los años de la Guerra Civil, se promulgó un decreto por el que se prohibía todas las asociaciones que estuviesen ligadas a organismos internacionales, entre ellas, los Clubs Rotarios. Al finalizar ésta, mi padre se trasladó a Madrid y trató de reunir a quienes habían sido rotarios antes de la Guerra pero, al considerarnos todavía como una sociedad masónica, no hubo manera de conseguir la autorización del Gobierno. Así que nos vimos en la necesidad de crear, a finales de los cincuenta, una asociación con la misma finalidad que el Rotary Club. Y surgió Arte y Turismo que sirvió para aglutinar a todos los que habían sido ya rotarios hasta la muerte de Franco, y a los que querían serlo en adelante. Asociación que desapareció, al implantarse la Monarquía. Fue una de las primeras cosas que hizo el Rey, proclamado en noviembre del 75. El Club Rotario en Madrid se autorizó en febrero del 76.

- ¿Cuál fue el motivo por el que el mismo Papa prohibiera esta organización?

- Más que una prohibición del Papa lo fue de algunas Iglesias de distintos países del mundo. Es evidente que ha habido algunos rotarios que han pertenecido a la masonería, de la misma manera que otros han pertenecido a círculos culturales. Yo creo que ha habido una incomprensión muy grande por parte de la Iglesia. Una comisión de rotarios españoles visitó al cardenal Segura para decirle que su pastoral sobre el tema era incierta. Y, cuando el hombre se vio perdido y que no tenía razón para asimilarnos a los masones y considerarnos una asociación contraria a la Iglesia, preguntó si los rotarios éramos católicos. Le contestaron que no, que se trataba de una sociedad agnóstica y apolítica. Que estaba prohibido, en su seno, hablar de política y de religión para no crear enfrentamientos entre los socios que podían tener distintas ideas políticas o pertenecer a distintas religiones. Entonces contestó con la cita de Jesucristo: “Quien no está conmigo, está contra mí”. Y echó a todos afuera. Eso me lo contaron dos rotarios, uno de ellos notario de Madrid, que participaron en esa reunión con el cardenal. Por una parte, hubo un malentendido de la Iglesia, y, por otra, se extendió el temor de que el Rotary adquiría mucha fuerza e importancia.

- Precisamente, en esos años en los que se tildó a los rotarios de masones, hubo muchos sacerdotes que se colaron en los Rotary Clubs, especialmente en Latinoamérica.

- Efectivamente. La cosa se resolvió bastante bien cuando Pablo VI, siendo arzobispo de Milán, acudió a una cena con el Club Rotario de esta ciudad en la que la diócesis se dio un abrazo con los Clubs Rotarios. Y, cuando llegó al papado, nos bendijo. Actualmente, hay muchos cardenales enrolados en nuestras filas.

- ¿Cuántos miembros están registrados en España y en el mundo?

- En toda España hay unos ochenta y ocho Clubs Rotarios y cerca de 5.000 rotarios. En el mundo, por encima de los 26.500 Clubs y alrededor de un millón quinientos mil miembros.

- Usted completa su ocupación con la Sociedad italiana de Beneficencia y con otras actividades. Se dice que es el abogado de los italianos en España.

- Lo niego absolutamente, aunque tengo que reconocer que tengo, entre mi clientela, a muchos italianos. Desde hace años, presido esta Sociedad. Se trata de una actividad a la que dedico mucho trabajo y cariño, en la que recogemos no sólo a los italianos necesitados sino a muchos españoles casados con italianos o italianas que han enviudado o se han separado. En Madrid, hay una colonia muy importante. Hay que tener en cuenta que las empresas más representativas del país italiano tienen sus delegaciones en España, empezando por los grandes bancos. Aparte de los italianos, a quienes represento, mi hijo es cónsul honorario de Gambia.

Me comprendo muy bien con mi caballo.

- No hay duda de que su familia ha sido especialmente activa en todos los terrenos. Aparte de su padre, en la hostelería, cabe citar a su hermano, Jaime, un hombre muy ligado a la náutica que fue presidente de la Federación Balear de Vela durante muchos años y es el organizador del Trofeo Princesa Sofía y de la Copa del Rey de Vela. ¿Se dedica usted también a alguna ocupación deportiva?

- Soy un gran aficionado a tres deportes que practico: la vela, en el verano, y, en el invierno; juego todos los días alternativamente a golf y monto a caballo. Tengo un caballo con el que me comprendo perfectamente. Alguna vez discutimos un poco. Él detecta perfectamente cuando estoy de buen o mal humor y viceversa, pero nos llevamos muy bien.

- ¿En dónde le gustaría morir: en Madrid o en Mallorca?

- La verdad es que yo tengo un amor extraordinario por la vida. Creo que es el mejor don que Dios nos ha dado. Y he tomado dos decisiones importantes: morirme y no reencarnarme. Parece una tontería pero, si profundizo un poco, y yo llevo varios años haciéndolo, llego fácilmente a la conclusión de que, primero, me voy a morir, con lo cual tengo ya la idea preconcebida de ello. La muerte para mí no tiene que ser algo extraordinario porque llevo muchos años pensando en ella. Y de la misma manera que quiero morir, quiero que sea cuanto más tarde mejor. La segunda decisión es la de evitar mi reencarnación. Porque, en la vida, hay muchísimas personas que piensan reencarnarse, o al menos lo deduzco así por la cantidad de tiempo que pierden. Me imagino que es porque piensan hacer, en la otra vida, lo que no han hecho en esta. Pero, como yo no deseo reencarnarme, todo lo que quiero hacer, lo tengo que realizar en esta vida. Y, por lo tanto, tengo todo lo que usted quiera, menos tiempo que perder. Ese apego a la vida me hace no tener miedo a la muerte. Les he dicho a mis hijos, incluso así lo hago constar en mi testamento, que, mientras puedan, hagan todo lo posible por prolongarme la vida. Y que se gasten para ello, mientras yo viva, todo el dinero que sea. Una vida digna por lo que respecta a mi estado de salud. Pero, una vez que muera, que se gasten el menor dinero posible en mi entierro. Que me entierren, me incineren, me echen a la basura o hagan conmigo lo que quieran. Pero que no se gasten el dinero con mi cuerpo. No tengo ningún deseo por lo que respecta a mi cuerpo una vez abrazada la muerte.

- ¿Ni siquiera tiene preferencia por su incineración, ni desea que echen sus cenizas en el mar de Mallorca?

- Pobrecito ese mar. ¿Qué ha hecho él para merecer que lo contaminen con mis cenizas?

Once años más tarde, Sebastán Enseñat fallecía el 19 de marzo del 2009 en Madrid. De él escribía su amigo y compañero, Bernardo Rabassa, ex presidente del Rotary Club Madrid-Puerta de Hierro y presidente del Club Liberal español: “¡Sebastián, yo sé que desde el fondo del mar, que es tu cielo, contemplas nuestro todavía devenir, mientras que tú te has ido a navegar, para siempre, eternamente, hasta el más allá!”. Bernardo guarda de él, su hermano mayor, cuyo padre, Jaime, le enrolara en Rotary en 1977, una amistad imborrable. “Con Sebastián, su hijo, mi padrino rotario, participe años después en 1995 en la 1ª Vuelta Rotaria a la Isla de Mallorca, que organizó el Past Gobernador, José Luis Perona, con escaso éxito de público y critica, pues sólo tuve su fugaz compañía al inicio alrededor de la isla Dragonera. Sin embargo Sebastián, el hombre Polio-Plus que ha salvado en estos últimos 30 años a millones de niños vacunándolos contra esa terrible enfermedad, me acompañó con su velero, “el Moro de Pollensa”, desde Puerto de Andraitx a Puerto de Pollensa, con escala una noche en el Puerto de Soller. Lo que demuestra si cabe, una vez más, la amistad rotaria a la que yo llamaría hermandad, pues disfrutamos de uno de los paisajes más idílicos que puedan verse en el mundo. Remontar toda la costa con la Sierra de Tramontana por estribor”.

Antonio Mesquida Obrador, presidente del Hogar Balear en Madrid.


La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, junto al entonces presidente del Partido Popular de Baleares y del Gobierno Balear, Jaume Matas, y a Antonio Mesquida, en el Hogar Balear de Madrid, el 3 de marzo del 2006.



Antonio Mesquida Obrador, nacido en Felanitx, en 1930, trabaja en el seno de una familia que vende libretas y blocs. En 1957, decide cambiar Mallorca por Madrid, en donde comienza a trabajar como director comercial en una empresa de arte sacro que era la más importante de Europa: Talleres de Arte Grande. El cambio operado es radical. A finales de los sesenta, se monta una empresa por su cuenta: una pequeña fábrica de restauración de imágenes y abre una tienda en la Calle Mayor. Se relaciona con arquitectos, con artesanos, con casas religiosas y obispos de todos los continentes. Y se dedica a restaurar iglesias –no en cuanto a arquitectura, sino a la decoración interior–, dispersas por todo el mundo.

- De Felanitxs –le recuerdo, rompiendo el hielo existente entre ambos –han salido mallorquines muy universales: Juan Estelrich, filósofo y ensayista de la primera mitad del siglo XX; el pintor Miguel Barceló; Sebastián Gayá Riera, el cura fundador de los cursillos de Cristiandad; el ciclista Guillermo Timoner; el ex rector de la Universidad, Nadal Batle...

- Y otros que se deja en el tintero. Hubo, por ejemplo, un felanitxer llamado Obrador que creo que fue médico de Isabel II. Y las hermanas Gayard, unas bordadoras que trabajaban para Palacio. Aparte de los libros que hablan de que Cristóbal Colón salió de Felanitx. De hecho, la primera isla que descubren en América es llamada San Salvador, no El Salvador.

Antonio Mesquida ha restaurado oratorios en Austria, en Inglaterra, en Irlanda, Francia, Italia, Holanda, Bélgica, en el Líbano, en los EEUU, en Australia, en Filipinas y en toda Sudamérica. Durante cuarenta años, ha trabajado en una iglesia, un oratorio o una capilla por mes. Se cultiva personalmente, gracias a su biblioteca personal, con más de tres mil libros de arte. Conserva el estilo universal y se adapta a cada país visitado. Se perfecciona en imágenes, retablos y en toda la decoración religiosa. Su casa, donde realizamos esta entrevista a finales de diciembre de 1997, es un museo de imágenes santas: esculturas y pinturas varias, columnas del siglo XV, manuscritos y cuatro mil libros de arte sacro. Antonio Mesquida es, desde hace unos años, es el presidente del Hogar Balear en Madrid.

- ¿En qué lugar de España ha restaurado usted más retablos?

- En todas partes. Va un poco por épocas. En Tenerife he llevado a cabo más de treinta. En cambio, en Mallorca, muy pocos. Quizás porque nadie es profeta en su tierra.

- Efectivamente, a usted le han entrevistado en el Observatore Romano y en Radio Vaticana, pero nunca en Mallorca. ¿Cómo es posible ser un hombre universalmente reconocido y apenas conocido en su propia tierra?

- Es que a la isla voy muy poco. Si fuera de Palma, tal vez se me conocerían más. Pero cuando voy a Mallorca, en el verano, apenas me muevo de Felanitx.

- Pese a haber recorrido medio mundo con el arte religioso ¿sigue sintiendo, a estas alturas de su vida, la atracción de la isla que un día dejó?

- La verdad es que ya llevo más tiempo aquí (en Madrid) que allí (en Mallorca). Por eso ya no me apasiona tanto esta atracción. Además, hay una cosa clarísima. Y es que ellos ven el mundo por un agujerito. Y tienen su terruño que defienden con uñas y dientes. Mientras que yo puedo pasar allí quince días o un mes, pero la verdad es que ya quedan muy pocos de mi edad con los que pueda encontrarme. Además, hablamos otro idioma y de otros temas. A ver si me explico. No es que no me atraiga, porque tengo allí a mi padre, con 95 años, y a mis hermanos. Pero claro, al cabo de un mes, siento la necesidad de volverme al mundo. Es como todo. Sin embargo, me encanta la isla. Por eso acepté ser presidente del Hogar Balear. Para que la isla no sea sólo sol y playa, hay que darle cierta categoría. Aunque, con el trabajo que tengo, me pregunto para qué me meto en embolados.


Hacer vírgenes y santos.

- ¿Trabaja únicamente con madera o con otros materiales?

- Con todo, pero la mayoría mi obra es con madera. Con piedra hago algo, pero poca cosa.

- ¿Qué material le parece más digno para trabajar?

- Cualquiera, si se usa bien. Incluso el material moderno. La resina, por ejemplo, es algo muy bueno, si modelas bien. Pero, lo más noble parece ser la madera.

- Y también lo más perecedero.

- Eso no... Otros materiales, como la misma piedra que está en la calle, se deterioran por la polución. Hay cantidad de enfermedades como la aluminosis o los óxidos que atacan las obras de arte. Y hasta que no pasan 200 ó 300 años no se sabe los resultados. Pero la madera puede durar miles de años.

- Los santos con los que trabaja parecen ser parte de su familia…

- Para mí santo no es sólo quien está en el altar. Toda persona que es hijo de Dios es santo o es llamado a serlo. Cualquier persona que hace las cosas bien hechas y es hija de Dios, tiene trascendencia o sabe que Él existe, puede serlo.

- Pero usted no modela cualquier persona.

- Podría modelarla. Porque todas tienen alma y son materia y espíritu. Y la Iglesia es toda una comunión de gentes, de cosas, de personas. La naturaleza, el hombre, todo eso es muy bonito.

- ¿Por qué para rezar a un santo los católicos necesitan de una estatua?

- Hace muchos años, en un convento de dominicos, el padre superior me dijo que rezaba igual ante una pared desnuda que ante una imagen. Le dije que ellos eran teólogos y que casi eran más espíritu que materia. En cambio yo, más materia que espíritu, necesitaba una imagen para dirigirme a lo que representaba. Cuando se ama a una madre o a una novia, se tiende a besarla y hacerle un arrumaco. Tú no acaricias a una pintura ni a una fotografía cualquiera, sino a una imagen que es como tú. Las imágenes no son para adorarlas, sino para venerarlas, para pedirle favores y para pensar en lo que representan.

- ¿Cuáles son en su taller las piezas más demandadas? ¿Las vírgenes, los santos, las santas, las beatas, los Cristos?

- La Virgen y la imagen de Cristo. Después, cada uno quiere su santito en casa. Pero Cristo es la figura central. El Espíritu Santo, que se ha ido volando, está muy abandonado...

- No sólo muy abandonado sino que ustedes, los artistas, no lo suelen reflejar en sus obras de arte.

- Se pone en muchos sitios en forma de paloma, o en forma de las tres figuras de Cristo, o en forma de lengua de fuego.

- ¿Qué prefiere trabajar: un santo, una santa, un niño Jesús, un pastor, un beato o un diablo?

- Al diablo sólo lo represento aplastado por San Miguel. Pero el personaje que prefiero es quizás la Virgen. Porque es femenina y madre. Es la que te lleva. Como dice Escrivá de Balaguer: A Jesús se va y se vuelve por María.

- Cuántas imágenes han salido de su taller a lo largo de 40 años?

- No lo sé. Miles. A lo mejor un día lo calculo.

- ¿Cuántas por mes?

- Uno puede hacer diez imágenes de un metro cincuenta al año. Pero, hoy en día, con las máquinas esas que te las copian... Son miles.

- ¿Hay que tener fe para dedicarse al arte sacro?

- Yo creo que sí. Sin ella, no se puede ser buen escultor religioso. Se puede ser un gran escultor, pero, si te falta la fe, no puedes plasmar lo que no sientes. Por eso hoy en día muchas imágenes de la Virgen de gente que no tienen fe son buenas pero, como no tienen fe, son imágenes a quienes no se les reza porque les falta el alma.


Esculpir un santo o un diablo.


- ¿Y en qué se diferencia una obra cuando es de un escultor religioso o de otro sin fe?

- Los escultores antiguos podían ser sinvergüenzas, mujeriegos, espadachines, lo que fuera, pero tenían una fe de caballo porque se confesaban y punto. Y la vivían. Basta ver las imágenes de Semana Santa andaluza, o las de Valladolid... Yo recuerdo un pueblecito de 90 habitantes de Segovia que tiene un Cristo ante el que te caes de rodillas. Tengo una copia que hice para el desprendimiento de Felanitx. Es algo que se nota. Los italianos hacen las imágenes de la Virgen para la galería, para que sean miradas y admiradas. Mientras que las de los españoles son hechas hacia adentro, para que recemos. Se nota la diferencia. Hay un estilo. No es lo mismo una imagen de la Virgen para un colegio de niñas que para una academia. Recuerdo una virgen preciosa de 1.700 que vi en Austria o la Virgen Blanca de Toledo que sostiene a un niño que juega con ella. En el arte sacro hay que tener en cuenta dos cosas: la escultura religiosa propiamente dicha que te invita a rezar, y la simplemente ornamental.

- ¿Le daría lo mismo esculpir una imagen sacra que un desnudo o un diablo?

- A un escultor le da lo mismo. Lo que pasa es que no es lo nuestro. Pero, esculpir un santo o un diablo me daría lo mismo. Una cosa es el arte y punto. Otra, es hacer algo en plan de mala idea.

- ¿Qué precio tiene una talla cualquiera?

- Varía mucho. Desde las pequeñitas de barro o de escaloya que salen por 2000 pesetas, a las de un metro cincuenta que pueden costar un millón y medio, según la policromía, el acabado, etcétera.

- ¿Por qué un trono vale más que una figura natural y ésta menos que otra con un niño en brazos?

- En la actualidad, todo vale en razón de las horas de trabajo. Antes, los materiales eran más caros pero hoy ni el oro es caro, comparado con las horas de trabajo. En mi taller, he tenido hasta veinte escultores a mi servicio. A veces uno de ellos se cree que ha creado algo cuando no ha sido él sino yo. Para hacer un proyecto tienes que tenerlo antes en la cabeza. Esa es la gran ventaja, que lo veo hecho.

- ¿En el siglo XXI seguirán venerando las imágenes?

- Si. Esto durará siempre. El arte sacro es algo que precisamos ver y tocar.

- Como amigo que usted es de cardenales y de gente del Vaticano ¿qué opina del asesinato de Alois Estermann, comandante de la Guardia Suiza, y de su esposa, Gladys Mezza, por el soldado Cedric Tornai el pasado mayo de 1998? ¿No le parece que este supuesto acto de venganza y suicidio contrasta con el ambiente que se supone debe de reinar en este lugar tan religioso?

- Pienso, como ha dicho la prensa, que ese hombre era un cabo al que no le hacían caso o que el jefe de la Guardia Suiza le marcaba mucho. No tiene otro sentido. Si fuese en el Ejército español o en el italiano... Recuerdo una frase del beato Escrivá Balaguer que dijo: “Todos llevamos en la boca el beso de judas y somos capaces de los mayores errores y horrores. El único que no peca es Cristo”. Esto es así.

- Aparte de su trabajo de restaurador de imágenes, que no es poco, ¿a qué se dedica usted?

- Desde hace diez años me ocupo también de la medallística de arte. Me interesan sobre todo las medallas conmemorativas de bronce. En 1997, empecé las del tercer milenio o el jubileo del año 2.000. El Papa quiere que estos sean los años del despertar. He hecho dos medallas de la Conferencia Episcopal, dos más durante el año siguiente, y otras dos en 1999. Al mismo tiempo, me gustaría clasificar miles y miles de fotos y de dibujos que tengo.

- Un trabajo que suponemos tendrá sus continuadores.

- Ya veremo. De los cinco hijos que tengo, sólo uno parece que quiere seguir mis pasos.
- ¿Y en qué se diferencia una obra cuando es de un escultor religioso o de otro sin fe?

“Soy del Opus”.

- ¿Desde cuándo es usted del Opus?

- Desde hace muchos años, concretamente, desde 1951. Lo cual comporta vivir las virtudes cristianas como cualquier persona. Pero, lo mismo que un Ingeniero de Caminos no puede hacer puentes por donde le dé la gana, nosotros no manejamos el dinero del Opus Dei. El pertenecer a la Obra es una vocación que Dios te da, si se la pides. Yo he vivido siempre mi vida cristiana con mis fallos garrafales, como cualquier hijo de vecino y punto. A mi hijo nunca le he dicho: “Vete a misa”, pero le he llevado a misa de pequeño. Y le he explicado el Evangelio. Lo más grande que tenemos es la libertad de los hijos de Dios. Más que todas las formaciones políticas. Es lo que a veces la gente no entiende. Se cree que somos cuadriculados. En los más de 45 años que llevo en la Obra, nunca nadie me ha dicho cómo tenía que hacer las cosas. Lo único que me preguntan es cómo funciona mi vida espiritual, cómo trato yo a la familia, a los amigos, o cómo me comporto en el negocio. No te hace falta poner ningún cartelito de que eres cristiano.

- ¿Qué es para usted el Opus Dei?

- En síntesis, santificarte con el trabajo ordinario y a través de él, junto con los que están a tu alrededor. Es lo que hacían los primeros cristianos. Sin hacer chapuzas. Intentar hacer el trabajo bien hecho. Y no hay más. Estar en la Obra comporta una serie de renuncias. Es una vocación cristiana. Como decía el fundador, para entrar, las puertas son muy estrechas, pero para salir, muy anchas. Son muchos miles en el mundo los que salen de ella.

- Pero, curiosamente, no se conocen a muchas personas del Opus que estén en el paro.

- Claro que los hay. Yo, por ejemplo, en el grupo que he tenido, he contado con taxistas sin trabajo. Y hay barrenderos, como ha habido ministros y gente conocida, como Trillo Figueroa, el presidente de las Cortes, o Ullastres, que en su tiempo lo fuera, López Bravo o Antonio Bienvenida, muerto por una vaquilla. Y mucha gente que no dice que lo sea. Ni tiene por qué decirlo... Ser del Opus es como ser de una asociación católica que se rige por normas de la Santa Madre Iglesia y punto. Y nuestro obispo es el de Madrid, menos para la cosa interna, en la que no entra ni el Santo Padre. Para mi interior, ni el Papa cuenta, siempre que no me salga de los límites de la moral cristiana. Es lo mismo que, si un día, un director de la Obra me preguntara de qué partido soy. Naturalmente, le mandaría a hacer puñetas.
Mallorquines en el mundo.

- Usted parece conocer a más mallorquines fuera de su isla que en ella.

- Gracias al Hogar Balear. En él tenemos a gente de toda profesión: aviadores, militares, banqueros... Una treintena de mujeres mallorquinas del Hogar se reúnen cada mes en un hotel a charlar mientras toman café. Los hay casados con una mallorquina o mallorquines casados con señoras de fuera de la isla. La verdad es que la idea del Hogar Balear no es mía, sino de Antonio Adrover, que ya murió. La asociación lleva ya más de cuarenta años funcionando. Tenemos de presidenta de honor a doña Carmen Delgado de March... Fue presidente, hasta hace unos años, Jaime Rosselló Bibiloni, un ingeniero de Sóller, casado con una peninsular, que muriera hace unos años.

- Un Hogar que no es, al parecer, único.

- Hogares como éste los hay, en efecto, en Barcelona, Puerto Rico, Santo Domingo, Argentina(en Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires), en Chile, Uruguay, Paraguay... En América, se celebran en ellos las fiestas de las islas, las matanzas, llevan los trajes típicos, aprenden nuestro idioma, cosa que aquí también queremos implantar por medio de unos cursos de iniciación. Tendremos una buena biblioteca, cursos de baile y toda cosa cultural que podamos hacer. Y, si viene la Sinfónica de Palma o cualquier personaje a dar una conferencia o un pintor a exponer, haremos lo posible para que vaya un máximo de gente de las islas.

- ¿Y a cuántos afiliados ha conseguido reunir en Madrid?

- En esta ciudad hay más de seiscientas familias de origen balear y procedentes de las cuatro islas. Son médicos, abogados, maestros de escuela, militares, catedráticos, gente de la Administración, empresarios… Curiosamente, profesionales de trabajos manuales creo yo que hay muy pocos. Es gente muy bien situada que es muy difícil mover por un motivo. Cuando, en 1997, acudió el presidente Matas al Siglo XXI, conseguimos llevar sesenta personas. Pero continuamente hay gente interesada por cosas de las islas: o familias de las Baleares que desean buscar un piso para sus hijos, que estudian en Madrid, o fabricantes de ropa mallorquina o de bisutería menorquina, o posibles compradores de chalés en Mallorca. Hasta las Cámaras de Comercio y los Ayuntamientos japoneses desean saber cómo hacer para ir a Mallorca. Todo esto y más se podrá hacer ahora, con el Hogar en Madrid.

- ¿Tanta gente de Baleares hay en Madrid que necesita reunirse habitualmente en un local?

- Nadie necesita reunirse. Pero la mayoría somos sociables y no queremos perder las raíces. Por lo menos, todos añoramos nuestra tierra, nos vaya bien o mal. Precisamente cuanto más lejos se halla uno de ella, más la añora. Teniendo en cuenta que los isleños vivimos muy separados, se trata de que nos podamos unir y hagamos como un cuerpo común. En este local nos reuniremos la gente de Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera y, el día que se pueda hacer un boletín, nos comunicaremos con más isleños. Esto debe de ser como un consulado o una embajada en donde podamos reunirnos.

- El balear en Madrid ¿sigue aislado?

- Sigue, y si, encima, no tienes contacto con nadie, más aún. Lo bonito sería que, con el tiempo, esto llegara a Guadalajara, Castilla La Mancha, Ávila, Segovia y en otras ciudades donde pueda haber otros isleños. Intentaremos unir a los estudiantes y les ofreceremos el local para charlar o hacer tertulias. Será una casa de todos.

”Las mortajas no tienen bolsillos”.

Antonio Mesquida está convencido de que el mallorquín desea ser como un faro que ilumine al isleño y a todo viajante en alta mar. Y así nos lo explica con sus palabras que tienen más de disertación que de respuesta:

Quisiéramos ser ese punto de referencia. Y que en las islas Baleares contamos con un Ramón Llull, que es uno de los mejores filósofos del siglo XIII; un Ausias March; que las cartas náuticas de los judíos mallorquines son las primeras de Europa; que el primado de las Baleares durante un tiempo fue Pisa; que los primeros que cristianizaron las Canarias fueron trece agustinos de Mallorca, y que el primer obispo de las Canarias es un mallorquín. Son cosas interesantes que hay que saber. Al mismo tiempo pretendemos enseñar a los habitantes de las Baleares que residen en Madrid cosas de las islas. Y deseamos que esto sea un escaparate para todos los madrileños, que les suene el nombre de Baleares. No basta con que tres millones doscientos mil alemanes o que casi tres millones de ingleses acudan cada año a Mallorca, o que haya un movimiento diario de 800 aviones. Hay que tener iniciativas como ésta.

- Usted parece ser el típico mallorquín que no puede vivir encerrado en su isla, pero que tampoco puede vivir sin pensar en ella.

- Siempre he preferido conocer el mundo. Fíjese que llevo más de treinta años yendo dos o tres veces a Roma en donde suelo perderme. Tengo muchos amigos y me gusta ir a los pueblos y visitarlos. Y, por mi trabajo, he tenido muchas audiencias con Juan Pablo II y con Pablo VI. Tengo muchos amigos cardenales, obispos y monseñores. Mi trabajo me relaciona con todos ellos.

- ¿Y no echa usted de menos el mar, desde Madrid?

- Me encanta el mar y me tranquiliza. No soy hombre de meterse mucho en él, sino de verlo. Cuando veraneo en Mallorca, me paso horas pescando con una cañita en las rocas de Porto Colom, el puerto más bonito del Mediterráneo. Pero la verdad es que, cuando llego aquí, cierro de repente. Y pongo un punto en mi vida de isleño.

- Curiosamente, la mayoría de isleños conocidos en Madrid son gente que vive holgadamente. A algunos incluso les ha ido más que bien y se han hecho de oro. Pero triunfar, en Madrid, no es nada fácil.

- No comprendo ese afán por acaparar dinero. Si, una vez muertos, no se van a llevar nada. Las mortajas no tienen bolsillos.

- ¿Piensa a menudo en la muerte?

- No. Sólo de vez en cuando y su imagen no me disgusta. Lo único que pienso es que allí me espera mi padre, Dios, con mis amigos y mi familia.

- ¿Se decanta usted por el enterramiento o la incineración de su cuerpo?

- Me da lo mismo. Y si alguien piensa que mis órganos pueden servir para algo, pues que los aproveche.

- ¿Le gustaría regresar definitivamente a Mallorca, una vez muerto?

- No me importa. Una vez muerto se acabó todo.

Ocho años después de esta entrevista, Antonio Mesquida, con setenta y cinco años, se conservaba perfectamente, rodeado de sus objetos de arte sacro y aumentando sus actividades.

“Mientras pueda aguantar y hacer lo que yo quiero retirarme –me dijo entonces, sorprendido–, no siento la necesidad de retirarme. Si no hay más remedio, lo haré, pero, mientras el cuerpo aguante”…

Era en enero del 2005 cuando viajó a México, en donde decoró dos iglesias; a Guatemala, invitado por el nuncio, amigo suyo; a Roma, donde mantenía innumerables relaciones con gentes de la Iglesia; a Ibiza, en donde restauró el retablo de la iglesia de San Rafael... Cada mes de julio Antonio Mesquida veranea en Mallorca, en donde piensa dejar, si las autoridades aceptan su propuesta, más de doscientas piezas antiguas de arte y reproducciones de todo el mundo, en una Fundación de Arte Sacro parecida a la que ya tiene en Tenerife.