lunes, 31 de enero de 2011

Bartolomé Escandell Bonet. (II) Músico en la Banda


Banda de música de Ibiza antes de la llegada del turismo.

- ¿Cómo ve usted la isla de Ibiza en la época que precedió al turismo?

- Con una enorme nostalgia y añoranza. Era una Ibiza pequeña y entrañable, en donde todo transcurría a un ritmo muy pausado y todos nos conocíamos: sus costumbres, su paseo por el puerto, sus conciertos dominicales de la banda municipal. Por cierto, yo fui también músico. Tocaba el clarinete en esta banda que la Guerra Civil prácticamente disolvió. Un concejal, Manuel Verdera, padre de Evelio Verdera, catedrático de derecho mercantil que fue rector del Cesar Carlos y del Colegio español en Bolonia, quiso recomponer aquella banda desaparecida. También he practicado por mi cuenta el violín y el piano. Aquella Ibiza era un encanto, algo que uno ve entre sueños y durante toda mi vida he tenido que añorarla. Estos son mis recuerdos de la isla, unos recuerdos entrañables de una Ibiza muy casera.

- ¿Cuándo se inició el cambio, con el turismo?

- No hay un punto de referencia. Fue muy paulatino e in crescendo hasta el boom actual. Digamos que los años 60 pueden ser un hito de avance y de invasión un poco desbordante en que todo tuvo que adaptarse a lo que sería la primera industria del país: la exportación invisible del sol y la de las playas. En esta Ibiza en la que uno vuelve, se encuentran cada vez más cosas nuevas y más caras que desconocemos. De manera que uno se convierte un poco como forastero en su propia tierra. Pero todo ello es positivo y aprecio el enorme desarrollo que ha experimentado la isla. Sería impensable que aquella Ibiza hubiera pervivido porque significaría que se había detenido, lo que uno no desea, sino que el progreso continúe. Aunque con él se pierden muchas cosas, como el paisaje, al crecer tan anárquicamente... Cuando las necesidades desbordan los ritmos normales de crecimiento, el paisaje siempre sufre.

- Una palabra ha nacido con este cambio: la "balearización", un ejemplo a no seguir.

- Bueno, sí, claro, pero no es una palabra exclusivamente nuestra. En toda España se han hecho barrabasadas. Se han cubierto unas primeras líneas de playas, se han cometido atentados contra la naturaleza, contra el gusto estético, etcétera. Yo no emplearía esta palabra como término exportable al ser común esta pérdida del entorno y ese deterioro del paisaje por efecto de las urbanizaciones que han ido buscando exclusivamente beneficios. La "balearización" es general en todo el Mediterráneo y en tantos otros sitios.

- De Ibiza procede el que fuera Ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes...

- Matutes es un hombre de empuje, con una enorme capacidad de trabajo. Pero de las personas vivas prefiero no opinar.

Mañana: (III) Fundador del Centro de Estudios Inquisitoriales

Bartolomé Escandell Bonet. Catedrático de Historia.


Bartolomé Escandell Bonet. Frente a un cuadro de Ibiza.

Su linaje recorrió, en tres generaciones que le precedieron, los sectores agrarios, industrial y de servicios. Sus abuelos tenían propiedades rurales en la Bahía de Ibiza y su padre pasó del sector agrario al industrial y fue propietario del primer establecimiento que tuvo el título de hotel en la isla: el Hotel España.

Bartolomé Escandell nace en Ibiza capital, el 24 de febrero de 1924, y es el primer catedrático ibicenco de Historia en la Universidad española. Trabaja como subdirector general de Centros Universitarios en el Ministerio de Educación. Cuando la Universidad Balear se independiza de la de Barcelona y se plantea su legalización, en los años setenta, los gestores de la misma van encantados a hablar con él en mallorquín. Su nombre figura en la Enciclopedia de Mallorca. Escribe una historia de Ibiza y Formentera que ha publicado en dos tomos y un tercero que prepara en el momento en que lo entrevistamos, en 1999. Creó y fue rector de la Universidad Internacional del Mediterráneo. La primera universidad creada en la isla.

“La verdad es que, cada vez que iba a la isla y me reencontraba con amigos de la infancia y compañeros de colegio y de instituto –recuerda este historiador ibicenco–, me preguntaban a menudo que cómo veía su historia y si la que habían vivido hasta el momento era importante. Naturalmente, les contestaba que sí, pero que, desde mi punto de vista de catedrático de la Universidad que enseña a los alumnos pautas de historiografía científica, podía hacer otra cosa. Y me sentía obligado moralmente para devolver a mi propia isla una parte de lo que le debía. No podía desaparecer sin dejarles una historia de mi tierra natal que respondiera a un género historiográfico y que pudiera tener un respaldo científico”.

- ¿A qué edad salió usted de la isla y a dónde fue?

- Tenía 18 años y fui a estudiar a Valencia mandado por mi padre porque entonces se hablaba allí castellano y porque estaba cerca de la isla. Quería él que me formara en esta línea. Fue de l943 a 1948. En Madrid, hice el doctorado, y una ampliación de estudios en París, Bruselas y Estrasburgo. Luego, gané la cátedra en Salamanca. Estuve en Oviedo y en Valencia como catedrático de historia moderna. Entonces era subdirector general de Centros Universitarios en el Ministerio de Educación. En Madrid, fui director de la Universidad con Premio Extraordinario Nacional y uno de los fundadores de la restauración de la Universidad Cisneriana de Alcalá. Ahora soy decano honorario de aquella Facultad de Letras. Igualmente, fui profesor de la Universidad de Pennsilvania y de Virginia.

Mañana: Bartolomé Escandell Bonet. (II) Músico en la Banda de Música.

miércoles, 26 de enero de 2011

(Y IV)Pero Ribas: “Estoy perdiendo mis propias raíces”


- A lo largo de estos años en Salamanca, Alemania, Santiago de Compostela y Madrid, ¿sigue con sus raíces ibicencas?

- Lamentablemente, tengo que decir que las estoy perdiendo cada vez más, en el sentido de que voy cada vez menos a la isla y cada vez conozco a menos gente y tengo menos contactos. Sobre todo desde que murió mi madre y desapareció la casa donde yo crecí. El año pasado estuve dos días para ver a parte de mi familia, pero cada vez conozco menos la isla y me siento más alejado de ella. Estoy un mes, y me sobra. Porque ¿qué voy a hacer allí?

- Comer higos chungos, por ejemplo.

- Eso mismo puedo hacer en Alicante, en donde tenemos un apartamento.

- Pero sigue hablando el ibicenco y visita de vez en cuando la isla

- Y me siento muy a gusto, pero me considero un ibicenco analfabeto. Porque la única formación de gramática catalana que he tenido han sido tres clases que me dio Isidoro Macabich, que más bien eran de paleografía. Debo confesar que casi todos los ibicencos de mi generación somos catalano-parlantes pero analfabetos que desconocemos la gramática.

- ¿Y en Mallorca?

- Allí viví dos años, haciendo la mili y dando clases. La verdad es que estoy encariñado con esa isla y si tuviese que elegir un sitio ideal para vivir, la escogería sin ninguna duda por razón de la variedad que tiene Palma, una ciudad en la que se encuentran más cosas.

-¿Alguna vez pensó en dónde le gustaría morir o que le enterraran?

-Nunca lo he pensado. A Unamuno la muerte le precupaba mucho. Habla mucho de ella. A mí me gusta Unamuno, como escritor y pensador, pero no esa faceta. Y, no me lo he planteado mucho. ¿En dónde me gustaría morir? La verdad es que no me importa demasiado. Simplemente, no quisiera que me enterraran en un nicho entre hormigones, sino bajo tierra, en donde fuera. No me importa demasiado el sitio, con tal de que tenga alguna planta o flor encima. O si me apura, casi preferiría que esparcieran mis cenizas por el mar Mediterráneo. En el Levante, cerca de las Baleares. Sería una manera de volver a las raíces.

Próximamente: De Ibiza a Madrid. Bartolomé Escandell Bonet. Catedrático de Historia.

martes, 25 de enero de 2011

Pedro Ribas. (III). Expulsado por contestar al vicerrector.


Universidad Autónoma de Madrid, en la que Pedro Ribas fue cofundador.


- Sin embargo, pese a su brillante expediente, usted termina siendo expulsado. ¿Qué diablura hizo?

- Eso fue a finales de los cincuenta. Recuerdo que un superior me preguntó un día si había ido a misa. Le contesté que no le importaba. Era el vicerrector de la residencia en donde estaba internado y, en unas horas, me obligaron a dejarles. En realidad, ya había decidido salirme. Así que tuve que buscar una pensión. Allí terminé la Filosofía en un plan de cinco años que nos igualaba con los universitarios estatales.

- Luego, siguió el camino de la emigración.

- Me fui a Braunschweig, en donde trabajé durante un año en una fábrica. Era la época dorada de Alemania. Trabajaba de peón. Empecé limpiando las virutas de una fábrica de aceros en donde laboraban cinco mil personas. Así, terminé de practicar el alemán.

- Y desarrolló su faceta de políglota. Porque además del latín y del griego que dominaba, hablaba también estas lenguas vivas.

- El alemán, el francés, y el inglés los empecé a estudiar durante la mili. Luego fui a hacer el doctorado en Filosofía.

. ¿Fue en ese tiempo en que profundizó sobre Unamuno?

- Así es. Hice mi tesis doctoral sobre Unamuno y la filosofía alemana y empecé a trabajar en la Universidad Autónoma en 1968 69, de la que fui cofundador.

- Pero de ahí también salió usted rebotado.

- Bueno, en el segundo años nos echaron a la mitad de los que estábamos, entre ellos a Fernando Savater, que lideraba el grupo de nietzsheanos o de Filosofía lúdica. En realidad, no era por lo que uno decía en clase o porque fuera marxista de pensamiento, sino por ser activo en reuniones de PNN (Profesores No Numerarios). Te expulsaban por actividades sindicales o por apoyar movimientos reivindicativos. El rector era entonces el primer policía. A partir del tercer año se formó una considerable masa de alumnos y aquello cambió radicalmente. Entonces era frecuente la entrada de la policía con sus cargas.

- ¿Qué hizo cuando le expulsaron?

- Me ofrecieron trabajo en la Universidad de Compostela y allí estuve casi un curso entero, en l974. Luego, pasé dos años de becario en Alemania. Y, por una afortunada incoherencia del franquismo, el mismo Gobierno que me había echado me concedió una beca para Berlín. Allí estudié el marxismo europeo. La beca era para estudiar las relaciones entre los fundadores del socialismo español y el alemán. En los principios de los sesenta, ya se permitía leer algún texto de Marx. Pero no el Manifiesto del Partido Comunista ni los textos de Lenin, hasta muy avanzados los años setenta. Después de la muerte de Franco, coincidiendo con una bajada del marxismo, se empiezan a editar y a publicar sus escritos. En Alemania, tuve contacto con unos mallorquines y un catalán que trabajaban en la misma fábrica. Yo hacía de traductor de grupos españoles e italianos que iban llegando. La mayoría de ellos se volvieron a España.

-Y en la Universidad Autónoma, en la que pasó más de treinta años, ¿qué enseñaba?

- Historia del Pensamiento Español. Teníamos la tendencia de ver la Filosofía como si procediera de fuera, de los griegos, de Alemania, y creíamos que la cultura española era todo de importación, con algún nombre ilustre como Ortega y Gasset o Suárez. Había como un desprecio hacia la propia tradición española y, sobre todo, un desconocimiento de nuestra producción, las tendencias que ha habido en el siglo XIX, XX o en el pasado. Pero yo sentía un gran interés, sobre todo cuando la actitud típica de los profesores y de los alumnos de Filosofía era despectiva. Como si, en España, no hubiera habido Filosofía. Trabajé con un grupo que intentaba dar a conocer el pensamiento español. Y me dediqué a dar cursos de Unamuno, del marxismo español y de los escritos de Marx sobre España.

Mañana: (y IV) “Estoy perdiendo mis propias raíces”.

lunes, 24 de enero de 2011

Pedro Ribas (II) Pedro Ribas y la dura postguerra en Ibiza.


Seminario de Ibiza, antigua residencia de los jesuitas. Actualmente, se ha convertido en apartamentos. Su torre es uno de los escasos restos arquitectónicos de la presencia de los musulmanes en Ibiza.

- Usted conoció los duros años de la postguerra en los que el turismo todavía no había emergido. ¿Cómo era la isla, entonces?

- Quienes entonces se defendían eran los campesinos que tenían el campo y salían a pescar, con lo que por lo menos comían. Los demás, lo pasábamos muy mal, sobre todo en el seno de una familia como la nuestra. El turismo debió de empezar en la década de los sesenta.

- Pero la isla se conservaba entonces mucho mejor que hoy, que dispone de todo el progreso y prosperidad a su alcance.

- Tampoco era ideal porque, al faltar el trabajo, faltaba todo. Pero, unos años antes, durante la República, había una diversificación de trabajo. La isla contaba con una fábrica de conservas, otra de calcetines y un tejido industrial mínimamente diversificado. Luego, vino la Guerra Civil y todo se fue al garete. Con el turismo de los años sesenta, desapareció prácticamente la agricultura y todo se convirtió en un monocultivo peligrosísimo porque si falla el turismo, todo se hunde.

- En esos tiempos de su infancia y pubertad sólo había dos centros de formación: el Instituto y el Seminario. ¿Por qué optó por este último?

- A mí me interesaba aprender y, al ver pasar delante de casa a los seminaristas que iban a jugar al fútbol en un descampado, pasadas las Figueretas, me iba con ellos. Mi madre, que era viuda –mi padre acababa de morir–, me presentó al Obispo que me pagó el internado. Así que ingresar en el Seminario fue bastante familiar para mí. Luego marché a la Universidad de Salamanca, al no haber sitio en Comillas. Allí había un caldo de cultivo muy interesante, entre diversas órdenes y gente de toda España y de Sudamérica. Incluso se contaba con norteafricanos

- Tengo entendido que usted hablaba el francés. Lengua entonces desconocida en la isla.

- Así es. Los castellanos en cuestión de idiomas, eran fatales. Y yo, que lo había aprendido en el Seminario con el profesor Bujosa, me lucía.

Mañana: (III) Expulsado por contestar al vicerrector.

Pedro Ribas Ribas. Especialista en Historia del Pensamiento español. Catedrático en Filosofía


Séptimo de once hermanos, Pedro Ribas Ribas nace en Ibiza el 22 de junio de 1939. Es cáncer capricornio pero él no cree en los signos zodiacales. Su padre era albañil, al mando de una familia numerosa, en una isla que pasó muchos años sin trabajo. La mayoría de sus hermanos vivieron desperdigados. Uno, se alistó en la Marina; dos fueron prófugos, en Francia. Siguiendo la práctica frecuente del franquismo –segunda mitad de los años cuarenta–, se escaparon en una barca hasta Argel, en busca de trabajo. Y fueron pillados por la Guardia Civil.

Su infancia se desarrolla en los años más duros de la Guerra Civil en los que se trabajaba hasta dieciocho horas diarias para ganarse un pequeño jornal. Ribas logra entrar en el Seminario de Ibiza. Luego, va a la Universidad Pontificia de Salamanca. Se licencia y doctora en Filosofía en la universidad seglar y logra ser cofundador de la Universidad Autónoma de Madrid, donde se especializa en Historia del Pensamiento español.

Pedro Ribas es autor de los siguientes libros: “La introducción del marxismo en España” (Ensayo bibliográfico) Ediciones de la Torre, “Aproximación a la historia del marxismo español” (Ed. Endimión), “Verbreitung und Rezeption der Werke von Marx und Engel in Spanien”, “Para leer Unamuno” (Alianza Edit.), “¿Se puede entender a Kant en español?" Ha editado y traducido a clásicos alemanes como “Crítica de la razón pura" (Taurus), “Herder: obra selecta” (Alfaguara y RBA), “Kart Marx/Friedrich Ángel: Escritos sobre España” (Trotta), “Kart Marx/Friedrich Engels: Manifiesto del Partido Comunista del Partido Comunista” (Alianza Editorial). Ha editado asimismo numerosos escritos no recogidos antes en libro como: “Unamuno, escritos socialistas”, “Unamuno, Política y filosofía” (Artículos recuperados), “Unamuno y el socialismo”, “Unamuno: Cartas de Alemania". Y ha colaborado en libros colectivos como “Uamuno y el problema agrario”, “Pensamiento filosófico español”, “Pensamiento filosófico español” y en una treintena de libros. Y es autor de otra treintena de artículos en español, inglés y alemán publicados en diferentes revistas.

Mañana: (II) Pedro Ribas y la dura postguerra, en Ibiza.

viernes, 21 de enero de 2011

Concha García Camnpoy (y VI) “Ibiza, una isla que nunca abandonaré”.


- ¿Vuelve, de vez en cuando, a su isla?

- Ibiza es el lugar donde siempre vuelvo una y otra vez y que nunca voy a abandonar. Allí tengo una casita, mantengo los mismos amigos y un contacto permanente con todos ellos. Porque, cuando me vine a vivir a Madrid, pensaba que podía ser fácil olvidarme de aquello. Pero cuando ha ido pasando el tiempo, he ido necesitando más de la isla. No me gustaría vivir allí permanentemente, porque me gusta mucho esta actividad. Pero, desde luego, no la abandono.

- ¿Piensa volver algún día definitivamente allí?

- Creo que volveré temporadas más largas. Mi ilusión sería poder vivir la mitad del año aquí y la otra mitad allá. Me encantaría. Trabajar más sosegadamente y escribir más. Poder nutrirme en Madrid y poder hacer cosas en la isla.

- ¿Se acuerda del primer sueldo recibido cuando estaba en la isla? Si lo compara con el ganado en la actualidad ¿hay mucha diferencia?

- Mi primer sueldo no fue en periodismo sino en una agencia de viajes, a los 14 años. Me pagaban 3.500 pesetas. Y lo hacía, compaginando los estudios. Cuando entré en Radio Popular, creo recordar que eran unas 8.000 pesetas al mes. Comparado con lo que cobro hoy en día hay una diferencia abismal. Siempre he trabajado mucho, y, por lo menos, en dos sitios a la vez. Siempre corriendo y yendo a salto de mata. Lo mío ha sido un afán un poco desmesurado por hacer cosas. Es una cuestión de carácter. Y ahora me he obligado a hacer un solo trabajo porque esto me llena todas las horas del mundo.

- ¿No tiene miedo de que algún día llegue a pasar de moda, que a la gente ya no le interese tanto o que ya no la contraten?

- Soy consciente de que he ido pasando de moda poco a poco. No soy una persona que ahora esté de moda. Pero, al pasar el tiempo, vas dejando un poso de un trabajo que se ha ido proyectando. La Radio, durante tantos años, te cambia mucho. No es lo mismo que la Televisión. Ahora a lo que aspiro es a seguir trabajando pero a elegir las cosas y a no estar muy esclavizada. Valoro más tener más tiempo para mí. Es decir, que me voy haciendo a la idea de lo insignificante que soy en ese mundo. Eso me ha venido poco a poco. No digo que esté curada de todo ni de toda vanidad. Sin embargo, cada vez me importa menos.

- ¿Cómo y en dónde le gustaría morir?

- A mí me gustaría morir durmiendo, tranquilamente. No me importa demasiado dónde, pero sí que sea cerca de la gente a la que quiero. Y me gustaría hacerlo con la sensación de que he hecho las cosas que tenía que hacer en la vida. Cuando era jovencita, tenía mucho miedo y obsesión por la muerte. Ahora no lo tengo y me obsesiono más por la gente que pueda querer y se muere. Eso me da pánico. Y, sobre todo, me da mucho miedo el dolor. Pero la muerte en sí, no.

- ¿Desearía que le enterraran en un lugar determinado o que la incineraran?

- Preferiría esto último. Y que se guardaran mis cenizas en algún sitio, en contacto con el mar. Preferentemente, en Ibiza.

(Esta entrevista fue realizada en junio de 1998)

jueves, 20 de enero de 2011

(V) Una mujer con suerte.


- ¿Cuántas entrevistas lleva realizadas a lo largo de su carrera periodística y cuál le ha impactado más?

- Entre todos los medios, quizás miles. Ya ni puedo recordarlo. Porque, en el magazin de una sola mañana puedo haber hecho quince, algunas en profundidad, otras que duraban unos minutos. Me ha impactado sobre todo la gente que ha tenido una peripecia vital interesante y muchas veces ha sido poco conocida. Por ejemplo, Eugenio Granell, un pintor surrealista que estuvo 50 años exiliado y que volvió, en el año 80, a Madrid. Una persona con peripecia y con un sentido positivo de la vida, que ha conocido todo y ha tenido un interés político, cultural y humano. Y me he encontrado con gente muy completa. Mis amigos me dicen que me gusta la gerontocracia. Pero es que a mí la gente con experiencia y con cosas que contar y que sigue teniendo la idea de vivir me llama poderosamente la atención. En Ibiza, un personaje muy importante fue el pintor alemán Will Faber que llegó a la isla en 1934, huyendo del genocidio nazi y estuvo viviendo en la isla durante muchos años. Todo un descubrimiento para mí. Esta clase de gente a mí me impacta. De una manera más formal me interesó mucho la Reina que entrevisté para El País. Tuve acceso con ella en su casa. Luego me he encontrado con gente muy seductora en la política, tipo Adolfo Suárez. Pero, normalmente, me interesan mucho más quienes tienen que ver con la pintura, la literatura o viven la vida muy intensamente, que la gente con una gran notoriedad pero que, al estar obligada a dar una determinada imagen, siempre acaba contando las mismas historias.

- Y, por si fuera poco, se dedicó también a escribir algún libro.

- En realidad son recopilaciones de entrevistas efectuadas en la Radio o en la Prensa. “Interiores” son los trabajos que hice en El País y “La doble mirada”, en la Revista del Mundo. Estos últimos los hice al alimón con Ouca Lele, la fotógrafa pintora. Yo hacía mis entrevistas y ella, con su técnica para pintar, las fotografías.

- ¿Qué cree que sería de Concha García Company sin los medios de comunicación?

- No lo sé porque los elegí para trabajar y se funden en mi vida. No distingo demasiado una cosa de la otra: lo que es mi trabajo y lo que es mi vida. Sí entiendo lo que es mi privacidad de lo que es mi trabajo público. Pero, al final, el trabajo también te va formando. A mí los medios de comunicación me han dado más seguridad para ir por la vida. De las entrevistas he procurado aprender cosas que me aprovechan para saber vivir. He ido fagocitando todas las experiencias de los demás, que me enseñaban algo. Me imagino que, si no hubiera habido medios de comunicación en mi vida, hubiera sido seguramente una persona algo más frágil de lo que soy y menos curtida. A lo mejor podría tener más frescura, no lo sé. Soy consciente de que soy una mujer con suerte. He conocido a gente con verdadero talento, pero que ha tenido pocas oportunidades. Yo he tenido muchas. Las cosas me han ido saliendo muy redondas, una detrás de otra. Y he sabido aprovecharlas. He trabajado mucho, pero no he tenido que hacer nunca nada extraordinario para conseguir nada. Y eso creo que es un factor-suerte que hay que tener en cuenta.

- Usted ha escrito en los periódicos, ha hablado en la radio y en la televisión. Ha parido dos hijos y supongo que ha plantado algún árbol. ¿Qué le ha parecido más difícil?

- Tener biológicamente un hijo es muy sencillo. Pero educarlo y saber estar a la altura de las circunstancias es lo más complicado de la vida y lo más hermoso. Mis hijos me han dado un sentido de la existencia diferente. En lo que más difícilmente puedes acertar es en todos los extremos de la educación, por supuesto.

- ¿Le gustaría que su hija fuera también periodista?

- No. Tras muchos años en la brecha, he visto cómo muchas cosas se cambian de la noche a la mañana. Y como me ha ido bien, me daría un poco de miedo ver a mis hijos circular por el mismo camino e itinerario, sin tener quizás la suerte que yo tuve. Por esto me apetecería que fueran por otro lado. Pero, por supuesto, que hagan lo que quieran.

Mañana: García Campoy (y VI): “Ibiza, una isla que nunca abandonaré”.

Concha García Campoy. (IV) En la cresta de las ondas.


Campoy siguió unos años en TVE pero desvinculada de los informativos. Uno de sus mejores programas fue “Mira-Dos”, un magazine con entrevistas a grandes personajes de actualidad. Después reinventó la radio del fin de semana en la SER y acabó encargándose de las Mañanas de Cuatro.


- ¿Y, afortunadamente, no se estrelló?

- Mi primera habilidad es saber rodearme de gente inteligente y lista. En 1986 había pasado esporádicamente en Radio Nacional, cuando, repentinamente, Julio César Iglesias, el director de las mañanas de Radio 1, se fue a la SER. Fernando Delgado me llamó entonces, mientras continuaba con el Telediario. Fue mi primera experiencia radiofónica de dirección de un grupo, y allí conocí a Lorenzo Díaz, con el que luego me casé, que es mi segundo marido, y a Javier Riollo, que es un periodista y guionista espléndido que estaba allí. Así que, cuando me voy a la Radio, tengo claro que debo ir con ellos. Porque los guionistas en la radio son muy escasos y yo sabía que tenía que hacer mucho y muy bien. Impuse la contratación de esas personas y, a partir de ahí, formé un equipo y nos salió todo redondo.

- Cuesta creer que fuera más rentable trabajar en la Radio que en la Televisión.

- Pues es así. Con la salida de Televisión y la entrada en la Radio tripliqué mi sueldo. El de la Televisión era de doscientas cuarenta mil pesetas. Hoy se gana bastante más. Pero, en ese tiempo, no era mucho porque vivir en Madrid, en un apartamento de 35 metros cuadrados, valía 60.000 y yo iba a Ibiza todos los fines de semana. Así que me salía lo comido por lo servido. Pero era una promoción y una popularidad muy grande que luego, sin duda, fue importante para que me llamaran para la Radio. Sin el apoyo de esta popularidad, evidentemente, no creo que hubiera conseguido la confianza de esta gente.

- ¿Cuánto tiempo aguantó en las ondas?

- Ahí estuve desde 1988 hasta 1994. Después de hacer “A vivir que son dos días”, la propia empresa, cuando Prisa entró en Antena 3 Radio, me envió para dirigir las mañanas de Antena 3. Hacía “Días de Radio”, pero Antena 3, con el Grupo Prisa, duró un año nada más. Despareció y fue absorbida por el Grupo. Me ofrecieron de nuevo “A vivir que son dos días”. Pero, después de haber salido, no me apetecía volver a hacer lo mismo. Y, justo en ese momento, tuve una oferta en Onda Cero para llevar un espacio que era de las 23 horas a las 2 de la madrugada. Mi ilusión era el pensar que, si habíamos abierto una brecha en el fin de semana, podíamos abrir otra con “Noches de radio”, en un espacio tradicionalmente dedicado al deporte. Estuve un año así pero, finalmente, la empresa me ofreció dirigir “La brújula”, de ocho de la tarde a doce de la noche, un informativo con tertulia política.

- Estuvo usted en radio, en televisión y en la prensa escrita. ¿Cuál de los tres medios le interesa más?

- El medio en el que yo pensaba que iba a hacer más cosas era la Televisión. Pero mi medio natural creo que es la Radio. Quizás porque en ella siempre he podido hacer exactamente lo que he querido. Siempre me han dejado elegir, dirigir mis propios equipos y hacer lo que he querido. En ella me he sentido completamente libre. En Televisión, sin contar con experiencia, tuve una proyección pública grandísima. Pero, en ella, todo ha sido más complicado. Durante seis meses, dirigí un programa en TVE 2 llamado “Mira 2”. Eran dos personajes que analizaban la realidad. A partir de entonces, la Televisión que se ha hecho es de mucho espectáculo, muy respetable, pero en la que no me he visto encajar bien. En cambio, siempre he escrito. Hice algún proyecto que no fue aceptado aquí, sino que me lo han comprado en el extranjero. También estuve en El País. La prensa siempre me ha servido un poco para recreo. Y nunca hice nada que me obligara a darme prisa. Porque para correr ya me bastaba la Televisión.

Mañana: (V) Concha García Campoy. Una mujer con suerte.

miércoles, 19 de enero de 2011

(III) Tres años de felicidad total en Televisión Española.


- Era usted muy joven, entonces.

- Tenía 26 años y estaba casada en Ibiza con el abogado ibicenco, Jaime Roig. No tenía intención de quedarme en Madrid, que me impresionaba un poco, e hice prometer a José María Calviño que, a los seis meses, me liberarían sin perder mi plaza en la isla. Pero, a los seis meses, ya estaba enganchadísima. Había descubierto un mundo completamente nuevo, en el que me esperaba toda clase de zancadillas, puñaladas y malas historias. Pero, curiosamente, cuando yo llego a Televisión Española, se produce una renovación muy importante. Lo malo es llegar a un sitio y estar sola en un entorno ya muy instalado. Pero, en ese caso, había al menos cincuenta personas nuevas. Ángeles Caso, Lobatón, Manuel Campo Vidal y otros que estaban allí me ayudaron muchísimo en aquel entonces. Y yo pasé tres años de una felicidad total, aprendiendo muchas cosas.

- ¿Por qué abandonó la tele, si estaba tan bien?

- Porque llegó un momento, que me estaba enquistando en lo que es una pura imagen. Coincidió con la llegada de Pilar Miró, que era muy buena Directora General en la programación de cine y de series, pero que no dominaba los informativos que perdieron mucho fuelle. Justo en ese momento me llamaron de la SER para que fuera a dirigir los fines de semana. Vi una oportunidad magnífica para hacerme una periodista y dejar de lado mi aspecto de presentadora. Pensé: “Si sigo aquí, puedo acabar con cualquier cambio de criterio de un nuevo Director General que no le guste mi cargo”. Yo no era más que eso o muy poco más. Sabía que tenía que hacer periodismo a pie de calle y de obra, e infiltrarme en los lugares más insospechados, cosas que, en televisión, no había hecho. Me pareció una idea estupenda y un buen momento para dejar la televisión en la que ya empezaba a no encontrarme tan bien. Y, ante esta oferta de empezar de nuevo en una historia de radio, opté por ella.

- Sin embargo, su cambio no fue igualmente interpretado por todos por igual.

- Mucha gente se escandalizó porque abandonaba voluntariamente la presentación de los Telediarios que, en la época del monopolio televisivo, tenían una audiencia masiva, de veinte millones de personas. La popularidad, en aquellos momentos, era desbordante. Yo lo miraba desde fuera, como una espectadora, porque todo aquello me hacía mucha gracia. En el fondo, me parecía tan divertido y me lo pasaba tan bien... Pero, en un momento dado, me asustó porque veía que la popularidad me aislaba mucho. Sin embargo, nadie comprendía cómo iba a hacer un programa de radio de fin de semana cuando este espacio no existía en la radio, salvo los deportes por la tarde, y cómo iba a dejar algo tan brillante y tan florido como la televisión. No sabía si me iba a estrellar. Pero estaba segura de que así no podía seguir.

Mañana: (IV) En la cresta de las ondas

martes, 18 de enero de 2011

Concha García Campoy: (II) “Encontré el periodismo muy flojo”


Concha García Capoy (a la izquierda), junto a María Escario y Ángeles Caso, elegidas en 1985 para renovar la imagen de los telediarios de RTVE.


-¿Trabajaba y estudiaba al mismo tiempo?

- Dedicábamos nuestros ratos libres al estudio. Cursé el bachillerato pero, a partir del Cou, ya no se podía hacer nada. Así que, a los 16 años, estudié periodismo en Ciencias de la Información, de la Universidad de Barcelona. Recuerdo que iba y venía a Ibiza, en donde me pasaba los veranos. En ese tiempo, me dio una especie de ataque por el estudio. Encontraba el periodismo muy flojo y no me parecía una carrera seria. Así que empecé Ciencias Económicas, estudios que compatibilizaba con el periodismo, hasta que llegó un momento en que no pude más y dejé las Ciencias Económicas. Fue en tercero y luego empecé Filología Hispánica. Me había metido en tantos compromisos de estudios que pasé un momento de crisis. El último año de periodismo, en el 79 –había dejado también la Filología–, me salió un trabajo en Radio Popular de Ibiza. Allí estuve por lo menos cinco años. Simultáneamente, colaboraba en el periódico Última Hora.

- ¿Qué pasó en 1984, con su primer contacto con Televisión?

- Al abrirse el Centro Regional de Televisión Española, hubo unas oposiciones. Curiosamente, me llamaron para que me presentara. Entendía perfectamente el catalán, pero, a partir de ese momento, me obligué a hablarlo para poder trabajar en televisión y saqué la plaza con el número uno. A los seis meses, me llamaron para que presentara al telediario nacional.

-¿Quién la llamó?

- Enrique Vázquez, director de los Servicios Informativos, a quien Fernando Delgado le había hablado de mí. A Delgado le había conocido accidentalmente, a raíz de unos encuentros culturales que organizábamos en Ibiza. Entonces dirigía Radio 3, de Radio Nacional de España, y posteriormente sería director de la misma. Vázquez me dijo que estaban buscando talentos y que si, al día siguiente, podía estar en Madrid. Fue un año antes de entrar en la Televisión Nacional. Me presenté y me hicieron, junto a Beatriz Bécquer, que era subdirectora de Radio Nacional y a Jordi González, entonces jefe de Comunicación de la Casa Real, unas pruebas para presentar el Telediario. Ninguno de los tres salimos elegido, sino Pepe Navarro al que pusieron como presentador, cosa que a él tampoco le encajaba. Y nos olvidamos del tema hasta que, un año después, cuando ya estaba en la plantilla de Televisión y en el Centro Regional, me volvieron a llamar para presentar el Telediario.

- Una historia muy curiosa

- Y muy bonita para mí, porque fui por primera vez a Madrid no porque alguien me hubiera enchufado, sino porque ya tenía una plaza por ese examen. Pero aquel gesto y aquella fe de Fernando Delgado me sorprendió. Siempre fue muy delicado. Me protegió inicialmente porque era responsabilidad suya, y, para que no me sintiera tan sola, me presentó algunos amigos suyos. Pero muy rápidamente se quedó en un segundo plano. Y nunca pidió nada a cambio. Al pasar los años, lo hemos hablado muchas veces. A mí me hizo mucha gracia que la SER le ofreciese el programa de fin de semana “A vivir que son dos días” junto con un equipo con el mismo esquema que cuando yo lo creé en esta emisora. E hizo lo que yo había hecho antes. Y a mí eso me parecen piruetas de la vida que se me antojan muy divertidas.

- Lo mismo que José María Calviño, entonces Director General de Televisión Española, que luego fue tertuliano suyo…

- Los presentadores teníamos entonces una consideración muy especial cuando no éramos más que periodistas y algunas, como yo, muy a medio hacer. Ni estaba rodada, ni conocía a nadie en Madrid y sólo tenía una experiencia muy local, con lo cual lo único que yo podía ofrecer en aquel entonces era la frescura de una persona joven que tenía cierto aplomo pero, al fin y al cabo, una periodista cuya popularidad estaba muy por encima de su capacidad profesional. Bueno, pues yo llegué y Calviño hablaba directamente conmigo.

Mañana: (III) Tres años de felicidad total en Televisión Española.

domingo, 16 de enero de 2011

De Ibiza a Madrid: Concha García Campoy.


Hija de padres inmigrantes de Andalucía y Catalunya, Concha García Campoy nace dos veces: una en Tarrasa (Barcelona), el 28 de octubre de l958, y la segunda en Ibiza, a los siete años. En el año 1962, su familia fue víctima de unas riadas que desbordaron el río Llobregat y acabaron con numerosas casas. En el trágico suceso murió mucha gente. Ella misma, su hermana y sus padres, en un momento de confusión, fueron dados por muertos. Luego, fueron a vivir a unas casas provisionales de madera, barracones construidos para los damnificados y pasaron allí tres años más. Hasta que, aprovechándose de un familiar que era el jefe de obras de la empresa que construyó el antiguo aeropuerto de Ibiza, se instalaron en la isla, en 1965.

Cuando llega de niña a la capital pitiusa, sus padres abren una tienda de comestibles, y se aprovechan de la época del despegue turístico. Luego, otra de souvenirs, en la que venden gitanas de plástico, toros y todas las horteradas compradas por los turistas. Y, finalmente, un restaurante cerca de la playa, en las Figueretas.

- En la isla, usted comienza a trabajar detrás de un mostrador.

- Lo que me sirvió mucho para comunicarme con los demás. El trato con los clientes fue una escuela para mí. Luego, desde que cumplí los veinte años a los cuarenta, he trabajado en todas las emisoras de radio –en La Cope, en Radio Nacional, en Antena 3, en la Ser...– en la prensa y en la Televisión, y he llegado a ser una de las periodistas de moda del momento.

- Volvamos un poco atrás. ¿Recuerda su llegada a la isla?

-Aquello fue como ver la luz después de estar en la oscuridad. Todo lo que nos había sucedido había sido tan complicado, perentorio y provisional, que llegar a Ibiza y empezar a despegar en un sitio en donde teníamos una playa delante en la que nos podíamos bañar y disfrutar de un paisaje maravilloso fue como un sueño. Recuerdo que, al llegar a la isla, empecé a soñar en colores. Mi madre, llorando, se sentada en la playa al ver el panorama que tenía por delante. Y mi padre decía que, si teníamos que morir, aquel era el lugar más adecuado. De hecho, jamás volvieron a plantearse el cambiarse de lugar para vivir.

- Eran entonces dos hermanas...

- Mi hermana y yo ayudábamos mucho a mis padres en el restaurante, en la tienda de souvenirs, y teníamos la experiencia del contacto con la gente y ese espíritu un poco fenicio y comerciante. Siempre estuvimos unidas como una piña. El tercer hermano nació después.

Mañana: (II) “Encontré el periodismo muy flojo”.

miércoles, 12 de enero de 2011

José Torres Riera. (IV) "En una década, puede haber colonias en la Luna"

- ¿Cuánto tiempo puede pasar antes que se inicie la explotación de la Luna?

- Es cuestión, como digo, de presupuestos. Y esto es una decisión política. Pero, si se confirma la existencia de agua en forma de hielo del que se pueda obtener agua, oxígeno e hidrógeno, componentes vitales para el ser humano y como combustible, contando con los presupuestos aprobados, sería cuestión de una década. Incluso Europa, que no había prestado mayor atención a la Luna, concretamente la Esa, está definiendo un proyecto para estar también presente. Siguiendo un ritmo normal, y si no vuelve a haber una interrupción por cuestiones políticas que, en definitiva, deciden los presupuestos de las naciones, en una década puede haber colonias en la Luna.

- ¿Y no existe el peligro de que se convierta en una colonia americana?

- Por supuesto. Pero yo pienso que actualmente la situación es más favorable y naturalmente, todo está por legislar. En la Tierra tenemos un ejemplo muy gráfico, que es la Antártida. Y, aunque hay siempre disputas, la verdad es que es patrimonio de los científicos que conviven en ella y, al fin y al cabo, de la Humanidad. En sentido político, es tierra de nadie. Y pienso que la Luna debería ser algo por el estilo. Naturalmente, el que tiene más capacidad, más potencia, mejor tecnología y más recursos, está en mejores condiciones. Pero esto no tiene por qué impedir a otros que, bien en colaboración, bien más tarde con otros medios, pueden estar también allí.

- Aparte del espacio, ¿tiene usted aficiones particulares?

- Soy muy aficionado a la pintura. Por desgracia, por falta de tiempo y a veces de motivación y de concentración en un momento, cada vez me dedico menos a ella. Pero siempre me ha gustado mucho y nunca la he abandonado. Mi hobby es pintar a los grandes clásicos, como Velázquez, Rembrand, Goya... Indudablemente, con los años, se adquiere un poquito de técnica, aunque sólo sea un porcentaje muy pequeño de la de esos grandes maestros.

- ¿Otras aficiones?

- La pesca, cuando voy a Formentera.

- ¿No echa usted de menos el mar, desde un lugar tan lejano al mismo, como Madrid?

- La verdad es que llega uno a acostumbrarse. Pero necesito verlo de vez en cuando.

- ¿Es usted soltero o casado?

- Casado y tengo una hija de 22 años que está estudiando en los Estados Unidos. Mi mujer es madrileña.

- ¿Va usted todavía a su pequeña isla, Formentera, o ha terminado por olvidarla?

- En absoluto. Tengo una casa allí y voy siempre que puedo. Menos de lo que quisiera, pero un par de veces al año. Mis padres ya murieron, y yo soy el más pequeño de mis hermanos que siguen allí.

- Cuando usted muera, en dónde le gustaría descansar: en uno de los enormes camposantos de Madrid, en un cementerio pequeñito de Formentera, en la Luna, o que le desintegraran en el espacio?

- La verdad es que no es algo que me haya planteado. Posiblemente, aunque eso todavía es poco viable, si me dejasen elegir, escogería lo que eligieron hace pocos meses unos científicos americanos, a los que esparcieron sus cenizas en el espacio, contenidas en una urna con el lanzador Pegassus. En los Estados Unidos, donde todo se comercializa, ya hay una casa especializada en eso. Lo digo como hipótesis que no creo que sea realista pero ya que me lo pregunta, quizás fuera este medio.

Próximamente: De Ibiza a Madrid, Concha García Campoy.

martes, 11 de enero de 2011

José Torres Riera: (III) “Veo el futuro espacial con optimismo”.


Primeros pasos del hombre en la Luna.

- ¿Cómo ve el futuro espacial?

- Con optimismo. Aunque algunas veces ha sido en cierta manera criticado y lo sigue siendo, en el sentido de que se podría invertir mejor esa cantidad de dinero en otras cuestiones quizás más cerca del hombre. Lo que está claro es que el espacio ha sido un impulsor de la tecnología en muchos campos de los que nos estamos aprovechando a diario. Y con los retos que tenemos de conocer mejor y explorar otros mundos, yo creo que tienen un futuro asegurado.

- ¿No cree que invertir tanto en el espacio y, por otra parte, olvidarse de cosas elementales como solucionar la pobreza y la miseria es una contradicción? No podemos olvidar que diariamente se mueren de hambre 50.000 personas en la Tierra.

- Eso es lo que he dicho, que algunas veces se critica. Pero, a la hora de la verdad, la contribución al espacio, si lo comparamos con los presupuestos de armamento de los sectores bélicos, es relativamente pequeña. Y además, en algunas partes, revierte rápidamente y muy directamente a lo que es la tecnología que usamos de manera diaria en las casas. Por ejemplo, en electrodomésticos, en comunicaciones, en electrónica u ordenadoras. El espacio ayuda a tener una demanda de menos peso, menos consumo, más prestaciones en general. El hecho de que ahora cojamos un teléfono del tamaño de la palma de la mano y podamos comunicarnos, ha tenido mucho que ver con la industria espacial. La miniaturización de los componentes, la fiabilidad, son hechos reconocidos. A parte de que la Humanidad siempre tiene y tendrá la parte científica. Afortunadamente, hay un ansia de saber más, de conocer mejor y de explorar nuevos horizontes.

- A raíz del posible descubrimiento de hidrógeno en la Luna se están preparando nuevos planes. Se habla incluso de la colonización de la misma. ¿Para cuándo se preve realmente?

- Técnicamente ya es posible. Es, más bien, una cuestión de presupuestos. A la Luna se llegó en 1969, en unas condiciones muy precarias. Los rusos posaron sondas automáticas, pero los primeros que pisaron la Luna fueron los americanos Neil Armstrong y Buzz Aldrin, en el Apolo XI. La tecnología para hacer bases en la Luna ya existe. Sólo es una cuestión de presupuesto. La carrera a la Luna se planteó como un reto entre la Unión Soviética y USA. Estábamos en plena guerra fría y había que demostrar quién era el mejor. Pero, si hubiesen continuado con los vuelos tripulados, interrumpidos unos años después de la llegada, ya podría haber bases en la Luna.

- La polémica por llegar el primero parece que ha remitido.

- Después de que la Unión Soviética se desmembrara, perdió mucha potencialidad en este campo y lo que ahora existe es una colaboración entre los Estados Unidos, Japón, Rusia y Europa, el modelo que se debería haber seguido siempre. Una colaboración, más que una carrera por ver quién es el primero.

Mañana: (IV) “En una década, puede haber colonias en la Luna”

José Torres Riera. (II) Una vida dedicada al espacio.


Accesos a INTA, en Torrejón de Ardoz.

- Usted termina su carrera en 1966. Pero no se queda en Madrid.

- Fui a Barcelona, en donde trabajé en el aeropuerto del Prat, en la estación de radares de aproximación de tráfico. A los dos años de estar ahí, me llamaron del INTA, en donde había otros compañeros de promoción, y decidí volver a Madrid, en donde terminé la licenciatura en Ciencias Físicas. Desde entonces, después de un paréntesis de cinco años, del 1984 a 1989, en que estuve en Holanda, en la Agencia Espacial Europea, trabajo en este Instituto.

- ¿Para qué se desplazó a Holanda?

- Con los años de experiencia que ya tenía, trabajé en Comunicaciones Espaciales, la misma rama en la que estaba en el INTA. Así que no hubo un cambio sustancial de actividades. Me volví en el año 1989, casi también a la misma actividad donde estaba antes: en el tema de proyectos espaciales. Exceptuando los dos años de Barcelona, toda mi vida profesional la he dedicado al espacio. Y he participado en cantidad de proyectos de todo tipo, tanto españoles como europeos.

- ¿España tiene muchos proyectos espaciales?

- Cuenta con una industria apreciable, no solo en el INTA sino también en las industrias del sector. Construcciones aeronáuticas como Indra, Sener, Crisa... Hay un grupo de empresas que ha surgido en los años setenta, cuando el sector espacial empezó a tener más impulso, y que están a la altura de otras europeas del sector, completamente competitivas. Quitando el presupuesto nacional del espacio que es minoritario en cuanto a fondos, aquí hay que competir con todos los países europeos para ganar contratos de la ESA (Agencia Espacial Europea). Por tanto, las empresas españolas de este sector y el INTA también tienen que ser competitivas.

- ¿Colaboran dichas empresas con los proyectos europeos?

- Los grandes proyectos siempre son consorcios europeos e internacionales.

- ¿Estamos en igualdad de condiciones con respecto a los proyectos norteamericanos?

- Estados Unidos es el líder en muchos campos y muchas áreas del conocimiento, incluido el espacial. Europa, Japón y otros países industrializados, siempre vamos un poco a remolque de lo que marcan los Estados Unidos, en concreto, la Nasa. Pero Europa tiene sectores que se han hecho un puesto en este mercado y que resultan competitivos con los Estados Unidos, como puede ser el mercado de Ariane que compite con los lanzadores americanos y tiene actualmente un cincuenta por ciento en el mercado mundial de lanzamiento de satélites. Se trata de un consorcio europeo, de la sociedad Ariane Space constituida por varios países, entre ellos España, por medio de Construcciones Aeronáuticas. Es un lanzador totalmente competitivo en el mundo. En este sentido, Europa, en el lanzamiento de satélites comerciales, le ha ganado la carrera a Estados Unidos.

- ¿De qué manera contribuye España en ese proyecto?

- Con una cuota cifrada en unos 15.000 millones de pesetas al año a la Esa, cantidad que tiene que revertir en contratos a la industria española. Aporta equipos, infraestructura y partes mecánicas en todas las áreas de la tecnología.

- ¿Somos especialistas en algo?

- En concreto, el INTA se especializó básicamente en antenas para satélites de telemetría y telemando. Construcciones Aeronáuticas es totalmente competitiva en estructura, con nuevos materiales como fibra de carbón, en antenas de reflector. La industria Sener es totalmente competitiva en mecanismo e ingeniería en general; Indra lo es en el segmento terreno, en estaciones de tierra; Crisa, en unidades de potencia. Luego hay otras empresas más pequeñas como pueden ser Rymsa, especialista en antenas; GMV, expertos en mecánica de vuelo, etcétera.

Mañana: (III). Veo el futuro espacial con optimismo.

lunes, 10 de enero de 2011

De Formentera a Madrid: José Torres Riera.


José Torres, Ingeniero de Telecomunicaciones.


José Torres nace el 26 de agosto de l942, en San Francisco Xavier, Formentera. Es hijo de un propietario de una pequeña finca y tiene tres hermanos. Estudia bachillerato en el Instituto Santa María de Ibiza y, a los 15 años, pasa al de Alicante, en el que termina el bachillerato superior. Luego, se hace Ingeniero Técnica Aeronáutico.

Exceptuando dos años que trabajó en el aeropuerto del Prat de Barcelona, toda su vida profesional la ha dedicado al espacio. Cuando le entrevistamos, en 1999, es director de la División de Ciencias del Espacio, del INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial). Ha participado proyectos de todo tipo, tanto españoles como europeos. Ve el futuro espacial con optimismo y, cuando le entrevistamos, cree que, en una década, se podrán tener bases en la Luna.

- ¿Cómo era Formentera después de la Guerra Civil?

- No conocía el turismo y los medios de vida que había entonces eran la pesca, la agricultura y la emigración. Mi mismo padre había emigrado a la isla de Cuba con un tío mío que se casó y murió allí. Formentera tenía entonces pocas urbanizaciones. Eran casas unifamiliares. En cada finca había una y, en los pueblos, un par de núcleos pequeños. Todo el tráfico que llegaba a la isla tenía que pasar por Ibiza y se hacía la travesía a vela. Se lo oí contar a mis padres. Las barcas a motor que unían a ambas islas eran cada vez más potentes. En Ibiza no había ni aeropuerto. Recuerdo que utilicé por primera vez el avión desde Madrid a Ibiza en los años 60.

- ¿Era feliz la gente en aquel tiempo?

- Pues posiblemente más que ahora. Hombre, se notaba el aislamiento en cuanto que el progreso llegaba con retraso a la isla. Pero ahí todo el mundo se conocía. La gente se dedicaba a lo suyo y yo creo que no había ese afán consumista de querer acaparar más y de hacer más dinero como empezó a ocurrir luego, con la llegada del boom turístico a partir de la década de los sesenta. Evidentemente, el turismo ha aportado mucho a las islas, no lo negamos. Por lo menos, en el plano material. En el personal, unos piensan que ha sido muy positivo y otros pueden pensar en sus aspectos negativos que, indudablemente, los tiene.

- Tras estudiar el bachillerato superior en Alicante, decide continuar con los estudios en Madrid.

- Así es. Me vine en el año 1962 e hice Ingeniería Técnica Aeronáutica. En Palma, entonces no había ni siquiera Universidad. Tampoco en Alicante. Podía haber ido a Barcelona o a Valencia. Valencia y Alicante estaban prácticamente a la misma distancia que Mallorca porque había que coger el barco y casi se tardaba lo mismo en ir a la capital balear que en llegar a Valencia o Alicante. Pero la rama de Aeronáutica no existía más que en Madrid.

Mañana, continuará: (II) Una vida dedicada al espacio.

sábado, 8 de enero de 2011

Pilar Serra: "La mayoría de formenterenses ha vendido sus terrenos".


Faro de la Mola, en Formentera, la joya de las Baleares.


- ¿Nota usted los cambios habidos desde que abandonó la isla?

- Por supuesto. Mis relaciones en Formentera se limitan a mi familia. En cuanto al resto de la gente ya no sé cuál es el comportamiento que siguen. Me imagino que las tradiciones siguen existiendo. Pero yo creo que la gente algo ha evolucionado. Algunos, si no están bien con sus parejas, se divorcian y esas cosas se van viendo cada vez con más frecuencia. Pero lo peor que encuentro es el medio ambiente. Hay muchísima más gente, sobre todo en verano. Cinco o seis veces más que cuando yo vivía allí. Y las casas están muy desperdigadas en chalets aislados. La mayoría de la gente ha vendido sus terrenos y está todo en manos de los alemanes que no se mezclan con los isleños. Ahora empiezan a ir los italianos. Yo recuerdo que el 12 de octubre, que es la fiesta del Pilar, íbamos todos con la comida a La Mola, que es la parte más alta de la isla. Comíamos en el bosque y no dejábamos absolutamente nada en el suelo. Se tenía un respeto por lo ajeno. Más que el que tenemos en Madrid. Pero eso hoy ha desaparecido. Ahora está la isla más sucia. Y la gente no está preparada para ello. No ven el pasado mañana. Sólo el hoy.

- Durante la Guerra Civil fue tristemente famoso el campo de concentración que estaba a la salida de La Savina.

- Allí estuvieron detenidos muchos presos hasta después de la guerra. Había un barracón o dos y unas paredes que lo circulaban. Parte del mismo es de un señor que lo intenta vender, pero nadie lo compra por el hecho de que allí murió mucha gente.

- ¿Y no tiene miedo de que un día, cuando regrese a su isla, se la encuentre en posesión de los alemanes?

- Existe una contradicción que llevo fatal: de un lado, la gente intenta mantener las costumbres de la isla; del otro, la mayor parte de la isla está vendida. Yo entiendo que, en cada sociedad, hay cosas buenas y cosas malas y hay que coger lo bueno de cada sitio y desechar lo que puede no gustarte por tus ideales o tu forma de ser. Pero hay mucha isla vendida. Y zonas a las que ni voy, como Punta Prima, bloques de apartamentos de lujos, Mariland, en donde hay un hotel con forma de una caja de cerillas. Yo creo que, antes de crear nuevos hoteles, se deberían acondicionar y reestructurar los que hay, pero esto cuesta mucho dinero y prefieren hacer nuevos.

- ¿Qué hará cuando se jubile: quedarse en Madrid o volver a Formentera?

- No lo sé. No me lo he planteado todavía. No sé cuál va a ser mi futuro. Pero no me importaría volver a la isla.

- ¿Volverá a ella cuando muera?

- Me es indiferente. Al fin y al cabo, una se convierte en un cuerpo inerte. No tengo ninguna prisa ni necesidad de que me entierren ahí. Me identifico más con cualquier mar que con una isla.


(Próximamente: José Torres Riera, ingeniero de telecomunicación)

jueves, 6 de enero de 2011

Pilar Serra Ribas: "En Formentera, me ahogaba".


Atardecer, desde Formentera

- ¿Y allí se quedó, de enfermera?

- Estaba en un centro pequeñito que lleva el tema de Salud Pública, concretamente vacunación en los colegios, que pertenecía a la Dirección General de Salud. Y cuando se cerró, me mandaron a servicios centrales de Prevención y Protección de Salud que depende de la Administración General de Salud Pública, en donde sigo.

- ¿Qué clase de trabajo hace?

- Son programas de prevención. Está el de Minusvalía, el de la Mujer, el de Vacunación... Se compran a los laboratorios las vacunas para niños. Es un programa de oficinas que lleva temas de salud.

- ¿Y no ha pensado alguna vez en volver a Formentera para continuar allí su trabajo?

- En Formentera hay un Centro Médico que atiende urgencias y medicina en familia, pero no hay especialistas, con lo cual, en el momento en que hay una urgencia que no puede ser atendida, el enfermo es trasladado a Ibiza en un helicóptero. Y el enfermero o enfermera, o el médico, dependiendo de la gravedad del paciente, tienen que ir con el enfermo en el helicóptero y volver, cosa que a mí me da miedo. Eso de encontrarme volando sin notar los pies en tierra firme es una inseguridad que me causa pánico.

- Y sin embargo le encanta viajar.

- Una de las razones por las que salí de la isla es porque me ahogaba en ella. Necesitaba vivir en cualquier parte del mundo sin sentirme encerrada.

- Y en Madrid, no se siente usted en una isla…

- En Madrid vivo en un barrio pequeño, pero esto tiene otras ventajas. Aquí cada cual hace su vida y conozco a los vecinos... Me siento muy bien, como me sentí muy bien en Barcelona. En realidad, me siento bien en cualquier parte en donde no se inmiscuyan en mi vida personal o privada, y en donde no tengas que seguir unos cánones de comportamiento impuestos por la tradición, que es lo que pasaba un poco en Formentera.

- Pero aquí no habla usted nunca en formenterense. ¿O sí?

- ¿O en payés? Sí, claro, con mi hermana, mis parientes y con mis amigas de la isla.

- Y, pese a todo, ¿sigue visitando Formentera?

- Siempre que puedo, de vacaciones, pero no en helicóptero. La última vez que fuimos a Palma nos tocó un avión de hélices, un Faulker. No quería subir, pero al fin lo hice. Menos mal que, a la vuelta, fui en Iberia.

(Mañana, continuará: La mayoría de formenterenses ha vendido sus terrenos.)

miércoles, 5 de enero de 2011

Pilar Serra Ribas: “A los doce años, me marché de la isla”.


Hippy, en Formentera.


- ¿Cómo se le ocurrió salir de su isla?

- Es que yo tengo el espíritu muy aventurero. Ya de joven, sabía que no podía quedarme porque mi carácter no es de la isla. Allí, la mujer es muy apocada y aparentemente sumisa. Veía que mi forma de ser no encajaba mucho con la de aquella gente. Al tener muy pocos años, empezaron a venir los hippies y los norteamericanos que habían huido de la guerra del Vietn Nam. En una ocasión en que mi hermano y yo veníamos de la escuela, vimos, de pronto, un hombre que no era de la isla y tuvimos mucho miedo. Llegamos a casa con la lengua en los pies del susto que teníamos.

- ¿Tanto les asustaban los hippies?

- Mi padre, que era taxista, había cogido gratis a alguno de ellos. Pero nosotras éramos todavía muy pequeñas. Sin embargo, empezábamos a tener contacto con los turistas, cuando venían durante el verano.

- ¿De qué nacionalidad eran?

- Eran franceses y belgas. Precisamente yo estudiaba francés y me entendía con algunos de ellos.

- ¿Cuándo abandonó la isla?

- A los doce años. Me marché a Ibiza para poder estudiar y volvía los fines de semana. Yo quería ser azafata o enfermera. Pero azafata no podía serlo por no llegar a la estatura reglamentaria. Así que, cuando terminé el bachillerato, me fui a Barcelona a estudiar enfermería. Era una carrera media de tres años. Estudié dos en Barcelona y el resto, en Madrid. Tenía 23 años cuando terminé.

- Y se puso a trabajar…

- En el Hospital de “El 12 de Octubre”, de Madrid, con suplencias. También trabajé durante el verano en el botiquín de una piscina municipal. Me comentaron que en el hospital del Escorial había plazas fijas. Fui allí y me contrataron. Empecé ganando 50.000 pesetas. Casi no me llegaban ni para los desplazamientos. Cuando terminé la carrera, eché una instancia para hacer unas oposiciones en la Aisna (Administración Institucional de la Sanidad Nacional) y, estando en el Escorial, hice las oposiciones y aprobé. Pero, como en la carretera de la Coruña había cada vez más tráfico, pedí el traslado en Madrid y me lo concedieron.

(Mañana, continuará: "En Formentera, me ahogaba".

De Formentera a Madrid: Pilar Serra Ribas.


Pilar Serra. Tras ella, fotografías de su infancia.
Es hija de un marinero formenterense que cambió el mar por un taxi y de un ama de casa con diez niños. Nació en la isla, en 1956, cerca del Estaing des Peix, en el puerto de las Salinas. “Formentera –una isla de 115 kilómetros cuadrados–, era entonces una maravilla –recuerda Pilar–. Por eso, cada vez que la visito, me entra pena de verla como está”. Pilar Serra fue muy feliz en el entorno en el que creció. Aunque, en los últimos cuarenta años, la isla ha cambiado por completo y, cuando la visita, durante las vacaciones, le cuesta reconocerla como era antes. “La isla está hoy más sucia que durante mi infancia –se lamenta– y la mayoría de la gente ha vendido sus terrenos. Todo está en manos de los alemanes que no se mezclan con los isleños”. De su juventud recuerda cómo sólo una minoría de isleños que querían ampliar sus estudios podían desplazarse a Ibiza o a Barcelona. “Pero ahora, que tienen medios y que podrían estudiar algo –reconocía en 1999, cuando la entrevistamos–, prefieren olvidarse de ello y trabajar en el turismo o en lo que salga”. Al contrario, ella quiso descubrir el mundo de fuera y vivió dos años en Barcelona y el resto en Madrid, en donde habita en la actualidad.

- ¿Recuerda su infancia en la isla?

- ¿Cómo no la voy a recordar? Formentera era entonces, pese a la miseria en que había quedado tras la guerra, un pequeño paraíso. Recuerdo mis salidas de casa y la pureza de sus playas. A mí me gustaba mucho salir e hice incluso de guardiana de alguna pareja. Cuando salía un chico con una chica tenían que llevar 'carabina’ una tercera persona que vigilaba a las otras dos. Yo hacía de ‘carabina’ con mis hermanas. Pero debía ser muy tremenda porque siempre que podían evitaban mi presencia.

(Mañana, continuará: A los doce años, me marché de la isla.)

lunes, 3 de enero de 2011

Prólogo de Feliciano Fuster.


En el 2001, cuando acudimos a él para que nos prologara este libro, Feliciano Fuster escribió:

“Santiago Miró es amigo de muchos años, a quien conocí como entrevistador y periodista en Palma, en la época en que ya practicaba la profesión con una loable dosis de agudeza y agresividad. Con él mantuve una relación profesional agridulce, suavizada por su mirada blanda pero penetrante, por su voz limpia, suave y pausada que persuadía de ingenuidad en sus actitudes y de bondad traviesa o algo atravesada que no excluía el conflicto personal, como tampoco un último deseo de conocimiento, equilibrio y amistad.

“Ahora, ambos presumiblemente cargados de una larga vivencia aleccionadora, me pide este prólogo para un libro del que presumo me ha excluido deliberadamente con este fin.

“Cuando me relató la iniciativa que casi había llevado ya a buen término, tengo que aceptar que sentí una clara identificación con el proyecto, con lo que él también debía haber acertadamente contado.

“El autor es un hombre intuitivo, complejo, amable, creador de un clima de confianza que predispone a la confesión, cualidades que utiliza bien y administra mejor.

“Por abarcar personas de nuestra micro-geografía que nacieron en un periodo que cubre casi medio siglo, el libro supone un indudable valor añadido a la entrevista individual, por la apreciable evolución social, que trasciende de su sencillez narrativa.

“Consecuencia del clima de sosiego en que trascurre el diálogo, el entrevistador propicia una profunda sinceridad rayana en la confidencialidad.

“Le entrevista puede parecer ausente de esquema, pero es suelta, es cómoda, es distendida. El libro resulta especialmente ameno y con tintes diferenciadores, aunque a veces sobreimpresos que acaban implantando una línea argumental complementaria, por mor de la transparentada transformación en el tiempo de las islas y sus nativos.

“En una entrevista más elaborada, en un planteamiento dirigido a la interlocución polarizada, más monológica, pienso que este importante efecto hubiera quedado menos patente.

“Una circunstancia que debe contribuir a crear una buena atmósfera de diálogo franco y abierto puede acaso atribuirse al hecho de ser Miró, a su vez isleño, en Madrid, facilitando la compresión y aprehensión de aspectos o situaciones tanto más por compartidas que transmitidas.

“La sucesión de las entrevistas de mayor a menor edad favorece la ubicación del entrevistado, el análisis comparativo, y enfatiza el impacto de los cambios ocurridos en el tiempo, todo lo cual permite la aparición de las islas como protagonista.

“La relación personal y profesional entre los isleños en Madrid es infrecuente pero se da, y en ella aparecen indiscutibles afinidades. Se pone de relieve el mimetismo del hombre de las islas cuando decide instalarse en otro ambiente, evidencia su cualidad adaptativa históricamente demostrada.

“Desde el canónigo Gayá, nacido en 1913 en Felanitx, a Pilar Serra, enfermera nacida en 1956 en San Francisc Xavier, discurre una sucesión de treinta personajes de sumo interés individual, descriptivos de la abrupta transformación de entorno balear en este tracto.

“El número de hermanos y de hijos, las profesiones, las condiciones de vida, las oportunidades, los objetivos, las aficiones, destilan un cambio casi súbito, a la vez que profundo, en las actitudes ante la familia, la religión, la valoración del entorno, las prioridades, en suma, del hombre balear, apto para la aventura de medir sus fuerzas en un entorno no fácil (no mucho más fácil que el de los emigrantes a otras latitudes), en una ciudad donde pugnan las ambiciones y en donde el espacio vital tiene que ser duramente ganado y defendido.

“No voy a mencionar específicamente a ningún actor (algunos de ellos muy apreciados). Es un propósito de neutralidad y sumisión a un papel de mero presentador de la obra, pero no puedo dejar de manifestar mi respeto y admiración a esta selección de isleños de todas las islas de nuestro privilegiado archipiélago.

“Todos, no solamente los más maduros, concurren en la añoranza de unas islas más tranquilas, con menos tráfico, con menos gente, más sosegadas, menos hormigonadas y más transparentes al cielo y al mar.

“Gracias, amigo Miró, por esta entrañable aportación que ha permitido que estos esforzados hijos de estas islas nos hayan narrado sus inquietudes y afanes, precedente valioso para una ósmosis cada vez mayor con la península, contribución a la mejor integración de nuestras capacidades y nuestra diversidad, para alcanzar, a través de una más amplia culminación de nuestras vocaciones, cotas más altas de cultura y calidad de vida”.

Feliciano Fuster Jaume, ex isleño en Madrid.

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Feliciano Fuster fue presidente ejecutivo de ENDESA, de GESA, de UNESA, de ENHER, vicepresidente de IBERIA, de TENEO, de AGBAR, de Sevillana de Electricidad, Consejero de Red Eléctrica de España, miembro del Committee of Fusion-Industry de la DG XII de la Comunidad, de Económica Europea, presidente de European Advisory Group of Fusion-Industry, ingeniero Jefe del Ayuntamiento de Palma de Mallorca, Director Técnico de la Empresa Municipal de Aguas y Alcantarillado de Palma de Mallorca EMAYA.

Actualmente es presidente del Consejo Asesor de Endesa, consejero de Cementos Portland Valderribas, S. A., doctor Honoris Causa por la Universidad de las Islas Baleares, presidente del Consejo Social de la U.I.B., miembro numerario de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Palma de Mallorca, S.A, y presidente de la Fundación para la Investigación de la Medicina Aplicada C.I.M.A.