martes, 31 de mayo de 2011

Octavio Aguilera Perelló. Maestro, periodista y ex profesor de la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense.


El 3 de marzo de 1937, en plena Guerra Civil, nace Octavio Aguilera en Palma de Mallorc. Dicen que llegó a este mundo con una pluma en la mano. Su padre fue uno de los primeros taxistas que circulaban por la ciudad con taxímetro y él conocía la ciudad de punta a punta, así como todos sus atajos y vericuetos A los 17 años, comienza a escribir sobre todo tipo de deportes. Lo hace en “Mallorca Deportiva”. Luego, pasa al “Diario de Mallorca” en donde confecciona artículos mientras se saca el título de Maestro y el de Licenciado en Filosofía y Letras. Ejerció el periodismo de calle y el de mesa durante casi tres décadas y era el clásico “cúbrelo todo”, pasando por todas las secciones, desde barrer la redacción a dirigirla personalmente. Y, en sus ratos libres, ejercía de escritor de relatos.

En 1985, convalida el título de periodista, sacado en la Escuela de Periodismo de la Iglesia, por la licencia de Ciencias de la Información y cambia de escenario, desplazándose a Madrid. Es el primer mallorquín con el título de doctor de Ciencias de la Información e imparte clases en la Facultad de la Universidad Complutense hasta su jubilación anticipadamente, a finales del 2002. Ha escrito diversos libros de ensayo, poesía y cuentos, y ha ganado varios premios literarios. Le entrevistamos un año antes de retirarse, cuando todavía daba clases en la universidad.

- Comencemos por el principio, por su infancia en Palma de Mallorca.

- Recuerdo los años difíciles de la post-guerra en los que, sin embargo, la gente estaba alegre y era muy divertida. No sé si sería por lo del refrán de “Quien canta, su mal espanta”, pero todo el mundo cantaba. Sin embargo, el racionamiento era muy estricto y la comida muy escasa. Ibas con un cuponcito a la tienda y comías un pan negro que era apreciado. El pan blanco fue una novedad. Fueron años muy duros. Recuerdo que iba a comprar la pasta de sopa de estraperlo en la calle de los Olmos.

- ¿En dónde cursó sus estudios?

- Estudié en un Liceo Español que ya no existe. Y cuando terminé el COU, me contrataron para dar clases. Yo quería hacer Filosofía y Letras pero en Palma no había Universidad. Así que me conformé con el Magisterio, lo único que podíamos estudiar entonces. Aproveché que un hermano mío más joven era alumno de esta Escuela, y me apunté como alumno libre con sus libros. Al mismo tiempo, daba algunas clases y ejercí de periodista en el “Diario de Mallorca”. Me matriculé de tres cursos con Rafael Perelló Paradelo, que fue crítico de arte, y terminamos en dos años.

- Tengo entendido que, a su paso por la Escuela de Periodismo de la Iglesia, en Madrid, fue igualmente conocido por su rapidez.

- Josep Meliá se jactaba de haber hecho la carrera de periodismo en un año. Pero yo la hice, efectivamente, en cinco meses exactos. En aquel tiempo ya era Licenciado en Filosofía y Letras, maestro, y llevaba treinta años ejerciendo el periodismo. Antes de cerrar esta Escuela, convocaron los últimos exámenes. Hubo unos extraordinarios en febrero y luego, en junio, los normales. Así que estuve preparándome entre febrero y junio. Y no presenté la tesina porque no pensaba que, en esos cinco meses, aprobaría la carrera entera. Luego, provisto de una máquina de escribir portátil, me dirigí a Oviedo en donde la redacté. Y, en septiembre, la presenté.

Mañana (II) Su paso por la prensa mallorquina.

domingo, 29 de mayo de 2011

Bernardo Rabassa Asenjo. Doctor de Psicología. Fundador del partido Liberal de Mallorca. Autor prolífero de Libros Blancos.



Bernardo Rabassa, en Mallorca, en el 2000.



Tiene un pie en cada isla: su padre, alférez provisional en la guerra, es mallorquín y su madre, ibicenca. Bernardo Rabassa es oriundo de Palma de Mallorca, en donde nace, en 1941, y cuenta con cinco hermanos más. Se casa con una mallorquina a quien conoce cuando estudia la carrera de magisterio y tienen cuatro hijos. Hoy, sigue tan enamorado de ella como el primer día. Bernardo siempre ha sido una persona constante, trabajadora y lo que más le ha importado en esta vida ha sido el estar satisfecho con todo que hace. Asegura que nunca le ha atraído poseer muchos ingresos, sino realizar todo aquello que le llena y le hace sentir bien.

En sus inicios profesionales, fue inspector de Enseñanza Primaria y secretario de la Sociedad Española de Pedagogía en Baleares. Se doctoró y diplomó en Sicología. Fue fundador de Bernard Krief y del Instituto dedicado a la investigación de mercados, así como del Libro Blanco. Fue creador del mismo y escribió varios centenares. Representante en España de la Internacional Liberal, creó la Asociación para el Desarrollo Político, Social y Cultural de las Baleares. Fundó el Partido Liberal de Mallorca y fue secretario y el primer presidente, a nivel nacional, de Organización del Centro Democrático que más tarde se convertiría en la UCD de Adolfo Suárez. Ha presidido en tres ocasiones el Club Rotay. Las dos primeras veces, el C. R. de España. La tercera, el de Madrid-Puerta de Hierro, en el 2008. Se acaba de jubilar, con 69 años. La entrevista que sigue se la hicimos a finales de 1999.

- En su juventud, ejerce usted de maestro en Mallorca. Pero, llegado cierto momento, supongo que la isla se le volvió pequeña.

- Desde el punto de vista de la investigación, en Mallorca, en los años cincuenta y sesenta, no había nada que hacer. Ni había facultades, ni Universidad, ni nada. Mis posibilidades estaban sólo en el campo del turismo. Tampoco tenía una economía familiar que me permitiera invertir en nada. Mi familia no tenía ni un duro. Yo había estudiado Magisterio en la isla en donde mi padre y un tío mío ejercieron de maestros de escuela. Mi padre, un hombre muy preocupado que luchó toda su vida haciendo cosas, era el director de la Escuela de Formación Profesional. Montó el Estudio General Luliano y la cátedra Ramón Llull y vivía de su salario. Lo último que hizo fue la Asociación de los Molinos de Mallorca y la Cofradía del Arroz.

- Así que, obligado por las circunstancias, abandona usted la isla muy pronto.

- En 1960, trabajé en la Inspección de Enseñanza Primaria en Palma. Estuve en la Escuela Unitaria de Puigpunyent y en la Graduada de Jaime I. Con sólo 18 años, me habían hecho secretario de la Sociedad Española de Pedagogía en Baleares. Era una persona más preocupada por el tema de la Investigación que por la Enseñanza. Y se me ocurrió hacer una encuesta sobre los niños sin familia en las Baleares que envié a la revista Bordón, de la Sociedad Española de Pedagogía en el Consejo Superior de Investigaciones No sólo me la publicaron sino que me invitaron al primer congreso nacional como ponente. De manera que, obligado por las circunstancias profesionales, me vi obligado a emigrar a Madrid.

- Instalado en la capital de España ¿qué es lo primero que monta?

- A los 24 años, trabajo como free lance y, en l965, fundo Bernard Krief y el Instituto dedicado a la investigación de mercados. Desde el año 1982, me pongo al frente de Bernard Krief, que incluye un gabinete de estudios sociológicos, una agencia de promoción de ventas y relaciones públicas y otra de recursos humanos. Las tres compañías se dedican a hacer programas basados en el concepto de marketing social o programas de interés público.

- ¿Qué es el marketing social?

- Una filosofía basada en el concepto de que hay que centrar la acción de comunicación en temas que son de interés socio profesional del segmento objetivo del mercado.

- ¿Y qué tiene esto que ver con el nombre de Bernard Krief?

- Bernard Krief, consultores para Europa, se funda en 1959, en Francia. Se trata de un francés, socio mío al que le vendí parte de la compañía. Yo soy nombrado director general de la compañía en Italia; vicepresidente de Sureuropa; luego, de Latinoamérica. Hasta que me quedo con el cien por cien de la compañía española. Soy presidente y, a partir de ese momento, la expando al Brasil y a Italia. Ahora estoy en un proceso de expansión internacional.
Fundador del Libro Blanco.


- Pero usted no era, en principio, empresario, sino Maestro de escuela. ¿Cómo llega a este cambio?

- Al mismo tiempo que desarrollaba mi trabajo de enseñante en Mallorca, estudiaba Pedagogía como alumno libre en la Facultad de Filosofía y Letras de Barcelona y hacía mi tesis sobre “Sociometría y Técnica de Sicoterapia de Grupo” que resultó otro éxito de público y crítica. Cuando acabo la licenciatura, quiero hacer el doctorado y la diplomatura en Sicología. Para ello, me traslado a Madrid, en 1963, y la empresa Eco me envía a Bilbao a hacer una encuesta industrial. Me preguntaron si era capaz de trabajar en el mundo de la investigación de mercados. Me dijeron que había mucho que hacer desde el punto de vista de la Sicología aplicada al mundo del Márketing. Y me contratan como free lance. Empiezo a escribir sobre las primeras aplicaciones y las primeras investigaciones de tipo cualitativo que se hacían en España, aplicando la sicología al mercado. Eso duró como tres años en los que fui nombrado jefe del Departamento de Estudios Cualitativos de Eco y jefe de un departamento de Estudios en una Agencia de Publicidad, trabajando en temas de siquiatría aplicada al mercado. Creamos una empresa que se llamaba “Motiv Investigation” y publicamos un libro en el 66 sobre sicotecnología publicitaria.

- ¿Lleva la cuenta de todos sus libros publicados?

- Libros profesionales que luego se utilizaron en facultades tengo cinco. Pero, en los años 70, creamos un concepto que llamamos “Libro Blanco”. Es una idea que tengo registrada a mi nombre. Viene del concepto inglés “The red book”, utilizado por la diplomacia del Foreing Office para hacer un estado de la cuestión o de situación de estos temas. En la actualidad, tengo ciento cincuenta Libros Blancos escritos. Tras trabajar varios años fuera de España, me centré en Madrid para trabajar en Bernard Krief en el mundo de lo que yo llamo marketing social, filosofía social del mercado. Siempre me interesó y me seguía interesando el tema social de fondo que había detrás de algunas cosas. Comencé a hacer trabajos de investigación que tienen como soporte un tema de interés público de comunicación social. Y, tras este tipo de trabajos, escribí un libro sobre Marketing Social. La base era realizar libros blancos y fui el creador del concepto y de la marca “Libro Blanco”. Uno de los temas era sobre reumatología con un fin: que esta área se hiciese fuerte. Observé que eran necesarias técnicas de formación a distancia dentro de este campo y las creé. Todo esto supuso formación durante cuatro o cinco años en reumatología a los profesionales en reumatología, fuera de la facultad y en su puesto de trabajo. Recopilamos textos de reumatólogos, y al año hicimos más de cien seminarios. Creamos como un sistema de contacto, un network, el médico va recibiendo noticias a través del cliente.

-¿En cuantos idiomas escribe?

- Desgraciadamente, sólo en español. Pero hablo y comprendo todos los idiomas latinos: italiano, portugués, francés, castellano y catalán, con sus variantes, valenciano y balear. Hablo perfectamente el mallorquín, pero no tengo una calidad de expresión como la puedo tener en castellano.

- Junto con otro mallorquín llamado Forteza, usted y otras personas, crean la Facultad de Sicología en la Universidad de Madrid.

- Estuve allí unos doce años. Fui el primer profesor de Sicología del Arte y de Sicología Social. Hasta que lo dejé para dedicarme al tema internacional de la compañía Krief.

(En la actualidad, Bernardo Rabassa tiene escritos unos 450 libros, la mayoría de ellos corresponden a Libros Blancos)

Un liberal cien por cien.

- En la democracia, con el duque de Maura, Durán y otros, fundan ustedes el Partido Liberal de Mallorca ¿Cómo vivió esta experiencia?

- Desde el año 68, estuve en la lucha contra el franquismo. En 1972, fundamos el “Club 1980”, un club de reflexión en el que estaban metidos personajes como Paulino Garagorri, Paco Fernández Ordóñez, Enrique Larroque, el mismo Ramiro Pérez Maura y otras gentes, desde la social democracia al liberalismo. De este club nació, en 1974, la Agrupación Liberal Democrática, la primera organización política que se presenta como tal aún en vida de Franco. Después, sale también el Club Liberal, con Joaquín Garrigues, y hay un movimiento más de tipo liberal que lo preside Satrústegui. Los tres nos movemos antes de llegar la transición. Y, en 1976, creamos el Partido Liberal cuyo secretario general era yo. Una evaluación mía de lo que eran las posibilidades del mercado político me lleva a la idea de lanzar el Centro Democrático que se patentiza, en abril de ese mismo año, por parte de Enrique Larroque. Fui el primer presidente de organización. Presenté este partido, que financié de mi bolsillo, en el teatro Principal de Alicante. Pertenecíamos a la Platajunta, elaboramos todo el pacto de la oposición y participamos en los llamados Documentos Ollero que fueron los que relacionaron la Corona con la oposición democrática. Todo ello permitió la amnistía a presos políticos y los famosos Pactos de la Moncloa. El presidente era José María de Areilza, pero estábamos en conversación con Suárez para que lo presidiera él. Luego, al entrar éste, cambió la estructura del Centro y los Liberales, en las elecciones del 77, decidimos no ir, salvo algunas excepciones. La invasión de los azules no nos parecía suficientemente democrática. No estábamos de acuerdo con la estructura de partido único que quería darle Adolfo Suárez, sino que queríamos tener nuestros partidos claramente diferenciados entre social demócratas, liberales y democristianos. Suárez no quiso y puso la U al C. D., formando la UCD.


- Pero, en 1979, se presentan ustedes a las elecciones generales.

- Efectivamente, nos presentamos como independientes. Fui candidato número uno por Madrid pero sólo conseguimos 90.000 votos y nos dimos un zapatazo mortal. Ya sabía que había una confusión enorme en torno al término liberal, considerado por unos de izquierdista y por otros de derechista. En estos momentos, había en España un problema alarmante de incultura política. Por mi parte, me busqué una relación con Joaquín Garrigues y creamos la operación de los Clubs Liberales, entre los cuales se creó el de Palma de Mallorca. Yo era, entonces, el representante en España de la Internacional Liberal. Es el momento en que Joaquín enferma de leucemia. Curiosamente, me despido de él un día antes de irme de vacaciones a Cuba, manteniendo con él una conversación política. Dos días después, moría.

- En resumen, que su grupo se quedó huérfano.

- Así es. Y nos dedicamos a buscar un autor para lanzarlo en la política. Este fue Antonio Garrigues. Luego, creamos la operación Club Liberales, ya más amplia, en donde entró Eduardo Punset, Merigó y otros. Esa operación, el Club se transforma en el Partido Demócrata Liberal y, por un error, se va a las elecciones municipales de Madrid y se pierden. Incluso habíamos negociado con la UCD, en el momento en que se produce la debacle, la posibilidad de ir juntos, dándole forma liberal a este partido. Todo se estropea y nos quedamos colgados hasta que aparece la operación reformista a la que los Liberales nos sumamos. Fui secretario Federal con Miguel Roca y ahí experimentamos otro patinazo. Nadie entiende nada y, al final, llega el fracaso. Luego pasamos a una actitud de stand by en la que yo presido la Asociación Jovellanos y la Fundación Foro. De hecho, trabajamos, uniendo fundaciones y asociaciones para que las Sociedades Liberales se mantengan en España.

Un republicano nato

- El concepto liberal ¿es de derechas, de izquierdas o de centro?

- Yo creo que es de izquierdas sociológicas e intelectuales. Pero tiene una situación algo compleja. En el mundo, se diga lo que se diga, sólo hay un sistema, corregido y lo que quieras, pero uno sólo. Nosotros nos sentimos herederos de los Liberales españoles que, en España, vienen de la influencia y Revolución francesa y que son laicos, antimonopolio, y defensores de los derechos humanos. Son los Liberales españoles quienes hacen la Constitución Liberal de Cádiz y quienes luchan contra el absolutismo de Fernando VII y luego se pasan a Isabel II para combatir contra los Carlistas, los rácanos de entonces. Hay un partido conservador y otro liberal, representados por Sagasta y Cánovas. Los Liberales entran en el siglo XX con una situación provocada por las ideas marxistas que plantean que puede haber un nuevo sistema político. Y se crea la revolución marxista, las Internacionales Socialistas y Comunistas, los partidos socialistas... Todo lo cual fracasa, como se ha demostrado a lo largo del siglo XX. En España, los Liberales Giner de los Ríos, Ortega, Azaña, etcétera, integrados en las escuelas de la Institución Libre de la Enseñanza, iluminados por la filosofía de Krauss, somos republicanos, antimonárquicos, y pensamos en la idea de europeizar España. Este liberalismo español, de honda raigambre antisistema ante una España caciquil, se ve absolutamente abrasado por la Dictadura que nos dejó fuera de juego. Conozco a Salvador de Madariaga quien, con sus ideas, me hace aproximarme a él. Trabajo con empresas de todo el mundo y no tengo mucho tiempo para la política, pero sí pienso que esto tiene que cambiar e ir en esa línea. No es que nosotros creamos que el centro sea nuestra posición. Lo que pasa es que, políticamente, era lo único que la gente podía entender. De hecho, la imagen que se tenía de los Liberales en España era la de unos diablos con cola y la de unos rojos perdidos. Otros creían que eran carcas del siglo pasado. Con lo cual el problema era muy difícil de resolver. Con el aumento de la cultura política, el Liberalismo se ha estado viendo como algo más, como una posición política dialogante.

- ¿Pero son o no son monárquicos los liberales?

- Depende. Unos sí, y otros no. Yo no lo soy. Soy republicano, pero cada cual es como es. No es que esté contra Juan Carlos, que a mí me parece una persona que ha hecho muchísimo por la democracia en España, pero sí en contra de que haya una discriminación desde la cuna para los españoles. Si al menos la monarquía fuera electiva...

Cofundador de El País.

En la foto, Bernardo Rabassa, en 1998, presidiendo el Foro Jovellanos, con todo el Gobierno del PP. El Foro Jovellanos es una Fundación fruto de la fusión de la Fundación Foro, creada por Eduardo Punset, en 1992, cuyo objetivo era la Innovación Social, y la Asociación Jovellanos, creada en 1995 para agrupar a los liberales españoles, carentes, por los avatares de la Transición, de un partido específico desde el que presentar sus propuestas a la sociedad española.

- ¿Es usted antisistema?

- Bastante. Voté en su día contra la Constitución porque me pareció insuficiente. Igual que ahora estoy en contra del sistema actual de partidos políticos. Y estamos trabajando para que esto cambie porque la democracia se ha consolidado pero los partidos políticos tienen una ley electoral que es una estafa a la opinión pública y a la democracia. El sistema d'Hondt no es representativo y las listas cerradas han creado un sistema de partidos políticos oligárquicos sin ninguna democracia. Todo lo cual se tiene que sustituir por un sistema mixto y proporcional más directo donde los diputados se acerquen a la gente. Existe un márketing excesivo de los partidos por la ocupación del Poder, lo que les lleva a gastarse mucho dinero y a la corrupción. No es que los partidos políticos la hayan fomentado, pero estos, al tener ese sistema, son la causa última de la corrupción. Porque para conseguir dinero hay que tener intermediarios. Estos cobran comisiones y siempre hay algún espabilado que pasa por ahí y se mete el dinero en el bolsillo. Y así, se arma el Cristo. La corrupción es la consecuencia de un sistema. Y no sólo esto, sino que les lleva a introducirse en la sociedad civil y a controlar lo que no deberían, como la Justicia, la Televisión Española, las Cajas de Ahorro, los Medios de Comunicación, etcétera. Y repiten su esquema. Todo lo cual genera una enorme ineficacia.

- Tengo entendido que fue usted uno de los fundadores de El País.

- El País se creó gracias a un grupo de personas liberales que fueron atraídas por José Ortega Spottorno para montar un periódico liberal. Pero luego se hizo un periódico socialista. Pusimos el grito en el cielo, pero no nos hicieron caso. La mayoría lo dejó. Aquello empezó a crecer y, de vez en cuando, me mandaban acciones que tiraba a la basura. Hasta que lanzaron Canal Plus. Le dije al Consejo que se las apañara, que no quería tener más acciones, que me las comprara. Entonces comenzaron a sacar papeles y comprobé que tenía acciones a punta pala. Y yo sin enterarme. Me llegaron a pagar muchos millones, a 900 por cien, sin yo esperarlo. Esto siempre pasa cuando uno no se ocupa de los asuntos personales en lo económico. Yo, por ejemplo, no tengo ningún dinero en bolsa porque sólo por no recibir las toneladas de cartas de las compañías que me informan de las ampliaciones, no pongo un duro en bolsa. No sé si dejaré de ganar dinero, pero los quebraderos de cabeza que me ahorran y la ocupación que me evita el no estar al corriente de ello, bien vale la pena.

La libertad política no existe.

“Los rotarios y su Fundación Rotaria –dicen en la presentación de la misma– propiciaron la comprensión mundial, la paz y la buena voluntad a través del mejoramiento de la salud, el apoyo a la educación y la mitigación de la pobreza. La Fundación es una corporación sin ánimo de lucro que depende enteramente de las contribuciones voluntarias que efectúan los rotarios y benefactores de Rotary, quienes comparten la visión de un mundo mejor”. El mensaje es confirmado por Bernardo Rabassa, quien en el World Commitee of Grants of IYFR (subvenciones), formado por Bryan Skinner, Franco Cavagnaro y por él mismo (quien se abstuvo en la votación), propiciaron que Commodore de la Madrid Fleet of IYFR concediera una subvención de de 1.600 $ al proyecto español presentado por “nuestro Rear Commodore, Carlo D´Amorea”. Con dicha subvención, el proyecto “Navegantes ciegos” recibió una gran ayuda en su campeonato del mundo de vela para discapacitados. Está dirigido por dos regatistas jóvenes, Javier Escalante Pérez y por Amparo Simancas Montero, vendedores del cupón de la ONCE con la vista disminuida en un 90% y acompañados de un guía que les sirve para saber donde están las boyas. Compiten con una embarcación adaptada, la Dam 20 y pertenecen al club TODOS A VELA, creado por ellos para fomentar la participación en las regatas de más discapacitados ciegos.

Esta, como otras iniciativas, son propuestas por Bernardo Rabassa quien demostraba el 19 de margo del año pasado, algo insólito: “Algo debe estar pasando en España cuando, en Cádiz, a sólo 2 años de la celebración del Bicentenario de la Constitución Liberal de Cádiz, “la Pepa”, en la ofrenda floral al Monumento, nos encontramos con más de 3.000 personas en vez de las cincuenta u ochenta que, habitualmente, solían reunirse en esas fechas. Una compañía de infantería de marina con banda de música, dos centenares de personas ataviadas con uniformes de época, de majas y majos de 1812, todo ellas desfilaron ante nuestros atónitos ojos de liberales, acostumbrados exclusivamente a nuestro propio entusiasmo. Allá estaba la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, además del Presidente del Ateneo, el Presidente del Club Liberal, Enrique García Agulló, los miembros de la Internacional Liberal, con su presidente, Hans Van Baalen, quienes nos dedicaron sendos parlamentos, encomiables por lo vibrante de su tono y su capacidad de entusiasmar, en este caso, a la multitud…”

Diez años antes, le preguntábamos en la entrevista que le hacíamos:

- Hablemos sin tapujos, ¿cree usted que hay, en este momento, una verdadera democracia en España?

- En este país, ni existe la democracia total, ni la verdadera democracia. Por la sencilla razón de que, en España, no existe la libertad política. Existe la libertad pero no la política. Tampoco existe una conexión directa entre lo que eliges y tus intereses .

- ¿En qué se diferencia su forma de pensar con la de García Trevijano?

- He leído con mucho interés su último libro “La gran mentira” y estoy en un noventa y nueve de acuerdo con él. Me parece un análisis muy lúcido de la realidad política española y europea. Otra cosa es que yo esté plenamente de acuerdo con el personaje. A mí me parece una persona sumamente lúcida, pero sus actitudes y las mías no son estrictamente las mismas. Yo soy bastante más moderado, menos radical, organizo plataformas, monto documentos e intento ayudar.

- ¿A qué se dedica el Club Rotary, del que fue varias veces Presidente?

- El Rotary es una organización que, al estilo de la Cruz Roja internacional o la Unicef, se dedica a hacer el bien a los otros. Se trata de una idea de un americano, Paul Harris, que reúne a personas que no están juntas por intereses corporativos porque son profesiones diferentes y tienen en común la amistad. Es una amistad que no tiene intereses corporativos. Este club reúne a varios cientos de profesionales de distintas ramas y aprovecha su dinámica interna en favor de terceras personas. Puede enfocar sus programas a nivel mundial, como el Polio Club, por el que vacunamos a todos los niños del mundo contra la Polio. Es un gran invento de la sociedad civil y de la dinámica de grupos. En el mundo hay cerca de un millón y medio de Rotarios y cerca de diez mil Clubs.

- Se dice que el Rotary Club fue relanzado por un mallorquín.

- En efecto, fue relanzado por un mallorquín excepcional llamado Jaime Enseñat. Su hijo, Sebastián, como él, mantuvo viva en España una organización llamada Arte y Turismo que se dedicaba a representar el Club Rotary en España, en la época del franquismo. Después del año 75, una vez autorizada esta sociedad, creamos el Rotary en Madrid del que soy miembro fundador. Al primer club, el Madrid Palace, le siguieron otros, como el Puerta de Hierro, del que fui presidente durante un año, el Madrid Zarzuela, Madrid Serrano y otros en Barcelona y en toda España. Con el Club Madrid Velázquez del que también fui presidente, terminamos con la discriminación de la mujer.

- Usted preside igualmente la Sociedad Española de Directivos de Empresa

- Esa es otra organización que tenemos de directivos de “managers”.

- ¿Siente usted vocación por la sociedad civil?

- Yo soy laico en mis planteamientos personales y profesionales, y desarrollo una gran actividad. Por eso digo que soy fácil de convencer. En cuanto me cuentan una película que me parece de interés, enseguida me dejo tentar. Y, desde que me sale el pelo blanco, me nombran presidente de lo que sea. De esta manera, me hacen currar como un loco.

Desde Madrid, echo de menos Mallorca.

Amante de Mallorca, su tierra natal, y de las antigüedades, Rabassa se considera una persona “pragmática, y con visión de futuro”. De hecho él fue quien, en su momento, ideó lo que hoy es el recinto ferial IFEMA de Madrid. Asegura que, cuando se pensó en hacer un recinto ferial, “no servía de nada hacerlo en la Casa de Campo. Quizás para ese momento sí, pero no para que tuviese éxito en treinta años”. Y así fue: IFEMA supera en visitas al recinto ferial de Barcelona y se ha convertido en todo un referente. Considera que la vida tiene sentido y que uno, al mirarse al espejo todas las mañanas, debe sentirse satisfecho. “Lo importante –sentencia– es mirarse y no sentir vergüenza. Considero que, en mi vida, he actuado de forma inteligente, aunque, como todo el mundo, en alguna ocasión he cometido mis errores, pero estoy tranquilo porque jamás me he aprovechado de las circunstancias y jamás me he llevado ni querido llevar comisión alguna”.

Bernardo Rabassa Asenjo, presidente del Rotary Club Madrid Puerta de Hierro en el 2009, presidente honorario Club Liberal Español y Fundación FIECS, recuerda Mallorca, en este último capítulo, donde naciera. Reitera que ha tenido y tiene una gran actividad. “Hemos publicado libros, realizado conferencias y otorgado premios a personalidades: Premios Hayek, Premio Libertad, Premio 1812. En la actualidad, también colaboro en diarios como columnista en diversos medios y soy el presidente del diario “Periódico Liberal, El Reformista”. En la última ocasión que nos entrevistamos con él, le preguntábamos.

- Pero, ¿tiene usted tiempo de descansar, de vez en cuando?

- Sí, descanso. Pero tengo muchas aficiones y, esencialmente, lo que más me gusta es pescar en el mar y en los ríos. Soy un buen pescador de truchas. A partir de marzo hasta junio voy, cada fin de semana, a pescar a algún río. De septiembre a diciembre, salgo al mar a pescar atunes. Tengo un barco en Javea. He tenido tantos problemas con los transportes en Mallorca que, al final, decidí comprarme un “llaut” grande en la costa alicantina. Lo que no quiere decir que, de vez en cuando, no vuelva a Mallorca. El año pasado, por ejemplo, estuve dando la vuelta a la isla y, durante varios años, fui allí de vacaciones.

- ¿Nunca tuvo usted la tentación de volver definitivamente a su isla?

- La verdad es que, con los años, el atractivo y la necesidad de regresar a la “roqueta” fueron muy fuertes. Yo he pasado mis veranos haciendo cosas por la isla. En los años sesenta, creé la Asociación para el Desarrollo Político, Social y Cultural de las Baleares, implicando a la Fundación Dragán, la Cámara de Comercio, las Cajas de Ahorros y al movimiento sindical de entonces. Contábamos hasta setecientas personas, y buscábamos una alternativa a lo que era exclusivamente el monocultivo del turismo. Pensábamos que podía haber otro tipo de industrias que se podrían establecer allí. El turismo era como principal “leiv motiv” pero buscábamos, al mismo tiempo, un amarre por si acaso, en el momento en que las cosas podían venir mal dadas. Por otra parte, hice otras actividades por Mallorca. Por ejemplo, fui presidente del Hogar Balear en Madrid en el que conseguimos tener unos setecientos miembros.

- ¿La echa mucho de menos?

- Mallorca siempre se echa mucho de menos. Es como algo enquistado en tu ser.

- ¿En donde le gustaría que le enterraran?

- Quisiera que me incineraran y que echaran mis cenizas en el mar. Todo ello está previsto, a mi muerte. Siempre sería mejor en el mar de Mallorca pero habrá que ver en dónde se puede hacer con más facilidad. Ayer salimos dos barcos a esparcir las cenizas de un amigo que así lo había pedido antes de morir. No pudimos salir muy lejos porque hacía muy mal tiempo. Pero, parece que ya se montan empresas para eso.

(Próximamente: Octavio Aguilera Perelló, doctor de Ciencias de la Información en la Facultad de la Universidad Complutense.)

jueves, 26 de mayo de 2011

Bernardo Rabassa: (y VII) “Desde Madrid, echo de menos Mallorca”


Navegando frente a Mallorca, en 1995.


Con su nietas, Paula y Adriana, vestidas de mallorquinas.


En Mallorca, en el 2000.

Amante de Mallorca, su tierra natal, y de las antigüedades, Rabassa se considera una persona “pragmática, y con visión de futuro”. De hecho él fue quien, en su momento, ideó lo que hoy es el recinto ferial IFEMA de Madrid. Asegura que, cuando se pensó en hacer un recinto ferial, “no servía de nada hacerlo en la Casa de Campo. Quizás para ese momento sí, pero no para que tuviese éxito en treinta años”. Y así fue: IFEMA supera en visitas al recinto ferial de Barcelona y se ha convertido en todo un referente. Considera que la vida tiene sentido y que uno, al mirarse al espejo todas las mañanas, debe sentirse satisfecho. “Lo importante –sentencia– es mirarse y no sentir vergüenza. Considero que, en mi vida, he actuado de forma inteligente, aunque, como todo el mundo, en alguna ocasión he cometido mis errores, pero estoy tranquilo porque jamás me he aprovechado de las circunstancias y jamás me he llevado ni querido llevar comisión alguna”.

Bernardo Rabassa Asenjo, presidente del Rotary Club Madrid Ptª de Hierro en el 2009, presidente honorario Club Liberal Español y Fundación FIECS, recuerda Mallorca, en este último capítulo, donde naciera. Reitera que ha tenido y tiene una gran actividad. “Hemos publicado libros, realizado conferencias y otorgado premios a personalidades: Premios Hayek, Premio Libertad, Premio 1812. En la actualidad, también colaboro en diarios como columnista en diversos medios y soy el presidente del diario “Periódico Liberal, El Reformista”. En la última ocasión que nos entrevistamos con él, le preguntábamos.

- Pero, ¿tiene usted tiempo de descansar, de vez en cuando?

- Sí, descanso. Pero tengo muchas aficiones y, esencialmente, lo que más me gusta es pescar en el mar y en los ríos. Soy un buen pescador de truchas. A partir de marzo hasta junio voy, cada fin de semana, a pescar a algún río. De septiembre a diciembre, salgo al mar a pescar atunes. Tengo un barco en Javea. He tenido tantos problemas con los transportes en Mallorca que, al final, decidí comprarme un “llaut” grande en la costa alicantina. Lo que no quiere decir que, de vez en cuando, no vuelva a Mallorca. El año pasado, por ejemplo, estuve dando la vuelta a la isla y, durante varios años, fui allí de vacaciones.

- ¿Nunca tuvo usted la tentación de volver definitivamente a su isla?

- La verdad es que, con los años, el atractivo y la necesidad de regresar a la “roqueta” fueron muy fuertes. Yo he pasado mis veranos haciendo cosas por la isla. En los años sesenta, creé la Asociación para el Desarrollo Político, Social y Cultural de las Baleares, implicando a la Fundación Dragán, la Cámara de Comercio, las Cajas de Ahorros y al movimiento sindical de entonces. Contábamos hasta setecientas personas, y buscábamos una alternativa a lo que era exclusivamente el monocultivo del turismo. Pensábamos que podía haber otro tipo de industrias que se podrían establecer allí. El turismo era como principal “leiv motiv” pero buscábamos, al mismo tiempo, un amarre por si acaso, en el momento en que las cosas podían venir mal dadas. Por otra parte, hice otras actividades por Mallorca. Por ejemplo, fui presidente del Hogar Balear en Madrid en el que conseguimos tener unos setecientos miembros.

- ¿La echa mucho de menos?

- Mallorca siempre se echa mucho de menos. Es como algo enquistado en tu ser.

- ¿En donde le gustaría que le enterraran?

- Quisiera que me incineraran y que echaran mis cenizas en el mar. Todo ello está previsto, a mi muerte. Siempre sería mejor en el mar de Mallorca pero habrá que ver en dónde se puede hacer con más facilidad. Ayer salimos dos barcos a esparcir las cenizas de un amigo que así lo había pedido antes de morir. No pudimos salir muy lejos porque hacía muy mal tiempo. Pero, parece que ya se montan empresas para eso.

(Próximamente: Octavio Aguilera Perelló, doctor de Ciencias de la Información en la Facultad de la Universidad Complutense. )

Bernardo Rabassa (VI): “La libertad política no existe”


Bernardo Rabassa, presidente de Honor y Relaciones Externas del Club Liberal Español, con "La Pepa", el pasado 22 de febrero de 2011.


B. Rabassa. Commodore Madrid F. Leet of Iyfr.


Yate “Libertad”, de Rabassa entre 1973 y 1995. Bautizado con un nombre prohibido en la época franquista y puesto de moda por la canción de Luis Perales.




“Los rotarios y su Fundación Rotaria –dicen en su presentación– propiciaron la comprensión mundial, la paz y la buena voluntad a través del mejoramiento de la salud, el apoyo a la educación y la mitigación de la pobreza. La Fundación es una corporación sin ánimo de lucro que depende enteramente de las contribuciones voluntarias que efectúan los rotarios y benefactores de Rotary, quienes comparten la visión de un mundo mejor”. El mensaje es confirmado por Bernardo Rabassa, quien en el World Commitee of Grants of IYFR (subvenciones), formado por Bryan Skinner, Franco Cavagnaro y por él mismo (quien se abstuvo en la votación), propiciaron que Commodore de la Madrid Fleet of IYFR concediera una subvención de de 1.600 $ al proyecto español presentado por “nuestro Rear Commodore, Carlo D´Amorea”. Con dicha subvención, el proyecto “Navegantes ciegos” recibió una gran ayuda en su campeonato del mundo de vela para discapacitados. Está dirigido por dos regatistas jóvenes, Javier Escalante Pérez y por Amparo Simancas Montero, vendedores del cupón de la ONCE con la vista disminuida en un 90% y acompañados de un guía que les sirve para saber donde están las boyas. Compiten con una embarcación adaptada, la Dam 20 y pertenecen al club TODOS A VELA, creado por ellos para fomentar la participación en las regatas de más discapacitados ciegos.

Esta, como otras iniciativas, son propuestas por Bernardo Rabassa quien demostraba el 19 de margo del año pasado, algo insólito: “Algo debe estar pasando en España cuando, en Cádiz, a sólo 2 años de la celebración del Bicentenario de la Constitución Liberal de Cádiz, “la Pepa”, en la ofrenda floral al Monumento, nos encontramos con más de 3.000 personas en vez de las cincuenta u ochenta que, habitualmente, solían reunirse en esas fechas. Una compañía de infantería de marina con banda de música, dos centenares de personas ataviadas con uniformes de época, de majas y majos de 1812, desfilaron ante nuestros atónitos ojos de liberales, acostumbrados exclusivamente a nuestro propio entusiasmo. Allá estaba la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, además del Presidente del Ateneo, el Presidente del Club Liberal, Enrique García Agulló, los miembros de la Internacional Liberal, con su presidente, Hans Van Baalen, quienes nos dedicaron sendos parlamentos, encomiables por lo vibrante de su tono y su capacidad de entusiasmar, en este caso, a la multitud…”

Diez años antes, le preguntábamos en una entrevista:

- Hablemos sin tapujos, ¿cree usted que hay, en este momento, una verdadera democracia en España?

- En este país, ni existe la democracia total, ni la verdadera democracia. Por la sencilla razón de que, en España, no existe la libertad política. Existe la libertad pero no la política. Tampoco existe una conexión directa entre lo que eliges y tus intereses.

- ¿En qué se diferencia su forma de pensar con la de García Trevijano?

- He leído con mucho interés su último libro “La gran mentira” y estoy en un noventa y nueve de acuerdo con él. Me parece un análisis muy lúcido de la realidad política española y europea. Otra cosa es que yo esté plenamente de acuerdo con el personaje. A mí me parece una persona sumamente lúcida, pero sus actitudes y las mías no son estrictamente las mismas. Yo soy bastante más moderado, menos radical, organizo plataformas, monto documentos e intento ayudar.

- ¿A qué se dedica el Club Rotary, del que fue varias veces Presidente?

- El Rotary es una organización que, al estilo de la Cruz Roja internacional o la Unicef, se dedica a hacer el bien a los otros. Se trata de una idea de un americano, Paul Harris, que reúne a personas que no están juntas por intereses corporativos porque son profesiones diferentes y tienen en común la amistad. Es una amistad que no tiene intereses corporativos. Este club reúne a varios cientos de profesionales de distintas ramas y aprovecha su dinámica interna en favor de terceras personas. Puede enfocar sus programas a nivel mundial, como el Polio Club, por el que vacunamos a todos los niños del mundo contra la Polio. Es un gran invento de la sociedad civil y de la dinámica de grupos. En el mundo hay cerca de un millón y medio de Rotarios y cerca de diez mil Clubs.

- Se dice que el Rotary Club fue relanzado por un mallorquín.

- En efecto, fue relanzado por un mallorquín excepcional llamado Jaime Enseñat. Su hijo, Sebastián, como él, mantuvo viva en España una organización llamada Arte y Turismo que se dedicaba a representar el Club Rotary en España, en la época del franquismo. Después del año 75, una vez autorizada esta sociedad, creamos el Rotary en Madrid del que soy miembro fundador. Al primer club, el Madrid Palace, le siguieron otros, como el Puerta de Hierro, del que fui presidente durante un año, el Madrid Zarzuela, Madrid Serrano y otros en Barcelona y en toda España. Con el Club Madrid Velázquez del que también fui presidente, terminamos con la discriminación de la mujer.

- Usted preside igualmente la Sociedad Española de Directivos de Empresa

- Esa es otra organización que tenemos de directivos de “managers”.

- ¿Siente usted vocación por la sociedad civil?

- Yo soy laico en mis planteamientos personales y profesionales, y desarrollo una gran actividad. Por eso digo que soy fácil de convencer. En cuanto me cuentan una película que me parece de interés, enseguida me dejo tentar. Y, desde que me sale el pelo blanco, me nombran presidente de lo que sea. De esta manera, me hacen currar como un loco.

Mañana: (y VII) Desde Madrid, echo de menos Mallorca.

miércoles, 25 de mayo de 2011

B. Rabassa, (V) cofundador de El País:


En la foto, Bernardo Rabassa, en 1998, presidiendo el Foro Jovellanos, con todo el Gobierno del PP. El Foro Jovellanos es una Fundación fruto de la fusión de la Fundación Foro, creada por Eduardo Punset, en 1992, cuyo objetivo era la Innovación Social, y la Asociación Jovellanos, creada en 1995 para agrupar a los liberales españoles, carentes, por los avatares de la Transición, de un partido específico desde el que presentar sus propuestas a la sociedad española.

- ¿Es usted antisistema?

- Bastante. Voté en su día contra la Constitución porque me pareció insuficiente. Igual que ahora estoy en contra del sistema actual de partidos políticos. Y estamos trabajando para que esto cambie porque la democracia se ha consolidado pero los partidos políticos tienen una ley electoral que es una estafa a la opinión pública y a la democracia. El sistema d'Hondt no es representativo y las listas cerradas han creado un sistema de partidos políticos oligárquicos sin ninguna democracia. Todo lo cual se tiene que sustituir por un sistema mixto y proporcional más directo donde los diputados se acerquen a la gente. Existe un márketing excesivo de los partidos por la ocupación del Poder, lo que les lleva a gastarse mucho dinero y a la corrupción. No es que los partidos políticos la hayan fomentado, pero estos, al tener ese sistema, son la causa última de la corrupción. Porque para conseguir dinero hay que tener intermediarios. Estos cobran comisiones y siempre hay algún espabilado que pasa por ahí y se mete el dinero en el bolsillo. Y así, se arma el Cristo. La corrupción es la consecuencia de un sistema. Y no sólo esto, sino que les lleva a introducirse en la sociedad civil y a controlar lo que no deberían, como la Justicia, la Televisión Española, las Cajas de Ahorro, los Medios de Comunicación, etcétera. Y repiten su esquema. Todo lo cual genera una enorme ineficacia.

- Tengo entendido que fue usted uno de los fundadores de El País.

- El País se creó gracias a un grupo de personas liberales que fueron atraídas por José Ortega Spottorno para montar un periódico liberal. Pero luego se hizo un periódico socialista. Pusimos el grito en el cielo, pero no nos hicieron caso. La mayoría lo dejó. Aquello empezó a crecer y, de vez en cuando, me mandaban acciones que tiraba a la basura. Hasta que lanzaron Canal Plus. Le dije al Consejo que se las apañara, que no quería tener más acciones, que me las comprara. Entonces comenzaron a sacar papeles y comprobé que tenía acciones a punta pala. Y yo sin enterarme. Me llegaron a pagar muchos millones, a 900 por cien, sin yo esperarlo. Esto siempre pasa cuando uno no se ocupa de los asuntos personales en lo económico. Yo, por ejemplo, no tengo ningún dinero en bolsa porque sólo por no recibir las toneladas de cartas de las compañías que me informan de las ampliaciones, no pongo un duro en bolsa. No sé si dejaré de ganar dinero, pero los quebraderos de cabeza que me ahorran y la ocupación que me evita el no estar al corriente de ello, bien vale la pena.

Bernardo Rabassa: (VI) “La libertad política no existe”.

lunes, 23 de mayo de 2011

Bernardo Rabassa. (IV) Un republicano nato.


Acto Liberal Republicano, celebrado en el Ateneo de Madrid, en 2006, presentado por Bernardo Rabassa, de pie, ante el micrófono.


- El concepto liberal ¿es de derechas, de izquierdas o de centro?

- Yo creo que es de izquierdas sociológicas e intelectuales. Pero tiene una situación algo compleja. En el mundo, se diga lo que se diga, sólo hay un sistema, corregido y lo que quieras, pero uno sólo. Nosotros nos sentimos herederos de los Liberales españoles que, en España, vienen de la influencia y Revolución francesa y que son laicos, antimonopolio, y defensores de los derechos humanos. Son los Liberales españoles quienes hacen la Constitución Liberal de Cádiz y quienes luchan contra el absolutismo de Fernando VII y luego se pasan a Isabel II para combatir contra los Carlistas, los rácanos de entonces. Hay un partido conservador y otro liberal, representados por Sagasta y Cánovas. Los Liberales entran en el siglo XX con una situación provocada por las ideas marxistas que plantean que puede haber un nuevo sistema político. Y se crea la revolución marxista, las Internacionales Socialistas y Comunistas, los partidos socialistas... Todo lo cual fracasa, como se ha demostrado a lo largo del siglo XX. En España, los Liberales Giner de los Ríos, Ortega, Azaña, etcétera, integrados en las escuelas de la Institución Libre de la Enseñanza, iluminados por la filosofía de Krauss, somos republicanos, antimonárquicos, y pensamos en la idea de europeizar España. Este liberalismo español, de honda raigambre antisistema ante una España caciquil, se ve absolutamente abrasado por la Dictadura que nos dejó fuera de juego. Conozco a Salvador de Madariaga quien, con sus ideas, me hace aproximarme a él. Trabajo con empresas de todo el mundo y no tengo mucho tiempo para la política, pero sí pienso que esto tiene que cambiar e ir en esa línea. No es que nosotros creamos que el centro sea nuestra posición. Lo que pasa es que, políticamente, era lo único que la gente podía entender. De hecho, la imagen que se tenía de los Liberales en España era la de unos diablos con cola y la de unos rojos perdidos. Otros creían que eran carcas del siglo pasado. Con lo cual el problema era muy difícil de resolver. Con el aumento de la cultura política, el Liberalismo se ha estado viendo como algo más, como una posición política dialogante.

- ¿Pero son o no son monárquicos los liberales?

- Depende. Unos sí, y otros no. Yo no lo soy. Soy republicano, pero cada cual es como es. No es que esté contra Juan Carlos, que a mí me parece una persona que ha hecho muchísimo por la democracia en España, pero sí en contra de que haya una discriminación desde la cuna para los españoles. Si al menos la monarquía fuera electiva...

Mañana: (V) Cofundador de El País.

domingo, 22 de mayo de 2011

Bernardo Rabassa. (III). Un liberal cien por cien.

V Congreso del Partido Liberal (1983), con la gaviota creada por B. Rabassa en su partido. Hoy, la famosa gaviota es la del PP.




En mayo del mismo año, B. Rabassa preside la presidencia del PL.



- En la democracia, con el duque de Maura, Durán y otros, fundan ustedes el Partido Liberal de Mallorca ¿Cómo vivió esta experiencia?

- Desde el año 68, estuve en la lucha contra el franquismo. En 1972, fundamos el “Club 1980”, un club de reflexión en el que estaban metidos personajes como Paulino Garagorri, Paco Fernández Ordóñez, Enrique Larroque, el mismo Ramiro Péreez Maura y otras gentes, desde la social democracia al liberalismo. De este club nació, en 1974, la Agrupación Liberal Democrática, la primera organización política que se presenta como tal aún en vida de Franco. Después, sale también el Club Liberal, con Joaquín Garrigues, y hay un movimiento más de tipo liberal que lo preside Satrústegui. Los tres nos movemos antes de llegar la transición. Y, en 1976, creamos el Partido Liberal cuyo secretario general era yo. Una evaluación mía de lo que eran las posibilidades del mercado político me lleva a la idea de lanzar el Centro Democrático que se patentiza, en abril de ese mismo año, por parte de Enrique Larroque. Fui el primer presidente de organización. Presenté este partido, que financié de mi bolsillo, en el teatro Principal de Alicante. Pertenecíamos a la Platajunta, elaboramos todo el pacto de la oposición y participamos en los llamados Documentos Ollero que fueron los que relacionaron la Corona con la oposición democrática. Todo ello permitió la amnistía a presos políticos y los famosos Pactos de la Moncloa. El presidente era José María de Areilza, pero estábamos en conversación con Suárez para que lo presidiera él. Luego, al entrar éste, cambió la estructura del Centro y los Liberales, en las elecciones del 77, decidimos no ir, salvo algunas excepciones. La invasión de los azules no nos parecía suficientemente democrática. No estábamos de acuerdo con la estructura de partido único que quería darle Adolfo Suárez, sino que queríamos tener nuestros partidos claramente diferenciados entre social demócratas, liberales y democristianos. Suárez no quiso y puso la U al C. D., formando la UCD.

- Pero, en 1979, se presentan ustedes a las elecciones generales.

- Efectivamente, nos presentamos como independientes. Fui candidato número uno por Madrid pero sólo conseguimos 90.000 votos y nos dimos un zapatazo mortal. Ya sabía que había una confusión enorme en torno al término liberal, considerado por unos de izquierdista y por otros de derechista. En estos momentos, había en España un problema alarmante de incultura política. Por mi parte, me busqué una relación con Joaquín Garrigues y creamos la operación de los Clubs Liberales, entre los cuales se creó el de Palma de Mallorca. Yo era, entonces, el representante en España de la Internacional Liberal. Es el momento en que Joaquín enferma de leucemia. Curiosamente, me despido de él un día antes de irme de vacaciones a Cuba, manteniendo con él una conversación política. Dos días después, moría.

- En resumen, que su grupo se quedó huérfano.

- Así es. Y nos dedicamos a buscar un autor para lanzarlo en la política. Este fue Antonio Garrigues. Luego, creamos la operación Club Liberales, ya más amplia, en donde entró Eduardo Punset, Merigó y otros. Esa operación, el Club se transforma en el Partido Demócrata Liberal y, por un error, se va a las elecciones municipales de Madrid y se pierden. Incluso habíamos negociado con la UCD, en el momento en que se produce la debacle, la posibilidad de ir juntos, dándole forma liberal a este partido. Todo se estropea y nos quedamos colgados hasta que aparece la operación reformista a la que los Liberales nos sumamos. Fui secretario Federal con Miguel Roca y ahí experimentamos otro patinazo. Nadie entiende nada y, al final, llega el fracaso. Luego pasamos a una actitud de stand by en la que yo presido la Asociación Jovellanos y la Fundación Foro. De hecho, trabajamos, uniendo fundaciones y asociaciones para que las Sociedades Liberales se mantengan en España.

Mañana: (IV) Un republicano nato.

sábado, 21 de mayo de 2011

Bernardo Rabassa. (II) Fundador del Libro Blanco.


Bernardo Rabassa presenta el Libro Blanco, en 1982,como presidente de Asede.



- Pero usted no era, en principio, empresario, sino Maestro de escuela. ¿Cómo llega a este cambio?

- Al mismo tiempo que desarrollaba mi trabajo de enseñante en Mallorca, estudiaba Pedagogía como alumno libre en la Facultad de Filosofía y Letras de Barcelona y hacía mi tesis sobre “Sociometría y Técnica de Sicoterapia de Grupo” que resultó otro éxito de público y crítica. Cuando acabo la licenciatura, quiero hacer el doctorado y la diplomatura en Sicología. Para ello, me traslado a Madrid, en 1963, y la empresa Eco me envía a Bilbao a hacer una encuesta industrial. Me preguntaron si era capaz de trabajar en el mundo de la investigación de mercados. Me dijeron que había mucho que hacer desde el punto de vista de la Sicología aplicada al mundo del Márketing. Y me contratan como free lance. Empiezo a escribir sobre las primeras aplicaciones y las primeras investigaciones de tipo cualitativo que se hacían en España, aplicando la sicología al mercado. Eso duró como tres años en los que fui nombrado jefe del Departamento de Estudios Cualitativos de Eco y jefe de un departamento de Estudios en una Agencia de Publicidad, trabajando en temas de siquiatría aplicada al mercado. Creamos una empresa que se llamaba “Motiv Investigation” y publicamos un libro en el 66 sobre sicotecnología publicitaria.

- Usted ha publicado cantidad de libros. ¿Lleva la cuenta de todos ellos?

- Libros profesionales que luego se utilizaron en facultades tengo cinco. Pero, en los años 70, creamos un concepto que llamamos “Libro Blanco”. Es una idea que tengo registrada a mi nombre. Viene del concepto inglés “The red book”, utilizado por la diplomacia del Foreing Office para hacer un estado de la cuestión o de situación de estos temas. En la actualidad, tengo ciento cincuenta Libros Blancos escritos. Tras trabajar varios años fuera de España, me centré en Madrid para trabajar en Bernard Krief en el mundo de lo que yo llamo marketing social, filosofía social del mercado. Siempre me interesó y me seguía interesando el tema social de fondo que había detrás de algunas cosas. Comencé a hacer trabajos de investigación que tienen como soporte un tema de interés público de comunicación social. Y, tras este tipo de trabajos, escribí un libro sobre Marketing Social. La base era realizar libros blancos y fui el creador del concepto y de la marca “Libro Blanco®. Uno de los temas era sobre reumatología con un fin: que esta área se hiciese fuerte. Observé que eran necesarias técnicas de formación a distancia dentro de este campo y las creé. Todo esto supuso formación durante cuatro o cinco años en reumatología a los profesionales en reumatología, fuera de la facultad y en su puesto de trabajo. Recopilamos textos de reumatólogos, y al año hicimos más de cien seminarios. Creamos como un sistema de contacto, un network, el médico va recibiendo noticias a través del cliente. También he realizado Libros Blancos

-¿En cuantos idiomas escribe?

- Desgraciadamente, sólo en español. Pero hablo y comprendo todos los idiomas latinos: italiano, portugués, francés, castellano y catalán, con sus variantes, valenciano y balear. Hablo perfectamente el mallorquín, pero no tengo una calidad de expresión como la puedo tener en castellano.

- Junto con otro mallorquín llamado Forteza, usted y otras personas, crean la Facultad de Sicología en la Universidad de Madrid.

- Estuve allí unos doce años. Fui el primer profesor de Sicología del Arte y de Sicología Social. Hasta que lo dejé para dedicarme al tema internacional de la compañía Krief.

(En la actualidad, Bernardo Rabassa tiene escritos unos 450 libros, la mayoría de ellos corresponden a Libros Blancos)

Mañana, continuará con (III): “Un liberal cien por cien”.

jueves, 19 de mayo de 2011

Bernardo Rabassa Asenjo. Doctor de Psicología. Fundador del partido Liberal de Mallorca. Autor prolífero de Libros Blancos.


Tiene un pie en cada isla: su padre, alférez provisional en la guerra, es mallorquín y su madre, ibicenca. Bernardo Rabassa es oriundo de Palma de Mallorca, en donde nace, en 1941, y cuenta con cinco hermanos más. Se casa con una mallorquina a quien conoce cuando estudia la carrera de magisterio y tienen cuatro hijos. Hoy, sigue tan enamorado de ella como el primer día. Bernardo siempre ha sido una persona constante, trabajadora y lo que más le ha importado en esta vida ha sido el estar satisfecho con todo que hace. Asegura que nunca le ha atraído poseer muchos ingresos, sino realizar todo aquello que le llena y le hace sentir bien.

En sus inicios profesionales, fue inspector de Enseñanza Primaria y secretario de la Sociedad Española de Pedagogía en Baleares. Se doctoró y diplomó en Sicología. Fue fundador de Bernard Krief y del Instituto dedicado a la investigación de mercados, así como del Libro Blanco. Fue creador del mismo y escribió varios centenares. Representante en España de la Internacional Liberal, creó la Asociación para el Desarrollo Político, Social y Cultural de las Baleares. Fundó el Partido Liberal de Mallorca y fue secretario y el primer presidente, a nivel nacional, de Organización del Centro Democrático que más tarde se convertiría en la UCD de Adolfo Suárez. Ha presidido en tres ocasiones el Club Rotay. Las dos primeras veces, el C. R. de España. La tercera, el de Madrid-Puerta de Hierro, en el 2008. Se acaba de jubilar, con 69 años. La entrevista que sigue se la hicimos a finales de 1999.

- En su juventud, ejerce usted de maestro en Mallorca. Pero, llegado cierto momento, supongo que la isla se le volvió pequeña.

- Desde el punto de vista de la investigación, en Mallorca, en los años cincuenta y sesenta, no había nada que hacer. Ni había facultades, ni Universidad, ni nada. Mis posibilidades estaban sólo en el campo del turismo. Tampoco tenía una economía familiar que me permitiera invertir en nada. Mi familia no tenía ni un duro. Yo había estudiado Magisterio en la isla en donde mi padre y un tío mío ejercieron de maestros de escuela. Mi padre, un hombre muy preocupado que luchó toda su vida haciendo cosas, era el director de la Escuela de Formación Profesional. Montó el Estudio General Luliano y la cátedra Ramón Llull y vivía de su salario. Lo último que hizo fue la Asociación de los Molinos de Mallorca y la Cofradía del Arroz.

- Así que, obligado por las circunstancias, abandona usted la isla muy pronto.

- En 1960, trabajé en la Inspección de Enseñanza Primaria en Palma. Estuve en la Escuela Unitaria de Puigpunyent y en la Graduada de Jaime I. Con sólo 18 años, me habían hecho secretario de la Sociedad Española de Pedagogía en Baleares. Era una persona más preocupada por el tema de la Investigación que por la Enseñanza. Y se me ocurrió hacer una encuesta sobre los niños sin familia en las Baleares que envié a la revista Bordón, de la Sociedad Española de Pedagogía en el Consejo Superior de Investigaciones No sólo me la publicaron sino que me invitaron al primer congreso nacional como ponente. De manera que, obligado por las circunstancias profesionales, me vi obligado a emigrar a Madrid.

- Instalado en la capital de España ¿qué es lo primero que monta?

- A los 24 años, trabajo como free lance y, en l965, fundo Bernard Krief y el Instituto dedicado a la investigación de mercados. Desde el año 1982, me pongo al frente de Bernard Krief, que incluye un gabinete de estudios sociológicos, una agencia de promoción de ventas y relaciones públicas y otra de recursos humanos. Las tres compañías se dedican a hacer programas basados en el concepto de marketing social o programas de interés público.

- ¿Qué es el marketing social?

- Una filosofía basada en el concepto de que hay que centrar la acción de comunicación en temas que son de interés socio profesional del segmento objetivo del mercado.

- ¿Y qué tiene esto que ver con el nombre de Bernard Krief?

- Bernard Krief, consultores para Europa, se funda en 1959, en Francia. Se trata de un francés, socio mío al que le vendí parte de la compañía. Yo soy nombrado director general de la compañía en Italia; vicepresidente de Sureuropa; luego, de Latinoamérica. Hasta que me quedo con el cien por cien de la compañía española. Soy presidente y, a partir de ese momento, la expando al Brasil y a Italia. Ahora estoy en un proceso de expansión internacional.

Mañana: (II) Fundador del Libro Blanco.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Juan Santamaría. Ex aventurero, ex comerciante, ex presentador de TV, cocinero y actor.



Juan Santamaría. Ex aventurero, ex comerciante, ex presentador de TV, cocinero y actor.



Ha sido de todo en su vida: comerciante, aventurero, presentador de televisión, cocinero, actor… Un totun revolútum que Juan Santamaría supo condimentar con maestría a su debido tiempo. Desde muy pequeño le gustó el comercio, el trueque y la aventura. Nacido en Palma el 25 de octubre de 1942, el viento parecía soplar a su favor hasta que, en 1976, rompía con todo, incluido su matrimonio, y se plantaba en Madrid, donde volvía a empezar de cero. Se relacionó con el mundillo del teatro, la radio, el doblaje, el cine y la televisión. Fue el primer mallorquín que presentó un programa nacional televisivo: “625 líneas”, de José Antonio Plaza, y el primero que introdujo el “Informativo Balear” en Televisión Española, cuando se empezó a emitir desde Madrid. Formó parte de los periodistas televisivos aparcados en “los pasillos” por el poder socialista. Hasta que, en 1986, abría en Pozuelo el primer local en donde preparaba paellas para llevar. Y más tarde, tras varios fracasos empresariales, montó su propio restaurante y sacó la patente de sus “paellas multisabor”, con varios compartimentos estancos. Pero, antes de continuar con esta entrevista, realizada en el 2000, comencemos por el principio

- Me pregunto cómo fue su infancia.

- Normal. Estudié mi bachillerato en el Colegio de los Jesuitas de Montesión. Mi padre era un industrial catalán; mi madre, una mallorquina. Pasamos las dificultades normales de aquella época. En mi primera Comunión fui vestido de marinerito. Mi primer traje largo fue uno de mi padre al que se le había dado la vuelta. Nadábamos en Porto Pí y era muy aficionado a la pesca. Desde muy pequeño, me gustó el comercio, el trueque, la aventura, y conocí la cultura del pelotazo en pequeñas historias. Yo he hecho contrabando de tabaco y he traído mecheros a España. No creía mucho en los estudios y la verdad es que hoy lo lamento. Pero bueno, me he espabilado en la vida y he salido adelante.

- ¿Cuándo empezó a trabajar?

- A los 16 años, como agente comercial. A los 22, me casé por primera vez y, a los 27, ya tenía tres hijos. Me divorcié de la primera mujer, una catalana que luego se desposó con un íntimo amigo mío, y me volví a casar con una madrileña con la que tuve dos hijos más. Y aquí paz y allí gloria.

- Tengo entendido que, desde siempre, tuvo usted una gran vocación por el teatro.

- Desde niño, asistía a las funciones teatrales. Recuerdo que me apasionaban las compañías que venían de fuera y el teatro regional mallorquín. En aquel tiempo, esa afición no estaba demasiado bien vista, sobre todo por las familias de clase media, pero yo estaba empeñado en subirme a un escenario. Mi madre y mis tías tenían un estanco que estaba enfrente del Águila, en la Plaza Mayor, muy cerca del Teatro Principal. Y yo me las ingeniaba por hacer amistad con las personas que trabajaban en él. De manera que, cuando había función, tras colarme o entrar gratis, siempre me encontraba allá. Hasta que debuté con la compañía Artis, con Cristina Valls, Xex Forteza y Francisco Forteza, e hice un par de funciones. Luego, me metí en el mundo de la radio. Decían que tenía buena voz y me señalaban Madrid como mi punto de mira. Pero había que dedicarse al trabajo y sacar una familia adelante. Hasta que vinieron las dificultades en el negocio y en el matrimonio, que ocasionaron el posterior divorcio y resurgió esa gran afición.
“Empezar de cero es sanísimo”.

- Total, que concluyó la parte profesional y afectiva en Mallorca y se vino a Madrid.

- Recuerdo que fue en enero de 1976, recién fallecido Franco. No conocía entonces a nadie en esa capital que perteneciera al mundillo del cine, el teatro, la radio o la televisión. Pero sabía que aquí estaban todos. Y comencé a pulular por sus calles. La experiencia fue muy dura, entre otras cosas porque provenía de un descalabro económico anterior. Me había arruinado en los negocios y en el trabajo que tenía en Mallorca y, a la par, se arruinó mi matrimonio. Fue como si, de repente, mi casa se hundiera. Y me vine, hundido moral y económicamente, a empezar de nuevo, con 33 años.

- Pero alguna amistad sí tendría.

- Sólo algunas del mundillo anterior mío de la tapicería, la decoración y el comercio, pero no me interesaba nada de todo eso. Tenía amistades en banca, directores que habían estado destinados en Mallorca y habían ido a parar a Madrid. Hubiera podido trabajar en cualquiera de estos sectores pero tampoco me interesaba. Quería empezar una nueva fase de mi vida tanto profesional como sentimental. Así que me vine solo, con 3.500 pesetas para pagar la primera semana de pensión y punto. Es algo que recomendaría hoy a quienes están en el poder económico y social. Que, de repente, se auto-excluyesen de la titularidad de sus cuentas corrientes y que cogiesen el equivalente a las 3.000 pesetas de entonces que pueden ser 50.000 de ahora y volviesen a empezar, sin utilizar nada de su patrimonio, de sus amistades ni de sus artilugios. Empezar de cero es sanísimo.

- ¿Qué aprendió usted de esta experiencia?

- Muchísimas cosas. Aprendí a robarle las croquetas al camarero cuando le pedía un vaso de agua. Aprendí a sobrevivir y adelgacé. Aprendí a apreciar la poca cantidad de dinero ganada con un trabajo ocasional de unas horas. Recuerdo que me metí en una empresa cuyo trabajo era el pinchar dedos de niños para sacarles sangre, colegio tras colegio. Aprendí a sorprender a alguna señora, económicamente bien situada. A mis 33 años, era un hombre guapo, iba bien vestido y fui precursor de los acompañantes de señoras ricas, trabajo que, hoy en día, está tan de moda. A muchas de estas señoras les gustaba llevar a un hombre al lado sin que pasaran a más. Estar con ellas, en un cócktel, permitía relacionarme en un círculo de gentes y de amistades y me nutría bien. Ahí empezaron los contactos y conocí a mucha gente del mundillo del teatro, de la radio, del doblaje, del cine y de la televisión.

Presentador de televisión.


- ¿Qué había hecho, en cine o en televisión, hasta este momento?

- Lo primero que hice fueron radio novelas de la Cadena Ser y Radio Nacional, y diferentes estudios de doblaje para cine y televisión. Además, algunas cositas en cine. También me inicié en el teatro como actor de moda. Me llamaban directores de cine para que interpretara papeles. Recuerdo que había conseguido uno en una película rodada en Bilbao. Mientras una maquilladora me arreglaba la cara, comentaba con otra que había oído decir que José Antonio Plaza estaba buscando a alguien para sustituirle en la presentación de su programa “625 líneas”. Hice alterar el plan de rodaje al pobre Rafael Gil que me dio un día libre. Me metí en el tren y vine a Madrid en donde localicé a José Antonio Plaza, quien me hizo una prueba y me aceptó para sustituirle. Con ese programa que hacía, junto con Mayra Gómez Kemp, en aquel momento, se me abrieron las puertas de par en par.


- Supongo que, a partir de ese momento, tuvo que rechazar no pocas ofertas de trabajo.

- Por supuesto. En cuanto me asomé a la pequeña pantalla, se me empezó a conocer por toda España. Tuve incluso ofertas para anunciar determinadas marcas de tabaco americano o para interpretar cine porno, e incluso para dejarme inventar una hija secreta no recuerdo con qué actriz de segunda fila. Ofertas que, por cierto, rechacé a pesar de las importantes cantidades que me ofrecían. Aquello era el no da más.

- Usted presentó el primer Informativo Balear que se hacía desde Madrid. ¿Cómo fue esa experiencia?

- De haber aceptado el traspaso a la isla, hoy yo podría estar en Televisión Española en Palma. ¿Que por qué me negué en último momento? Porque no quería ser aplastado por el centralismo catalán que entonces comenzaba en la televisión regional. Existe un centralismo en Palma con relación a la provincia, y un centralismo en Barcelona con los países de habla catalana. Mallorca está viviendo la consecuencia de su propio centralismo con respecto a las otras islas, a la vez que sufre el intento del centralismo catalán. Baleares está en el área de influencia de Catalunya, que es muy poderosa. Mallorca tiene su propia idiosincrasia, su propio centralismo, sus propias historias, pero Catalunya se alarga mucho y acabará por absorbernos. Es un fenómeno que, aparte de la Televisión, se produce en las escuelas, en las universidades, en la radio y, dentro de unos años, se hablará el más puro catalán en toda Mallorca y, poco después, en el resto de las islas. Ya sé que el mallorquín es un dialecto del catalán, pero tiene su propia vertiente, su propia música y habla. Cosa que están intentando aplastar. Ya entonces se estaba viviendo este problema. Fue una de las causas que a mí me hicieron desistir cuando ya tenía toda la documentación preparada para irme a Mallorca a trabajar en el centro regional. Y me quedé en Madrid.

- Entre el supuesto centralismo matritense y el catalán ¿cuál prefiere?

- Ninguno de los dos. Pero, si tuviera que elegir... Yo no soy ni de derechas, ni de izquierdas, ni franquista, ni comunista. Tengo mis tendencias políticas que no están virando hacia ninguno de los extremos. Más bien me quedaría en el centro. Tengo que reconocer que muchas cosas buenas que ahora dan sus frutos son consecuencia de inicios de épocas anteriores del socialismo que a mí no me trató nada bien. Y que el centralismo madrileño ha terminado por desaparecer. A fin de cuentas, prefiero éste, sin que con ello esté deseándolo. Creo que su óptica es bastante más amplia.


Su paso por Madrid.


- Usted tiene la reputación de ser un enamorado de Madrid y un poco renegado de la Mallorca catalanista.

- Nada más lejos de la verdad, aunque es cierto que estoy muy enfadado con los mallorquines porque están vendiendo la isla a los alemanes. La tierra se puede cultivar, negociar, alquilar, explotar de mil maneras. Cierto que los alemanes pueden hacerse con todo. Pero, si los mallorquines pensaran un poco, se darían cuenta de que la tierra ni tiene precio ni puede venderse. Claro que, al paso que van, dentro de cincuenta años serán los criados de los alemanes, o sus perros, atados con cadenas. Esto puede ser pan de hoy y hambre para mañana.

- En Madrid, en donde reside durante más de veinte de años, ¿continúa usted sintiéndose mallorquín?

- El funcionamiento económico de Madrid, que es una gran ciudad que adoro, estaba basada en dos polos importantes: la población madrileña, la banca, la gran empresa, las compañías de seguros, etcétera que hoy siguen; y el Madrid derivado de la gran población flotante que la visitaba durante dos o tres días para arreglar cualquier cosa de tipo burocrático, puesto que todo estaba centralizado en ella. Ahora ya no hay que venir aquí para nada. Cualquier cosa se tramita en los gobiernos autónomos. Al amparo de ese segundo Madrid, había mucho teatro, mucho comercio, mucho restaurante y una vida de noche que ha desaparecido. Ha sucedido algo que está bien para el conjunto del país pero que a Madrid le ha perjudicado. Y Madrid ha pasado unos años muy difíciles. De golpe y porrazo, la economía particular se ha perdido; se han cerrado comercios, restaurantes; la pequeña industria ha tenido que evolucionar... El arte, al contrario de antes, cuando, si no se estrenaba una obra en la capital del reino, no se tenía éxito en el resto de España, ya no es tan importante. Hoy en día se estrena en Valencia, en Bilbao, y no pasa nada. Pero Madrid es un gran pueblo y puede mucho. Y aquí están estos madrileños y la gran mayoría que no lo somos, peleando por Madrid. Pero vayamos a su pregunta. Yo me siento muy madrileño y de cuna mallorquina. La prueba de ello es que he cocinado en Tokio, en Estambul y en Atenas y los platos de más éxito han sido los de clara inspiración mallorquina. Me siento muy mallorquín por la cocina, por el habla y por las buenas amistades mallorquinas que hay en Madrid. Lo único que ocurre es que mi vida se desarrolla aquí.

- Y aquí desarrolla usted sus dotes artísticas, hermanándolas con su carrera, su trayectoria personal y su labor de empresario. Sobre todo en televisión.

- La verdad es que, en 1981, yo llevaba un carrerón en Televisión. Bien es cierto que nadie me regaló nada. Entré a trabajar por mis propios esfuerzos y nunca creí que fuera un monstruo por estar en pantalla los domingos a las siete de la tarde y presentar “625 líneas”, un programa visto por veinte millones de españoles. Pero, cuando los socialistas ganaron el poder, cambió la directiva de Televisión. La nueva entró con mucho miedo de que, los que estábamos en pantalla y los que escribíamos, pudiéramos, de alguna manera, trastocar ese poder que ellos habían conseguido. Y utilizaron los comisarios políticos. Pero no iban a arruinar las arcas de la casa echándonos con indemnizaciones millonarias. Así que eligieron mandarnos a la inactividad, al “pasillo”, sin que pudiéramos hacer absolutamente nada. Sin darnos el más mínimo aliciente de un trabajo. Yo me he tirado meses sin ir a Televisión, cobrando puntualmente de ella. Y cada vez que me llegaba el sueldo a través del banco, me daba una vergüenza tremenda. Pero, a la vez, aquello era como una coz de burra.

- ¿Y los sindicatos?

- Los sindicatos no nos hacían ni puñetero caso. Estaban muy calladitos y, en esa época, nadie tenía el puesto de trabajo seguro. Mi única forma de lucha era presentarme todos los días a las nueve de la mañana en el despacho del director de personal a pedir trabajo. Hasta que, por fin, un día me dieron un destino en la gerencia de publicidad en Televisión Española Allí me encontré con un personaje nefasto, sudamericano, lleno de complejos y de lo más deleznable que se podía uno echarse a la cara, como profesional, que me prohibió hacer cualquier cosa. Llegaron a prohibirme hasta que me sentara en una mesa porque no tenía ninguna función que pudiera desempeñar. Así que me pasaba el tiempo de pie, en el pasillo. Y, en una ocasión, llegamos a las manos. Florencio Solchaga, a quien habían metido en un cuarto oscuro por el hecho de haber dado el parte médico diario de Franco, y yo, negociamos el mismo día, nuestra salida de Televisión. Cuando Florencio salió de aquel despacho estaba verde, con lágrimas que le asomaban en los ojos y una rabia contenida.

- ¿Por qué razón iban a por usted, si no estaba en contra ni a favor del PSOE?

- Porque mi imagen era conocida a través de la pantalla. Y todo lo que pudiera recordar a épocas anteriores tenía que ser apartado. Una locutora de informativos que presentaba un informativo semanal muy importante, la cual todavía está en candelero pero ya no en Televisión, llegó a decir, en el momento de oír mi voz en off: “Pero todavía hay voces del franquismo funcionando en esta casa?”

- En octubre de 1992, tras una larga y penosa lucha con toda clase de zancadillas, le dieron el finiquito ¿Cuál fue su precio?

- Zancadillas, desprecios e infructuosos años, ahogados, según explico en el libro “Arroces, experiencias y recetas varias”, en la más completa inutilidad. Me dieron doce millones. Pero yo sigo preguntándome quiénes eran aquellas personas, hombres y mujeres, nombrados jefes por el dedo de la amistad o afinidad política, aquellas personas capaces de condenar a sus semejantes al más absoluto ostracismo profesional.

Entre pucheros.


- ¿Cuál fue su nueva perspectiva en la vida?

- Mientras aguantaba todas estas dificultades, me preparaba a mi manera. Y desarrollé mi actividad entre pucheros. Abrí un local especializado en paellas para llevar. Toda la vida se me ha dado muy bien hacer la paella. Desde que era un chavalín de siete años, ya ayudaba a la abuela, que era valenciana, en estos menesteres. En mi casa, de la calle de los Olmos, teníamos un palomar y, cada domingo, sacrificábamos un pichón y, con cuatro piedras y cuatro trozos de leña, montábamos un fogón y hacíamos una paella. La cocina siempre ha sido mi fuerte. Los mallorquines somos muy dados a esto. En cada casa hay una cocinera y los mallorquines tienen mucha sensibilidad para cocinar. La buena cocina es propia de las personas sensibles. Y los mallorquines somos muy dados a la sensibilidad. Entre nosotros hay grandes pintores, grandes músicos, grandes escultores, grandes artistas y grandes cocineros. El mar, que hecho mucho de menos, así como la luna, nos influyen. Nos hace funcionar el riñón a unas horas determinadas.

- Volvamos a la sensibilidad culinaria...

- En el año 1986, como le iba diciendo, había montado, en Pozuelo, un negocio de paellas para llevar. Me di cuenta de que aquí no había nada por el estilo. Al principio, me decían que estaba loco, que el arroz se pasaba. Entonces ni existía la Tele pizza, ni la tele paella, ni tele tortilla, ni el tele pollo, ni nada por el estilo. Yo fui el primero que montó algo a raíz de un viaje a París, en donde había visto un cartel en un restaurante que decía: Plats à emporter. Lo mismo que hacían los chinos, los primeros que mandaron comida a las casas. Luego, mucho después, empezaron los italianos con las pizzas. Y ahí en medio me encontraba yo, con mis paellas para llevar.

- ¿Y tuvo usted éxito?

- No se puede imaginar lo que aquello fue. Llegué a tener una cocina con doce fuegos en batería, más los hornos correspondientes. Hacía once clases distintas, desde paellas para dos hasta para veinticinco. Y en la ejecución, manejaba al mismo tiempo veinticuatro paellas. Las primeras pruebas las hice conmigo mismo. Yo me hacía una paella, la metía en mi coche, me iba a casa pero, al llegar, aquello estaba pasado. Entonces me puse a estudiar a base de analizar la composición del arroz. Y descubrí que había un determinado producto natural que, metido en el fumet, en el caldo con el que se hacía la paella, no sólo le daba buen sabor sino que, además provocaba la fermentación del almidón que lleva el arroz en ebullición. Recuerdo que un día se presentó un señor y me dijo que era el propietario de los Burger King de toda España y que se llevaba paellas de mi casa porque no se pasaban. Quería que fuera a trabajar con él y que distribuyera paellas en los Burger King de toda España, que me daba todo el dinero que quisiera. Le contesté que quería dormir tranquilo en mi casa, con mi mujer, y morirme en mi cama.

- O sea que se negó a entregarle la fórmula del arroz que no se pasa y se quedó en donde estaba. Pero luego hizo tratos con otros empresarios.

- Abrimos un pequeño restaurante y conocí a un personaje nefasto que era un hombre cargado de millones y caí en sus manos. Su hobby y su afición secreta era estafar a la gente. Y, a medida que hacía estas estafas, se enriquecía cada vez más. En aquel momento, no me di cuenta de su trampa. Iba a ser propietario al cincuenta por ciento. Escuché los cantos de sirena y nos asociamos. En poco tiempo, montamos una fábrica de pan y dos pastelerías en las que hacía ensaimadas mallorquinas. Pero aquella asociación, que me costó dieciocho millones de pesetas gastados en maquinaria, no duró mucho. Y fue una aventura desgraciada.

Las paellas multisabores de Santamaría.


- Así que, al final, se marchó usted y abandonó a su socio.

- Lo único que él buscaba era mi patrimonio y los negocios montados con mi maquinaria en sus locales. Él continuó un par de meses hasta que tuvo que cerrar. Yo me quedé mal otra vez. Pero esta es mi vida. Además, ya había aprendido mucho, sobre todo de cocina. Hice algunos intentos de trabajar para otros empresarios de hostelería. Con uno estuve nueve meses. Pero, por lo visto, yo no he nacido para trabajar para otros. Y entonces fue cuando me quedé con este restaurante, el Cala Fornells que, en unos años, se colocó a la cabeza de muchos restaurantes de Madrid. Nuestros clientes dicen…

- ¿Qué clase de clientes?

- Se trata de gente importante, no valorada por su dinero, sino porque sabe apreciar las cosas bien hechas. Y estoy permanentemente volcado sobre mi negocio, evolucionando hacia lo que creo que tiene que ser la nueva restauración en España, que está muy atrasada. Las diferencias que existen entre nuestra restauración con la del extranjero son abismales. Por ejemplo, en el tema de la higiene, andamos muy mal. Por eso damos a conocer nuestra higiene al cliente. Nosotros enseñamos la cocina a quien desea verla. Y tenemos, en la carta, una ficha técnica en la certificamos que la gente que elabora nuestra comida está sana. Y la mantenemos en permanente vigilancia.

- De manera que se especializó en higiene y en arroces…

- Un día estaba cocinando y me entraron diez personas que ocuparon una mesa y me pidieron cinco paellas diferentes. Entonces, caí en la cuenta de que una mesa me podía hipotecar todo el local durante media hora. Y me dije que no era la velocidad lo que yo necesitaba. Ya había intentado hacer algo cuando creé las paellas para llevar, pero tenía el proyecto aparcado. Hasta que puse en marcha la “paella multisabor”, una paella con varios compartimentos estancos. Cada uno es un sabor y cada sabor es para una persona diferente. De esta manera, hice, en un solo fuego, una paella para varias personas que pedían arroces diferentes y las serví en un solo viaje. Funciona de maravilla. Y la patente, que en Japón quisieron comprarme, la tengo yo.

- Un pueblo ¿puede llegar a conocerse a través de sus platos elaborados?

- La cultura gastronómica es, en nuestro país, la gran olvidada. No se puede imaginar lo que España podría vender en el exterior a través de su cocina. Ahí tiene, por ejemplo el tema del aceite. El de Oliva, que puede desterrar las mantequillas, las margarinas y las grasas extrañas, ahora se está empezando a utilizar en Japón. La cocina española es mucho más conocida en el extranjero que en España. Ha habido turcos que me han hablado de platos españoles que yo sólo conocía de referencia a través de libros. En Atenas, me han mencionado el arroz de la tierra que, en realidad, no es arroz, sino un plato maravilloso que se hace con trigo molido en Mercadal, pequeña localidad menorquina. A través de la cocina, se puede mover tanta gente... Lo que es una barbaridad es traer turistas a España y darles bazofia. Si, además de buen sol, buena playa y buen alojamiento, les ofrecemos buena comida, los convertimos en agentes de ventas. Y si tenemos cinco millones de turistas, tenemos cinco millones de agentes de ventas. Pero este turista tiene que quedar muy contento porque el estómago es una de las principales causas por las que se puede satisfacer a una persona. Lamentablemente, estamos teniendo en contra la invasión de la comida americana.

- Dentro de la cultura gastronómica española ¿distinguiría claramente la balear?

- Por supuesto. Es una cocina muy elaborada que lleva tiempo hacerla. Yo le resto cantidad de grasa; la refino y la decoro. Hay algunos platos que me cuestan mucho disfrazar. Por ejemplo “Es Frit”. En Madrid, no he conseguirlo venderlo. Pero, el cincuenta por ciento de nuestra comida es balear. Uno de los platos más pedidos es la sobrasada asada con miel. No utilizamos casi la mantequilla, que es sustituida por el aceite de Oliva, y sí el ajo, como elemento importante, el hinojo, las hierbecitas, la salsita, los productos naturales y otros.

- El restaurante ¿es un sitio adecuado para hacer grandes... amistades?

- Por supuesto. Amistades que hay que saber colocar en su sitio. No es bueno mantenerlas con intención de derivarlas hacia otros asuntos. Porque es sólo amistad de restaurante. Yo siempre digo que tengo una taberna o una casa de comida para amigos

- ¿Conoce a otros mallorquines que vivan en Madrid?

- Los mallorquines que viven en Madrid nos integramos en la competencia. Una sana competencia, pero competencia, al fin y al cabo. Por ser mallorquines no nos juntamos más sino que nos prestamos un poco más de atención. Pero, en competencia.

Mallorca y fuera de Mallorca.


A sus sesenta y nueve años, Juan Santamaría, un viejo zorro en el arte de hacer arroces y presentar personajes, ha viajado con sus paellas por el mundo. Ha estado repetidas veces en Tokio, Estambul, Atenas, EEUU, enseñando cocina española y ha hecho muestras culinarias por Suiza, Nueva York y por diversos países sudamericanos. Son numerosos los webs que, en Internet, hacen alusión a sus arroces. Publicó un libro que alterna su experiencia personal con las comidas mallorquinas: “Arroces, experiencias y recetas varias. Cocina Mediterránea”. Del Mediterráneo pasó a Madrid y de éste a Salamanca.

“Madrid se me empezaba a caer encima –nos confesaba seis años después de esa primera entrevista en la que narraba su experiencia en la capital de España–. El tráfico, el exceso de población y las prisas me hacen huir de Madrid, asentándome en Salamanca, Así que, después de mi segunda separación, vendí la casa y el restaurante y decidí poner tierra por medio, instalándome en Salamanca, en donde abrí mi restaurante Cala Fornells”. Presume de tener amigos en las cocinas de medio mundo. Allí abre, en enero del 2008, “El Andamio Producciones Teatrales, S. L.” Y en él, estrena “Cosas de la edad tardía”, que interpreta y pone en marcha en diversas localidades. Escribe asimismo “La verdadera fortuna” y “Cualquiera… por ejemplo, tú”. En el 2010, recibe el Premio Hostelería. Terminamos hoy con las últimas preguntas que le hicimos cuando aún vivía en Madrid.

- ¿Vuelve de vez en cuando a Mallorca?

- Poco porque, cuando vuelvo, me encuentro a disgusto, no con la tierra y con la gente, sino con los no mallorquines que me tratan como a un turista. Me encuentro a disgusto porque allí no como bien, porque se está perdiendo la cocina mallorquina y porque se me han muerto los viejos. Por lo tanto, si no es para visitar el cementerio... Y, la verdad, no me apetece. Allí me quedan dos hijos y una nieta. Pero ellos también vienen y nos relacionamos mucho. Tengo también grandes amigos que lo mismo podrían ser sevillanos, extremeños o canarios. No lo reduzco todo al mallorquinismo. Para mí hay otras muchas cosas por encima de éste.

- ¿Hay otras muchas otras cosas por encima de Mallorca?

- Lo que hay que hacer es salir de Mallorca para poder compararla y, si la comparación es favorable a la isla, quererla y amarla un poco más. Pero salir también con la mente abierta para poder captar otros lugares, otras culturas, otros pueblos y otras gentes, aparte de Mallorca. Un día regresaba de Ibiza a Mallorca y, en el trayecto del avión al aeropuerto, se juntaron varios mallorquines. Uno de ellos decía a otro: “Au, ja hem arribat”. Y el otro le contestaba con una aspiración: “Síí. Es guapa Eivissa –insistía el primero–, pero Mallorca es Mallorca, ¿eh?”. Y el otro repetía, convencido: “Síííííí....” Cualquier hubiera dicho que veníamos del Canadá o de Australia. El mundo es muy grande, Mallorca es maravillosa y yo admiro a la gente mallorquina, pero nunca he tenido esa cerrazón, ese impedimento de reconocer lo bello que hay más allá. El mallorquín viaja mucho pero con espíritu negativo. Cuando sube al avión o viaja a algún lugar, por lo general, va previamente convencido de que lo que va a ver es inferior en calidad, en hermosura, a lo que está dejando atrás. Y, cuando lleva tres o cuatro días fuera de su “roqueta”, ya tiene ansias de volver. Muchos de ellos están tan encerrados y embebidos en sí mismos que no se dan cuenta de las maravillosas oportunidades que pierden fuera de Mallorca y que salir de la isla no significa renegar de Mallorca, sino engrandecer el espíritu, el conocimiento, las amistades, la cultura, y descubrir otras cosas.

- ¿Por qué el mallorquín tiene tanto miedo de volver sin pasta a su isla?

- Por el qué dirán. Después de una aventura en el exterior, no puede permitirse regresar fracasado. Es algo que le destrozaría. Por eso trabaja más que nadie, agudiza el ingenio, elabora las cosas más insospechadas, hace lo que sea necesario, y, por lo tanto, triunfa. Todos los mallorquines que yo conozco en Madrid tienen dinero.

- Cuando muera, ¿le gustaría que le enterraran en la isla?

- A mí no me van a enterrar, sino a incinerar. Y la fantasía me hace decir que me gustaría que esas cenizas fueran esparcidas en aguas de las Baleares.

(Próximamente: Bernardo Rabassa Asenjo.)

martes, 17 de mayo de 2011

Juan Santamaría. (y VII) Mallorca y fuera de Mallorca.



Juan Santamaría, premio Hostolería, 2010.


A sus sesenta y nueve años, Juan Santamaría, un viejo zorro en el arte de hacer arroces y presentar personajes, ha viajado con sus paellas por el mundo. Ha estado repetidas veces en Tokio, Estambul, Atenas, EEUU, enseñando cocina española y ha hecho muestras culinarias por Suiza, Nueva York y por diversos países sudamericanos. Son numerosos los webs que, en Internet, hacen alusión a sus arroces. Publicó un libro que alterna su experiencia personal con las comidas mallorquinas: “Arroces, experiencias y recetas varias. Cocina Mediterránea”. Del Mediterráneo pasó a Madrid y de éste a Salamanca.

“Madrid se me empezaba a caer encima –nos confesaba seis años después de esa primera entrevista en la que narraba su experiencia en la capital de España–. El tráfico, el exceso de población y las prisas me hacen huir de Madrid, asentándome en Salamanca, Así que, después de mi segunda separación, vendí la casa y el restaurante y decidí poner tierra por medio, instalándome en Salamanca, en donde abrí mi restaurante Cala Fornells”. Presume de tener amigos en las cocinas de medio mundo. Allí abre, en enero del 2008, “El Andamio Producciones Teatrales, S. L.” Y en él, estrena “Cosas de la edad tardía”, que interpreta y pone en marcha en diversas localidades. Escribe asimismo “La verdadera fortuna” y “Cualquiera… por ejemplo, tú”. En el 2010, recibe el Premio Hostelería. Terminamos hoy con las últimas preguntas que le hicimos cuando aún vivía en Madrid.

- ¿Vuelve de vez en cuando a Mallorca?

- Poco porque, cuando vuelvo, me encuentro a disgusto, no con la tierra y con la gente, sino con los no mallorquines que me tratan como a un turista. Me encuentro a disgusto porque allí no como bien, porque se está perdiendo la cocina mallorquina y porque se me han muerto los viejos. Por lo tanto, si no es para visitar el cementerio... Y, la verdad, no me apetece. Allí me quedan dos hijos y una nieta. Pero ellos también vienen y nos relacionamos mucho. Tengo también grandes amigos que lo mismo podrían ser sevillanos, extremeños o canarios. No lo reduzco todo al mallorquinismo. Para mí hay otras muchas cosas por encima de éste.

- ¿Hay otras muchas otras cosas por encima de Mallorca?

- Lo que hay que hacer es salir de Mallorca para poder compararla y, si la comparación es favorable a la isla, quererla y amarla un poco más. Pero salir también con la mente abierta para poder captar otros lugares, otras culturas, otros pueblos y otras gentes, aparte de Mallorca. Un día regresaba de Ibiza a Mallorca y, en el trayecto del avión al aeropuerto, se juntaron varios mallorquines. Uno de ellos decía a otro: “Au, ja hem arribat”. Y el otro le contestaba con una aspiración: “Síí. Es guapa Eivissa –insistía el primero–, pero Mallorca es Mallorca, ¿eh?”. Y el otro repetía, convencido: “Síííííí....” Cualquier hubiera dicho que veníamos del Canadá o de Australia. El mundo es muy grande, Mallorca es maravillosa y yo admiro a la gente mallorquina, pero nunca he tenido esa cerrazón, ese impedimento de reconocer lo bello que hay más allá. El mallorquín viaja mucho pero con espíritu negativo. Cuando sube al avión o viaja a algún lugar, por lo general, va previamente convencido de que lo que va a ver es inferior en calidad, en hermosura, a lo que está dejando atrás. Y, cuando lleva tres o cuatro días fuera de su “roqueta”, ya tiene ansias de volver. Muchos de ellos están tan encerrados y embebidos en sí mismos que no se dan cuenta de las maravillosas oportunidades que pierden fuera de Mallorca y que salir de la isla no significa renegar de Mallorca, sino engrandecer el espíritu, el conocimiento, las amistades, la cultura, y descubrir otras cosas.

- ¿Por qué el mallorquín tiene tanto miedo de volver sin pasta a su isla?

- Por el qué dirán. Después de una aventura en el exterior, no puede permitirse regresar fracasado. Es algo que le destrozaría. Por eso trabaja más que nadie, agudiza el ingenio, elabora las cosas más insospechadas, hace lo que sea necesario, y, por lo tanto, triunfa. Todos los mallorquines que yo conozco en Madrid tienen dinero.

- Cuando muera, ¿le gustaría que le enterraran en la isla?

- A mí no me van a enterrar, sino a incinerar. Y la fantasía me hace decir que me gustaría que esas cenizas fueran esparcidas en aguas de las Baleares.

Próximamente: Bernardo Rabassa Asenjo.