viernes, 17 de junio de 2011

Pepita Ramos: (y III) Madrid me gusta a rabiar.


Playa Es Trenc, vista por un agujero


Esta es la tercera parte de la entrevista con Pepita Ramos Correa, publicada el 7 de marzo de 1998 en “El Día del Mundo”.

- ¿Se reúnen alguna vez las mujeres mallorquinas en Madrid?

- Nos reunimos, de vez en cuando, para hablar de nuestras cosas o para celebrar algún aniversario o festividad. En fin de año o en la proximidad de las vacaciones de verano

- Tengo entendido que algunas de sus clientas visitan su establecimiento sólo para degustar el café que sirven en él.

- En efecto, lo traemos de Mallorca y es de una mezcla especial que nos preparan desde hace más de treinta años. Mucha gente está enviciada con él y, no pueden pasar sin este café. Hacemos también “cocarrois”, empanadas de carne y de verdura, pastelería general, siempre muy pura. Y hacemos, igualmente, horchata de almendra mallorquina.

- ¿A usted le gustaría volver a Mallorca?

- Siento decir que no, porque me he acostumbrado a lo que no es bueno, que es la polución, el barullo y el volverse una loca. En mi casa, tengo mucha tranquilidad, pero, durante el día, esto es una fiesta de calle y todo lo hago deprisa y corriendo. En cambio, en Mallorca, me sobra el tiempo y la gente vive una vida que me encanta, pero que yo ya he perdido. La aguanto quince o veinte días, pero luego me pregunto qué estoy haciendo allí. Y mis hijos me tiran. Madrid me gusta a rabiar.

- ¿Quiere decir que la tranquilidad de Mallorca le pone nerviosa?

- Ya no soporto ni la misma manera de hablar pausada. Aunque, cada vez le encuentro más sabor a la isla. Igual acabaré allí mis días. Pero hoy en día no podría acostumbrarme porque necesito moverme y mucho movimiento. Y los mallorquines, hay que reconocerlo, son muy pasivos.

- ¿Sus hijos conocen la isla?

- El mayor estudió medicina, se casó y se marchó a San Sebastián. El menor se fue a casar en Santany. Fue una gozada volver a recordar cómo la gente nos sigue queriendo después de tanto tiempo. De todas formas, cada verano, pasamos un mes en la isla.

- ¿Habla normalmente el mallorquín entre los suyos?

- Siempre que puedo. Tengo algunos amigos de pura cepa con los que lo hablo y, de vez en cuando, sacamos alguna palabreja de esas y recordamos cosas de allí. Con ellos estudiamos la lengua y cada vez que tenemos un problema de lenguaje, lo cuidamos mucho. El otro día me preguntaba cómo se diría tirachinas en mallorquín y no conseguí encontrar la palabra exacta. Sé que los honderos de las Baleares tiraban con la honda llamada “fonda”, cuyo verbo es “fonar”, y que el nombre de “tira macs”, o tirador se acerca al español de tirachinas, pero no sé, no sé...

- Y ustedes, mujeres mallorquinas, ¿se ven y hablan de Mallorca en Madrid?

- De vez en cuando, nos reunimos para hablar de nuestras cosas o para celebrar algún aniversario o festividad. Por ejemplo, en el fin de año o en la proximidad de las vacaciones de verano.

- ¿Cree usted que el mallorquín sigue siendo un isleño en Madrid?

- A pesar de que nos queremos y nos sentimos muy bien entre nosotros, el mallorquín sigue siendo muy separatista en Madrid.

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