miércoles, 22 de junio de 2011

Mateo Bosch (IV) La relación calidad-precio.



- ¿Qué diferencias puede haber entre la hostelería de hoy en día y la que se inicia con el “boom” turístico?

- Lo que va cambiando es la clientela porque las generaciones pasan y los hoteles se adaptan constantemente a la demanda. El cliente hoy valora una actitud positiva de la persona que le atiende. Debemos crear confianza para que el cliente plantee los problemas y solicite los servicios que requiere. Debemos ser eficaces y obrar con prontitud. Además, hoy debemos conseguir que la relación calidad precio sea adecuada y también, ¿por qué no?, ofrecer más por menos.

- ¿Han subido mucho los precios?

- Comparando con el extranjero, los precios de los hoteles en España no han subido. Es más, llevamos unos años muy estabilizados y, en todo caso, a la baja. Hemos pasado por una crisis tremenda que todavía hoy sufren los hoteleros. Hoy existen inversiones en grandes edificios hoteleros que, como tales, no son rentables, si se tiene en cuenta que los edificios hoteleros requieren de constantes inversiones, renovaciones, y puestas al día de sus instalaciones. Desgraciadamente, las realizaciones y edificios para hoteleros no tienen un presente ni un futuro demasiado claros.

- Pero a un cliente ¿hoy le cuesta más una habitación en un hotel de tres o cuatro estrellas que hace diez años?

- Un cuatro estrellas en la línea de un Meliá Avenida América, en Madrid, ingresaba a finales de la década 1990 entre 12 y 15 mil pesetas por habitación ocupada por noche. Diez años antes, los hoteles de cuatro y cinco estrellas situados en ciudades europeas importantes costaban entre 18 y 20.000 pesetas. Y a principios de los 2000 existía una oferta amplísima en el mercado de “tour operators”, agencias de viajes, mayoristas, con programas para grupos –colectivos especiales, congresos, conferencias– a precios muy reducidos por debajo de las 10.000 pesetas. El consumidor ha aprendido a valorar ese producto y a utilizarlo a su medida, obteniendo unas condiciones excepcionales, tanto en transporte como en hoteles.

- ¿Y no pierden los inversores al bajar tanto los precios?

- Un negocio hotelero que no consigue un mínimo nivel de rentabilidad a su inversión muere rápidamente. Si su proyección no prevé resultados claros, o se reestructura, lo cual sigue siendo arriesgado, o se le da alguna salida inteligente que permita por lo menos hacer frente a las cargas financieras y a su autofinanciación, o acaba siendo una carga insostenible para quienes se hubieren equivocado. En esos procesos, siempre resulta difícil que el consumidor no sufra las consecuencias.

- La oferta turística mallorquina ¿sigue siendo importante?

- Los mallorquines tienen ya un terreno ganado, una experiencia y un desarrollo cuya distancia, del resto de los países del Mediterráneo que pudieran competir, es considerable. Aparte del turismo tradicional, personalmente veo un gran futuro basado en una nueva demanda en cierta línea de calidad, tanto hacia el segmento náutico, cuya oferta de infraestructura no tiene hoy competencia en nuestros mares, como por los escenarios naturales, playas y belleza natural de las islas. Son igualmente importantes los atractivos que ofrece cualquier inversión para cierta clientela europea que le permita tener un pie en tierra y disfrutar de fines de semana y escapadas a las islas, y utilice los vuelos económicos que ofrecen la mayoría de compañías aéreas europeas. Esos segmentos de demanda fomentan una muy diversa oferta de restauración, además de los hotelitos rurales de gran calidad que van creciendo paulatinamente en las islas y que tanta aceptación tienen entre una clientela económicamente privilegiada.

Mateo Bosch Salas. (y V) “Disfrutar del momento, sea como sea”.

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