viernes, 8 de julio de 2011

Jaime Villa Vega (y V) “Mi mundo se ha vuelto algo más ancho que Mallorca.

Jaime Villa, en sus últimos años de vida profesional.



- ¿Qué lugar le gusta más, después de Mallorca?

- Ha dicho usted muy bien: después de Mallorca. Si tengo que serle sincero, España y Mallorca son los lugares que más me apasionan. El único problema para vivir en ella es que es una isla, lo cual siempre plantea más problemas para acceder o salir de ella que en otros rincones de la Península. No obstante, el hecho de ser una isla le da un encanto especial.

- ¿A dónde va usted de vacaciones?

- Suelo dividir el verano entre Mallorca y Matalascañas, en Huelva, por razones familiares. Durante el resto del año, si puedo, paso fines de semana en Mallorca y en Málaga, donde tengo mi hija y mi nieta

- ¿Echa de menos Mallorca?

- La verdad es que, como llevo tantos años en la Península, mi mundo se ha vuelto algo más ancho que Mallorca. Me gusta cazar y allí no podría. Cojo el coche y, en tres horas, me voy a Extremadura y vuelvo, si hace falta, al día siguiente. Mallorca me gusta por los grandes amigos que tengo allí y me encanta la isla en su conjunto. Por descontado, me apasionan las sopas mallorquinas, la sobrasada, el frit, el tumbet, etcétera. Teniendo en cuenta que a mi mujer también le gusta la isla, está claro que, cuando me retire, pensamos pasar temporadas en Palma

- ¿Conoce usted a muchos mallorquines en Madrid?

- Yo tuve un amigo hace veinte años al que le perdí totalmente la pista. El otro día vi que aparecía en la prensa como propietario de un restaurante, y conseguí reencontrarlo. Se trata de Juan Santamaría, el cual fue muy conocido como presentador de TVE. En mi época de Naviera Mallorquina, estaba más en contacto con otros mallorquines que vivían en Madrid, pero les he perdí a todos la pista.

- ¿Piensa volver definitivamente a Mallorca, una vez retirado?

- Esto es un dilema para mí. Estamos en la duda de comprarnos una casa en Mallorca o quizás en la Costa del Sol para estar cerca de mi hija. La decisión aún está elaborándose.

- Una vez muerto, ¿descansará definitivamente en ella?

- Simpática pregunta. Aunque sea extraño, nunca he hablado con mi familia acerca de lo que voy a comentar. No creo que sea en Mallorca. Pero es un tema que estoy pensando. Al llegar a cierta edad, se piensa en este asunto. Creo que desearía que me enterraran (bajo tierra, no archivado en un nicho en la pared) en un cementerio pequeño de la Sierra de Madrid o quizás en el de Pelayos de la Presa, cerca de mi chalet en el Pantano de San Juan. Dada mi gran conexión con Noruega, país al que vengo visitando unas cuatro veces por año durante los últimos veinte años, si por casualidad muriera allí, desearía ser enterrado en los hielos de Svalbard, en el Ártico, zona que me apasiona. Supongo que mi familia se quedará helada cuando lea este deseo mío.

El retiro de la actividad profesional de Jaime Villa tiene lugar en diciembre de 1998. Continúa realizando alguna labor de asesoramiento (consultant) hasta diciembre de 2001. La empresa matriz (UECC Norway), conocedora de su pasión por temas relacionados con el Ártico, les regala a él y a su mujer un viaje al archipiélago de Svalvard, situado entre el Cabo Norte y el mismo Polo Norte, con travesía en aquel desierto helado con trineos y motos de nieve.

En Enero del 2002, se transforma en un jubilado total. Pero no sufre, en ningún momento, del síndrome del retirado, al organizar su vida en actividades que le ocupan todas sus jornadas, tales como las 3 ó 4 horas absorbidas en inversión en Bolsa. (“Aunque parezca mentira –reconoce– aún no me he arruinado”). Tiene el valor de andar cada día cinco kilómetros, con lo que intenta mantenerse lo mejor posible. Si le queda tiempo, sigue practicando la guitarra, pese a haber llegado a la triste conclusión de que “lo más que me permitiría alcanzar mi nivel artístico sería cantar y tocar la guitarra con una boina en el suelo, en la puerta de una iglesia, pero... algo es algo”. Y, mientras el cuerpo aguanta, piensa seguir dando cada verano la vuelta a Mallorca “en el velero –precisa– de mi gran amigo Pepe Mas Miquel”.

Cree que, por todo ello, es un hombre afortunado. Tiene la gran suerte de disfrutar de seis nietos que considera una maravilla, “con la ventaja de que, cuando se ponen algo pesados, son devueltos automáticamente a sus papás”. Sus hijos Mamen, Jandro, Kiko y Fernandita están bien situados en la vida y tiene la impresión de que tanto ellos como Montaña, su mujer, le quieren mucho, lo cual es, para él, motivo de gran satisfacción, aunque ésta no para de llamarle la atención (largarle broncas) por sus múltiples fallos. Tanto para él como para ella es de suma importancia su “Morga, incomparable perro”.

Catorce años después de esta entrevista, Jaime Villa pierde el tiempo que le queda, jugando a la bolsa y ocupándose de cosas que le siguen interesando. A sus 78 años, continúa haciendo deporte, caminando 5 kilómetros diarios, pese a que, hace dos años, se sometió a una operación de corazón. Y navega en el yate de un amigo, haciendo de capitán, cada vez que visita las islas.

Aparte de lo indicado lógicamente, le duele la espalda y tiene los típicos achaques de su edad, pero considera que, como dice la gente, “es peor que no te duela nada”. Vive con ilusión esta última fase de su vida, olvidando los malos momentos y recreándose en los buenos ratos pasados, “dando gracias a Dios por todo lo que me rodea en la actualidad”.

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