- ¿Desde cuándo es usted del Opus?
- Desde hace muchos años, concretamente, desde 1951. Lo cual comporta vivir las virtudes cristianas como cualquier persona. Pero, lo mismo que un Ingeniero de Caminos no puede hacer puentes por donde le dé la gana, nosotros no manejamos el dinero del Opus Dei. El pertenecer a la Obra es una vocación que Dios te da, si se la pides. Yo he vivido siempre mi vida cristiana con mis fallos garrafales, como cualquier hijo de vecino y punto. A mi hijo nunca le he dicho: “Vete a misa”, pero le he llevado a misa de pequeño. Y le he explicado el Evangelio. Lo más grande que tenemos es la libertad de los hijos de Dios. Más que todas las formaciones políticas. Es lo que a veces la gente no entiende. Se cree que somos cuadriculados. En los más de 45 años que llevo en la Obra, nunca nadie me ha dicho cómo tenía que hacer las cosas. Lo único que me preguntan es cómo funciona mi vida espiritual, cómo trato yo a la familia, a los amigos, o cómo me comporto en el negocio. No te hace falta poner ningún cartelito de que eres cristiano.
- ¿Qué es para usted el Opus Dei?
- En síntesis, santificarte con el trabajo ordinario y a través de él, junto con los que están a tu alrededor. Es lo que hacían los primeros cristianos. Sin hacer chapuzas. Intentar hacer el trabajo bien hecho. Y no hay más. Estar en la Obra comporta una serie de renuncias. Es una vocación cristiana. Como decía el fundador, para entrar, las puertas son muy estrechas, pero para salir, muy anchas. Son muchos miles en el mundo los que salen de ella.
- Pero, curiosamente, no se conocen a muchas personas del Opus que estén en el paro.
- Claro que los hay. Yo, por ejemplo, en el grupo que he tenido, he contado con taxistas sin trabajo. Y hay barrenderos, como ha habido ministros y gente conocida, como Trillo Figueroa, el presidente de las Cortes, o Ullastres, que en su tiempo lo fuera, López Bravo o Antonio Bienvenida, muerto por una vaquilla. Y mucha gente que no dice que lo sea. Ni tiene por qué decirlo... Ser del Opus es como ser de una asociación católica que se rige por normas de la Santa Madre Iglesia y punto. Y nuestro obispo es el de Madrid, menos para la cosa interna, en la que no entra ni el Santo Padre. Para mi interior, ni el Papa cuenta, siempre que no me salga de los límites de la moral cristiana. Es lo mismo que, si un día, un director de la Obra me preguntara de qué partido soy. Naturalmente, le mandaría a hacer puñetas.
Antonio Mesquida (V) Mallorquines en el mundo.
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