Nació en Palma de Mallorca el 26 de febrero de 1933 y su infancia se desarrolló en el barrio palmesano de Santa Catalina. Estudió náutica y, a los 17 años, consiguió el título de “Alumno de Náutica”, lo que en la Marina de Guerra se llama “Cadete”. Embarcó para realizar las prácticas en los tradicionales buques arcaicos que había en la España de esa época. En uno de ellos, (V/María R), aún puede observar cartas náuticas del continente americano en las que figuran las áreas del “Comanche Territory and Sioux Territory”, lo que refleja el “moderno” ambiente que se respiraba entonces en la Marina. A los 19 años obtiene el título de Piloto de la Marina Mercante, y navega durante otros dos años en buques tramp por Europa y América. Y a los 24, ya es capitán de la motonave Juan Riva de Flota Suardíaz, y es considerado el piloto más joven de España, saliendo por esta razón en la prensa.
Durante su vida en la mar, Jaime Villa experimenta momentos alegres pero también dramáticos. Entre estos, un naufragio por colisión en el Río Escalda, en Amberes (Bélgica), y el peor de todos, la muerte de un hijo, en tierra, mientras él navegaba mar adentro. Esto último determina el que decida buscar empleo en tierra.
En 1962, se queda en Madrid, como Director de la Línea Internacional de Naviera Mallorquina que controla seis motonaves entre Italia, Francia, España, Marruecos y Portugal. En 1976, cuando la Naviera Mallorquina es vendida al Grupo March, Jaime Villa decide marcharse a Naviera Davila ya que las perspectivas de línea internacional con el nuevo Grupo March son prácticamente nulas para él. A los pocos años, pasa a desempeñar el cargo de Director General hasta el momento de su retiro, apunto de llegarle.
- ¿Qué recuerda usted de su infancia en Mallorca?
- Yo nací en una familia muy humilde. Mi padre era maestro de escuela, aunque desempeñaba su trabajo como funcionario de la Diputación Provincial. Éramos tres hermanos y mi niñez fue más bien dura debido a la época en que me tocó vivirla. A mí me pilló la guerra entre los tres y los seis años. Siempre digo que soy un niño de la post-guerra, época en la que pasamos mucha hambre. Por eso nunca dejo nada en el plato. Fui a la escuela de “Son Pizá” y tengo de esa época los típicos recuerdos agradables y otros dramáticos. Recuerdo que, entre barrios, jugábamos a pedradas. Y desgraciado del transeúnte que cayera en zona de guerra, ya que podía salir baldado. Si se cogía un prisionero del otro bando, lo pasaba francamente mal. Era una juventud muy salvaje, completamente influenciada por la guerra. A los 14 años, ingresé en la Escuela de Náutica cuyo director era don Gregorio Guasp, y, a los 17, embarqué como alumno y atravesé el Atlántico.
- ¿Viajó usted mucho?
- Gracias a mi título de Piloto de la Marina Mercante, concedido el 11 de abril de 1953, al principio, me moví mucho por países europeos del Mediterráneo. Como alumno, estuve en los Estados Unidos, Cuba, etcétera, y, como Capitán de Naviera Mallorquina, en líneas con el Norte de Europa. A continuación, como director de empresa ya en tierra, he viajado por todo el mundo. A título de curiosidad, puedo decir que he participado en Consejos de Administración en Tokio, en Hiroshima y Centro América.
Mañana: (II) Barcos de madera y de hierro.
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