Fotografía de los diez hijos de Caldés con una dedicatoria, al dorso, que el fundador del Opus Dei, Escrivá de Balaguer, estampó en septiembre de 1948: “La familia es un hogar luminoso y alegre, ocasión propicia para convertir la prosa diaria en endecasílabo, verso heroico; los padres, sembradores de paz y alegría; y los hijos, ‘gaudium meum et corona mea’(mi alegría y mi corona)”.
Le entrevistamos en febrero de 1998, en su despacho de Madrid, cuando tenía 77 años y seguía trabajando.
El primero de enero de 1921 nace Juan Caldés Lizana en Can Xiqueta, una de las casas de más renombre de Lluchmayor, sita en la Calle del Convento. Es el tercero de cinco hermanos. Su padre tenía una de las primeras “fabriquetas” de zapatos del pueblo que luego pasó a El Molinar. Muy pronto, por cuestiones de negocios, la familia se traslada a Alicante y se instala definitivamente en Madrid, en donde monta una fábrica tienda de zapatos.
En la capital de España, Juan Caldés se distingue por su triple faceta de abogado, enseñante y banquero. Funda la primera Escuela Universitaria para Trabajadores. Dirige, durante 15 años, el Banco Popular Español. Pasa luego a la Dirección General del Instituto de Crédito de las Cajas de Ahorros, y es el primer isleño que ocupa la Dirección General del Banco de España, de 1972 a 1984. Caldés tiene, sin embargo, en su corazón, una espina clavada que hace referencia a Mallorca. Su proyecto del Túnel de Sóller fue despreciado por el Presidente Cañellas que eligió el de su amigo Cuart, de mucho menos categoría y calidad. Túnel que hizo saltar el escándalo y la dimisión de Cañellas.
- ¿Se acuerda usted de su infancia en Mallorca?
- Hay cosas que nunca se olvidan. Por ejemplo la terraza de la fábrica de mi padre a donde a veces subía y cantaba algo así como “Hormiguetas surtiu que Jesuset ya es viu”. Es algo que tengo impreso en mi mente. Me acuerdo de la calle del Teatro Principal en donde vivíamos, del barco y del mar. Así como de un pino de El Arenal, en donde vivían mis padrinos, que tenía las raíces prácticamente bajo el nivel del mar. Muchas veces me iba a sentar respaldado en dicho pino y el mar llegaba hasta mis pies. Asimismo recuerdo las tartanas, los “cherrets”, carricoches tirados por caballos que mi padre tenía para ir de Lluchmajor a Palma.
- ¿En dónde hizo sus primeros estudios?
- Ya ni me acuerdo de los nombres de los colegios. Tengo una ligera idea que fue en los franciscanos. Pero enseguida pasamos a Alicante, a los cuatro años, y terminamos en Madrid en donde hice el bachillerato en el Instituto Cervantes.
- ¿Por qué su familia abandonó Mallorca?
- Por razón de negocios. A mi padre no le fueron bien y pasó a Alicante Por mi parte, siempre hice los estudios ayudándole. Llevaba la contabilidad. En Alicante, se quedó un hermano mío. Luego pasamos a Valencia, en donde comencé Derecho. Conseguí el premio extraordinario en el examen del Estado. Y terminamos en Madrid, en donde mi padre instaló la tienda. Aquí hice el doctorado y oposiciones en el colegio Mayor César Carlos. Y saqué la oposición para Oficial Letrado del Instituto Social de la Marina y para Letrado del Consejo del Estado que no gané.
- En Alicante se casa usted.
- Efectivamente, con Consuelo, una alicantina que era muy guapa y aún continúa siéndolo. Con ella tuve diez hijos. De ellos no tengo ni una queja. Los diez sacaron una carrera y trabajan. Una de mis hijas es religiosa, de una orden secular. El resto, menos otro, soltero de oro, están casados. Ocho viven en una urbanización a mi lado. Además, tengo ventiún nietos y otro en camino.
Mañana: Juan Caldés (II) De profesor a banquero.
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