Nace el 2 de abril de 1938, en Mahón, en plena Guerra Civil. Se cría en Menorca de la que no sale hasta que tiene que pasar su examen de reválida de bachillerato, en Barcelona. Es hijo único y sus padres le apoyan en todo momento. Se desplazan con él a Madrid, en donde estudiará Ingeniería. Saca el número 1 de la Promoción de Ingenieros de Caminos, en 1963, y se licencia, un año más tarde, en Ciencias Físicas, con sobresaliente. En 1966, consigue el doctorado en Ingeniería, con sobresaliente Cum Laude y Premio Extraordinario.
Nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Navarra y por la de Carlos III, es el único balear que forma parte como Académico de número de la Real Academia de Ciencias Exactas, Física y Naturales. Miembro de la Academia Europea y académico de número de la Academia de Ingeniería, desde 1995, es el promotor y director de la carrera Ingeniero de Materiales de la Universidad Politécnica de Madrid. Dirige el Departamento de Ciencia de Materiales y crea el Grupo Español de Fractura. Posee innumerables condecoraciones y premios como la Medalla de Honor del Colegio de Ingenieros de Caminos (1995), la Medalla de Oro de la Real Sociedad Española de Física (2006), el Premio Ramón Llull (2000) y el Ministerio de Educación y Ciencia le otorga el máximo reconocimiento con el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología, Leonardo Torres Quevedo (1998). Desde el 2004, es Académico de la National Academy of Engineering (de momento el único ingeniero español) y, desde 2008, Académico de la Real Academia de Doctores de España.
Pero Manuel Elices sigue siendo un menorquín que añora su isla y el mar que la rodea. En 1994, recibe la Medalla de Oro de la Ciudad de Mahón. Y, entre sus hobbies, sobresale el de la fotografía submarina. Las paredes de su despacho y de su departamento están decoradas con hermosas vistas y paisajes del fondo del Mediterráneo que él mismo ha captado en sus horas de ocio.
Ha colaborado en Universidades de Europa, América y Asia. Ha cosechado premios nacionales e internacionales y ha trabajado en diversos campos (Física, Química e Ingeniería). Sus actividades se reflejan en trescientos artículos y en diez libros publicados, habiendo colaborado en otros ocho. Elices ha ido más allá de la docencia y de la investigación, habiendo realizado una labor creativa con contribuciones significativas al progreso de la ciencia. Le entrevistamos en julio de 1998, en su despacho de la Universidad.
- ¿Cómo fue su infancia y adolescencia, en Menorca?
- Nací en Mahón. Viví muy feliz, en Alayor, con mis padres, desde los tres hasta los nueve años. Después, nos trasladamos a Mahón para que pudiera estudiar el bachillerato. Cursé el bachillerato con buenas notas y mis padres decidieron apoyarme para que estudiara una carrera universitaria de ingeniería en Madrid.
- ¿Tenía usted claro qué ingeniería iba a estudiar?
- Al principio, no. Tenía predilección por la Física, las Matemáticas y sus aplicaciones. Creo que fue la herencia de los magníficos profesores que tuve en el Instituto de Enseñanza Media de Mahón. Llegué a Madrid con una beca para estudiar Ingeniero Aeronáutico, de dos o tres mil pesetas al año, que era más una ayuda moral que económica. Al poco tiempo, después de varias conversaciones que tuve con profesores y compañeros, decidí estudiar Ingeniero de Caminos en la única escuela abierta en aquella época en España.
Nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Navarra y por la de Carlos III, es el único balear que forma parte como Académico de número de la Real Academia de Ciencias Exactas, Física y Naturales. Miembro de la Academia Europea y académico de número de la Academia de Ingeniería, desde 1995, es el promotor y director de la carrera Ingeniero de Materiales de la Universidad Politécnica de Madrid. Dirige el Departamento de Ciencia de Materiales y crea el Grupo Español de Fractura. Posee innumerables condecoraciones y premios como la Medalla de Honor del Colegio de Ingenieros de Caminos (1995), la Medalla de Oro de la Real Sociedad Española de Física (2006), el Premio Ramón Llull (2000) y el Ministerio de Educación y Ciencia le otorga el máximo reconocimiento con el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología, Leonardo Torres Quevedo (1998). Desde el 2004, es Académico de la National Academy of Engineering (de momento el único ingeniero español) y, desde 2008, Académico de la Real Academia de Doctores de España.
Pero Manuel Elices sigue siendo un menorquín que añora su isla y el mar que la rodea. En 1994, recibe la Medalla de Oro de la Ciudad de Mahón. Y, entre sus hobbies, sobresale el de la fotografía submarina. Las paredes de su despacho y de su departamento están decoradas con hermosas vistas y paisajes del fondo del Mediterráneo que él mismo ha captado en sus horas de ocio.
Ha colaborado en Universidades de Europa, América y Asia. Ha cosechado premios nacionales e internacionales y ha trabajado en diversos campos (Física, Química e Ingeniería). Sus actividades se reflejan en trescientos artículos y en diez libros publicados, habiendo colaborado en otros ocho. Elices ha ido más allá de la docencia y de la investigación, habiendo realizado una labor creativa con contribuciones significativas al progreso de la ciencia. Le entrevistamos en julio de 1998, en su despacho de la Universidad.
- ¿Cómo fue su infancia y adolescencia, en Menorca?
- Nací en Mahón. Viví muy feliz, en Alayor, con mis padres, desde los tres hasta los nueve años. Después, nos trasladamos a Mahón para que pudiera estudiar el bachillerato. Cursé el bachillerato con buenas notas y mis padres decidieron apoyarme para que estudiara una carrera universitaria de ingeniería en Madrid.
- ¿Tenía usted claro qué ingeniería iba a estudiar?
- Al principio, no. Tenía predilección por la Física, las Matemáticas y sus aplicaciones. Creo que fue la herencia de los magníficos profesores que tuve en el Instituto de Enseñanza Media de Mahón. Llegué a Madrid con una beca para estudiar Ingeniero Aeronáutico, de dos o tres mil pesetas al año, que era más una ayuda moral que económica. Al poco tiempo, después de varias conversaciones que tuve con profesores y compañeros, decidí estudiar Ingeniero de Caminos en la única escuela abierta en aquella época en España.
Número 1 de la promoción.
- ¿Nunca tuvo dudas?
- A mediados de la carrera, tuve algunas, como tantos estudiantes. Me gustaba la parte artística de la Ingeniería y quise explorar la carrera de Arquitectura; pasé dos años dibujando en la Academia López Izquierdo y aprobé el dibujo pero no continué por falta de tiempo y porque la atracción por los aspectos más básicos fue más fuerte. Me matriculé en la Facultad de Ciencias Físicas y simultaneé las dos carreras. No fui mal estudiante; acabé Caminos en 1963 con el número 1 de la Promoción.
- ¿Recuerda el nombre de alguno que haya terminado con usted?
- Varios compañeros de promoción son catedráticos en la Universidad Politécnica y en la Universidad Autónoma de Madrid, como Fernando Flores Sintes, catedrático en esta última. Otros han sido Directores Generales y la mayoría ocupan altos cargos en empresas de Construcción.
- ¿Y la carrera de Ciencias Físicas?
- La terminé al año siguiente, en 1964. De esta promoción sí hay nombres conocidos: Javier Solana, ex ministro de Asuntos Exteriores y ex Secretario General de la OTAN; Juan Rojo, ex secretario de Estado; Félix Vidal, al que le concedieron el Premio Nacional de Investigación; Miguel Ángel Aguilar, conocido periodista, y muchos otros que son catedráticos de Universidad y científicos prestigiosos.
- ¿Qué hace en 1964, recién terminadas estas carreras de Caminos y de Físicas?
- Recuerdo que, a los pocos días de acabar esta última carrera, recibí una generosa oferta de trabajo de don Eusebio Lafuente, otro isleño en Madrid que era director de FECSA. Le agradecí su oferta y le comenté mis proyectos de acabar Físicas y encarrilar mi vida por otros derroteros. No sé muy bien lo que le dije, pero él siempre recuerda con cariño mi carta.
- ¿En dónde empezó a trabajar?
- En el Laboratorio Central de Obras Públicas, por pura casualidad. En aquellos años, el director del Laboratorio también era el director de la Escuela de Ingenieros de Caminos. Al acabar los estudios, fui a despedirme de él y, al agradecerle las atenciones que había tenido conmigo durante la carrera, sorprendentemente, me ofreció un puesto de profesor ayudante en su Cátedra de Resistencia de Materiales y un puesto de trabajo en el Laboratorio Central, con la tentadora proposición de que podía estudiar lo que quisiera. No lo dudé y quedé atrapado en Madrid a pesar de mi añoranza por las islas.
-Seguía teniendo usted una gran tendencia a volver a ellas.
- La tenía y la tengo, pero los acontecimientos se desarrollaron con tanta rapidez durante estos primeros años que mi vida profesional se ha fundido en este gran crisol que es Madrid. A los 30 años obtuve, por oposición, la Cátedra de Física en la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid. Durante algún tiempo, me fue posible simultanear la docencia en la Universidad y la investigación en Obras Pública, pero, a partir de 1975, opté por quedarme en la Universidad, con dedicación exclusiva, en el departamento de Ciencia e Ingeniería de los Materiales.
Pionero en la Ciencia de los Materiales.
- Otros hubieran cortado con la Universidad, quedándose con su trabajo en Obras Públicas. Pero usted no lo hizo, aún sabiendo que perdía dinero. ¿Por qué?
- Fue una decisión vocacional, ya que difícilmente podría darle otra justificación. Los primeros años fueron muy duros; en las Escuelas de Ingeniería no había una tradición investigadora y tuve que enfrentarme con la incomprensión y con la ingente tarea de levantar un Departamento Universitario en un ambiente que no era propicio. Después de casi 30 años, tenemos un departamento cuyo prestigio está reconocido internacionalmente y que ha irradiado profesores por toda la geografía española. Lo mejor del mismo es el capital humano. En el equipo, hay presencia balear: Tengo la suerte de contar con un colaborador excelente, Jaime Planas, mallorquín, catedrático e Ingeniero de Caminos. Un investigador de gran prestigio internacional. Igualmente, se incorporó Cristina Roselló, mallorquina e Ingeniero Industrial, que estuvo realizando la tesis doctoral. Pero, una vez que hubo terminado, se inclinó por la gestión empresarial. En estos momentos trabaja en el Banco de España.
- ¿Cuál es la línea desarrollada durante estos treinta años en su departamento?
- Hemos trabajado en casi todos los campos; experimentamos con aleaciones para la industria nuclear, aceros para la construcción civil, hormigones, materiales cerámicos de altas prestaciones, materiales compuestos para usos espaciales, y estudiamos el comportamiento de biomateriales para implantes, en colaboración con el Hospital de La Paz. La característica de nuestras actividades es la Mecánica de la Fractura, disciplina en la que hemos sido pioneros en España, y se ha alcanzado un reconocimiento internacional.
- ¿Y en la actualidad?
- En estos momentos dedico gran parte de mis esfuerzos a promocionar una nueva carrera que he gestado: Ingeniero de Materiales. Es una carrera superior, de carácter horizontal que, sin duda, será muy provechosa para el sector industrial. Se ha dicho que el bienestar económico y social de un país depende de su nivel de ingeniería de Materiales. No hay duda de que esta ingeniería tiene un gran protagonismo en las industrias del automóvil, de la construcción y de la electrónica.
- Una carrera que también se estudia, suponemos, en otros países.
- El departamento no sólo ha irradiado profesores por toda la geografía española, también en Argentina, Chile y Egipto. Estos estudios se han iniciado, recientemente, en Inglaterra, Alemania y Francia. También en algunas universidades de los Estados Unidos y Japón.
- ¿Y cuentan con muchas solicitudes para poder cursarla?
- En el año 1998, empezó la tercera promoción y recibimos unas cien solicitudes. Se limitó la matrícula a cuarenta alumnos, debido a la falta de recursos en la Universidad Politécnica. Sin embargo, debo indicar que todos los egresados se han colocado. Nuestro país difícilmente será competitivo en la industria aeroespacial o en electrónica avanzada, pero lo podemos ser en los materiales más usuales, si sabemos producirlos más baratos y con más calidad que nuestros competidores. Esto requiere unos conocimientos muy sólidos que tratamos de impartir a los futuros ingenieros. Hemos redactado el Libro Blanco de la Titulación de Ingeniero de Materiales y empezado el nuevo Grado, siguiendo las directrices de Bolonia. En 2009, se matricularon 50 alumnos. En 2010, cien. Esta carrera ya se imparte en doce universidades.
- ¿Nunca tuvo dudas?
- A mediados de la carrera, tuve algunas, como tantos estudiantes. Me gustaba la parte artística de la Ingeniería y quise explorar la carrera de Arquitectura; pasé dos años dibujando en la Academia López Izquierdo y aprobé el dibujo pero no continué por falta de tiempo y porque la atracción por los aspectos más básicos fue más fuerte. Me matriculé en la Facultad de Ciencias Físicas y simultaneé las dos carreras. No fui mal estudiante; acabé Caminos en 1963 con el número 1 de la Promoción.
- ¿Recuerda el nombre de alguno que haya terminado con usted?
- Varios compañeros de promoción son catedráticos en la Universidad Politécnica y en la Universidad Autónoma de Madrid, como Fernando Flores Sintes, catedrático en esta última. Otros han sido Directores Generales y la mayoría ocupan altos cargos en empresas de Construcción.
- ¿Y la carrera de Ciencias Físicas?
- La terminé al año siguiente, en 1964. De esta promoción sí hay nombres conocidos: Javier Solana, ex ministro de Asuntos Exteriores y ex Secretario General de la OTAN; Juan Rojo, ex secretario de Estado; Félix Vidal, al que le concedieron el Premio Nacional de Investigación; Miguel Ángel Aguilar, conocido periodista, y muchos otros que son catedráticos de Universidad y científicos prestigiosos.
- ¿Qué hace en 1964, recién terminadas estas carreras de Caminos y de Físicas?
- Recuerdo que, a los pocos días de acabar esta última carrera, recibí una generosa oferta de trabajo de don Eusebio Lafuente, otro isleño en Madrid que era director de FECSA. Le agradecí su oferta y le comenté mis proyectos de acabar Físicas y encarrilar mi vida por otros derroteros. No sé muy bien lo que le dije, pero él siempre recuerda con cariño mi carta.
- ¿En dónde empezó a trabajar?
- En el Laboratorio Central de Obras Públicas, por pura casualidad. En aquellos años, el director del Laboratorio también era el director de la Escuela de Ingenieros de Caminos. Al acabar los estudios, fui a despedirme de él y, al agradecerle las atenciones que había tenido conmigo durante la carrera, sorprendentemente, me ofreció un puesto de profesor ayudante en su Cátedra de Resistencia de Materiales y un puesto de trabajo en el Laboratorio Central, con la tentadora proposición de que podía estudiar lo que quisiera. No lo dudé y quedé atrapado en Madrid a pesar de mi añoranza por las islas.
-Seguía teniendo usted una gran tendencia a volver a ellas.
- La tenía y la tengo, pero los acontecimientos se desarrollaron con tanta rapidez durante estos primeros años que mi vida profesional se ha fundido en este gran crisol que es Madrid. A los 30 años obtuve, por oposición, la Cátedra de Física en la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid. Durante algún tiempo, me fue posible simultanear la docencia en la Universidad y la investigación en Obras Pública, pero, a partir de 1975, opté por quedarme en la Universidad, con dedicación exclusiva, en el departamento de Ciencia e Ingeniería de los Materiales.
Pionero en la Ciencia de los Materiales.
- Otros hubieran cortado con la Universidad, quedándose con su trabajo en Obras Públicas. Pero usted no lo hizo, aún sabiendo que perdía dinero. ¿Por qué?
- Fue una decisión vocacional, ya que difícilmente podría darle otra justificación. Los primeros años fueron muy duros; en las Escuelas de Ingeniería no había una tradición investigadora y tuve que enfrentarme con la incomprensión y con la ingente tarea de levantar un Departamento Universitario en un ambiente que no era propicio. Después de casi 30 años, tenemos un departamento cuyo prestigio está reconocido internacionalmente y que ha irradiado profesores por toda la geografía española. Lo mejor del mismo es el capital humano. En el equipo, hay presencia balear: Tengo la suerte de contar con un colaborador excelente, Jaime Planas, mallorquín, catedrático e Ingeniero de Caminos. Un investigador de gran prestigio internacional. Igualmente, se incorporó Cristina Roselló, mallorquina e Ingeniero Industrial, que estuvo realizando la tesis doctoral. Pero, una vez que hubo terminado, se inclinó por la gestión empresarial. En estos momentos trabaja en el Banco de España.
- ¿Cuál es la línea desarrollada durante estos treinta años en su departamento?
- Hemos trabajado en casi todos los campos; experimentamos con aleaciones para la industria nuclear, aceros para la construcción civil, hormigones, materiales cerámicos de altas prestaciones, materiales compuestos para usos espaciales, y estudiamos el comportamiento de biomateriales para implantes, en colaboración con el Hospital de La Paz. La característica de nuestras actividades es la Mecánica de la Fractura, disciplina en la que hemos sido pioneros en España, y se ha alcanzado un reconocimiento internacional.
- ¿Y en la actualidad?
- En estos momentos dedico gran parte de mis esfuerzos a promocionar una nueva carrera que he gestado: Ingeniero de Materiales. Es una carrera superior, de carácter horizontal que, sin duda, será muy provechosa para el sector industrial. Se ha dicho que el bienestar económico y social de un país depende de su nivel de ingeniería de Materiales. No hay duda de que esta ingeniería tiene un gran protagonismo en las industrias del automóvil, de la construcción y de la electrónica.
- Una carrera que también se estudia, suponemos, en otros países.
- El departamento no sólo ha irradiado profesores por toda la geografía española, también en Argentina, Chile y Egipto. Estos estudios se han iniciado, recientemente, en Inglaterra, Alemania y Francia. También en algunas universidades de los Estados Unidos y Japón.
- ¿Y cuentan con muchas solicitudes para poder cursarla?
- En el año 1998, empezó la tercera promoción y recibimos unas cien solicitudes. Se limitó la matrícula a cuarenta alumnos, debido a la falta de recursos en la Universidad Politécnica. Sin embargo, debo indicar que todos los egresados se han colocado. Nuestro país difícilmente será competitivo en la industria aeroespacial o en electrónica avanzada, pero lo podemos ser en los materiales más usuales, si sabemos producirlos más baratos y con más calidad que nuestros competidores. Esto requiere unos conocimientos muy sólidos que tratamos de impartir a los futuros ingenieros. Hemos redactado el Libro Blanco de la Titulación de Ingeniero de Materiales y empezado el nuevo Grado, siguiendo las directrices de Bolonia. En 2009, se matricularon 50 alumnos. En 2010, cien. Esta carrera ya se imparte en doce universidades.
Experimentos sobre los hilos de las telas de araña.
- ¿Cuáles son los descubrimientos más importantes que se han llevado a cabo en su departamento?
- Desde el punto de vista experimental, hemos medido propiedades en condiciones extremas que han permitido descubrir nuevos aspectos del comportamiento de los materiales. Desde el punto de vista teórico, las contribuciones más interesantes se han producido en el campo de la Mecánica de la Fractura. Hemos contribuido a que se conozca mejor este fenómeno y hemos proporcionado herramientas de cálculo para que los ingenieros hagan los coches, los aviones, las presas, los puentes o, simplemente, los objetos cotidianos más seguros. Entre los logros a destacar en el campo de la Ingeniería, aparte de haber fomentado el área de la seguridad estructural mediante la creación de la Sociedad Española de Seguridad Estructural hace ya 28 años, cabe destacar las investigaciones realizadas sobre el comportamiento de los depósitos de hormigón pretensado para almacenar gas natural licuado, que se han plasmado en normas internacionales para el control de estos materiales, y los estudios sobre fractura de hormigones, que también se citan en las normas internacionales.
- ¿En qué está trabajando en estos momentos?
- Con un material fascinante: el hilo de la tela de araña. Una red de pesca con las propiedades del hilo de la tela de araña podría “cazar”, sin romperse, un avión en vuelo. Estos hilos poseen propiedades extraordinarias y su fabricación es un prodigio de ingeniería. En este proyecto estamos colaborando con la Universidad de Oxford y con el centro de DuPont, en Delaware, EE.UU.
- Cuando se habla de materiales, la gente piensa enseguida que se trata del acero o el hormigón. Pero, por lo visto es mucho más amplio...
- El progreso conseguido en la Ciencia de Materiales permite abordar el estudio de materiales aparentemente muy distintos, porque ya se conocen los fundamentos de esta Ciencia y se ha visto que los principios básicos son los mismos para todos los materiales. Los materiales más complejos son los biológicos. Los biomateriales están destinados a desempeñar un importante papel en los próximos años en todos los campos de la tecnología –no sólo en el área de la salud– debido a sus propiedades excepcionales. En julio del 98, organizamos en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo un curso sobre biomateriales, con especial énfasis en la reparación de tejidos humanos: piel, vasos, tendones y huesos. Conté con la ayuda de prestigiosos científicos de EE.UU., de Inglaterra y de España.
- ¿Colaboran ustedes también con el Ministerio del Ejército?
- Para fomentar la Investigación y el Desarrollo, la Comisión Interministerial decidió integrar, hace varios años, las actividades de doble uso de I+D del Ministerio de Defensa con las actividades de I+D de los Ministerios de Industria y de Educación. Para ello formó una Comisión Interministerial de la que fui secretario y que luego se disolvió por razones que desconozco.
- ¿Cuál era el objetivo de esta Comisión?
- Fomentar la sinergia entre los tres ministerios para tecnologías de aplicación civil. Por ejemplo: los sofisticados sistemas de detección de infrarrojos que llevan los misiles pueden utilizarse, con provecho, en las torres de vigilancia para evitar incendios forestales o en sistemas de alarma. Otros ejemplos: algunas tecnologías electrónicas de tratamiento de imágenes, usadas por el Ejército, se pueden traspasar a la biomedicina para el diagnóstico precoz de enfermedades.
Turismo e ingeniería.
Cuando nos entrevistamos con Elices Calafat, nos extrañó la falta de colaboración de la Universidad Balear con su larga experiencia científica, pericia y erudición. Su respuesta fue la siguiente:
- Mi relación con la Universidad Balear debería matizarse. He intentado acercarme en repetidas ocasiones. En el 2000, organicé un curso internacional, patrocinado por la Unión Europea, sobre fibras de altas prestaciones. He intentado establecer cursos de doctorado. He ofrecido mi ayuda en temas de investigación, pero siempre sin éxito. Además, desconozco la situación de la Universidad Balear con la que no he tenido contactos. Para contestar a su pregunta hacen falta datos sobre el empleo, sobre la industria balear y sobre qué sectores piensan desarrollar los políticos durante los próximos años, sólo así se podría explorar la necesidad de implantar alguna ingeniería. Pero, con el despertar de las Autonomías, las universidades proliferaron como setas por toda España y se han creado carreras más por presiones políticas que por necesidades reales.
- De cara al turismo, ¿se podría añadir alguna carrera más?
- Recuerdo que, hace unos años, El País publicó un editorial pesimista donde decía que, para el año 2000, la mitad de los españoles se dedicaría al turismo (era más crudo. Decía: serán camareros) y la otra mitad estaría en el paro. Sólo una planificación inteligente, basada en datos reales, puede alejar este futuro sombrío. Debería ser una ingeniería relacionada con las infraestructuras o como soporte de los servicios.
- Durante muchos años usted ha sido consejero del CDTI (Centro para el Desarrollo Técnico e Industrial del Ministerio de Industria) y ha podido pulsar, mes a mes, la realidad industrial de nuestro país. ¿Se atrevería a analizar algunos hechos como la venta de compañías españolas a multinacionales extranjeras?
- He visto, con tristeza, cómo prósperas empresas de alimentación, de farmacia, de materiales, etcétera, que se habían creado con un gran esfuerzo y, algunas veces, con dinero público, se cerraban o vendían a compañías multinacionales. Analizar estas situaciones no es simple, pero, en algunos casos, estas decisiones se tomaron después de haber seguido una política de I+D equivocada. Por cierto, durante mis primeros años en el CDTI, el director era Jaime Vallori, un ingeniero aeronáutico mallorquín que tuvo una visión muy clara, y, para mí, muy acertada, de cómo dirigir una política de I+D.
Más tarde, al confirmar que el Índice Doing Business, dependiente del Banco Mundial, medía detalladamente desde hacía años el grado de facilidad para hacer negocios en 183 países, en el que los datos de España no eran nada halagüeños, ni por la evolución de nuestro país, ni por su posición actual respecto a países de nuestro entorno, comprendimos el alcance de las palabras de Elices Calafat. Hoy, a nivel global, España está clasificada en el número 62 en facilidad para hacer negocio en 2010, habiendo perdido 11 posiciones respecto a la edición anterior (en la que ya teníamos una clasificación más que discreta), muy lejos de la posición que nos correspondería, siendo nuestro país una de las principales economías del mundo. Esto quiere decir que para los analistas del Banco Mundial hoy es preferible emprender un negocio en países desarrollados como Estados Unidos, Reino Unido, o Japón. Pero también otros países como Corea, Suráfrica, Chipre, Tonga o Mongolia están por delante de nuestro país en la clasificación de la facilidad para emprender y hacer negocios.
“Bucear es como estar en otro mundo”
- Me decía usted que siempre le ha gustado volver a la isla en donde nació.
- Y vuelvo siempre que puedo, varias veces todos los años. Desde que acabé la carrera, no he faltado ningún año. Trato de agrupar varias fiestas y algún puente para viajar a Menorca. No voy de vacaciones, sino a vivir días de mi vida. Aprovecho que resido en el campo y que no tengo teléfono para escribir, preparar clases y, en fin, para trabajar con la calma que no tengo en Madrid. Además, desde que era estudiante, practico mi gran afición: la fotografía submarina. Todas las fotografías que ve en mi despacho las hice en los fondos de la costa menorquina. Tengo el Departamento colonizado con fotos submarinas.
- ¿En dónde se sumerge? ¿En los alrededores de Menorca?
- Como Menorca es pequeña, cuando sopla viento de Tramontana, puedo bucear en la costa sur y al revés. No tengo barca y me acerco a la costa en coche. Lo más pesado, a mi edad, es transportar todo el equipo –botellas, plomos, cámaras, focos– hasta la orilla. Una vez dentro del agua, es como estar en otro mundo. También tengo buenos amigos buceadores que me ayudan. Fotografío peces e invertebrados marinos que han servido para la Enciclopedia de Menorca, que dirige mi buen amigo José M. Vidal Hernández. La flora y fauna submarina se van degradando de año en año y las autoridades deberían tomarse más en serio su protección, como han hecho en Cataluña con las islas Medas, antes de que sea demasiado tarde. Con la moda del buceo, los turistas arrancan las pequeñas estalactitas en las cuevas sumergidas, haciendo un daño irreparable. En pocos años, he visto maravillosas cuevas completamente expoliadas y que nunca más volverán a ser como antes.
- ¿Es usted soltero o casado?
- Estoy casado y tengo tres hijas; dos, médicos y la tercera acabó Ingeniería de Telecomunicación y me ha dado tres nietas. Mi mujer es casi farmacéutica y casi menorquina. Aunque nació en Madrid, la familia de su madre es de raigambre menorquina. En Mahón vive mi madre y dos hermanas.
- ¿Nunca ha pensado en la posibilidad de ganar un Premio Nóbel de Materiales?
- Iba a ser difícil porque este premio no existe, como tampoco existe un Nóbel de Matemáticas.
“Me gustaría morir con las botas puestas”.
Desde hace dos años, Manuel Elices Calafat vive jubilado, pero sigue trabajando con la misma ilusión que en años anteriores.
- ¿En dónde le gustaría morir?
- Esta pregunta me deja un tanto perplejo... La verdad es que hasta ahora no me lo había planteado. No lo sé..., pero, de contestarle algo, le diré que desearía hacerlo trabajando, es decir, con las botas puestas. Si, además, puedo estar contemplando el Mediterráneo y nuestro cielo, con sus nubes o sus estrellas, mucho mejor.
- Morir trabajando: un bello y utópico final.
- Le cuento lo de seguir trabajando porque, en estas épocas, un científico raramente trabaja en solitario, sino en equipo. La jubilación, en la Universidad, puede significar el aislamiento y en la Ciencia de los Materiales es difícil avanzar inmerso en la soledad. Un artista puede seguir siendo creativo frente a un papel en blanco –con su pluma, sus pinceles o su piano– pero el científico no puede estar solo y necesita un cierto entorno para producir.
Manuel Elices nos enseña, orgulloso, el Laboratorio y lugar de trabajo, con sus equipos para ensayos mecánicos, microscopios, ordenadores... Fue el introductor en España de la Mecánica de la Fractura que estudia la fisuración y la rotura de los materiales (hormigón, roca, cerámica...). Muchos dispositivos se han fabricado en el Taller del Departamento para ensayos muy específicos. Observamos un cañón de gas junto con una cámara fotográfica donde se pueden hacer varios millones de fotografías por segundo; hornos para ensayar materiales a 1.400 grados y aparatos láser para medir las deformaciones dentro de ellos; criostatos para ensayar temperaturas bajísimas, a más de 200 grados bajo cero, como en el espacio exterior...
“No es fácil adaptarse a la vida sacrificada del científico –reconoce Elices–. Y, para sobrevivir, hace falta una fuerte vocación. Esta realidad está agudizada en nuestro país donde el científico tiene un escaso reconocimiento social. Sus logros contribuyen al bienestar de todos, pero no gozan de la misma popularidad y menos con la misma renta que los artistas o futbolistas de moda”.
Siete años después estas declaraciones, la Academia de Ingeniería de Estados Unidos le nombra miembro de número, en la sección de académicos extranjeros. Lo que le honra y llena de satisfacción, entre otros motivos por ser el primer (y, hasta la fecha, el único) español (y balear) que lo recibe. Pese a ello, ni la Universidad Balear y ni el Consell habían contacto hasta esta fecha con Manuel Elices.
Tras diez años como carrera superior de segundo ciclo, hoy, la nueva carrera de Ingeniero de Materiales ya se imparte en trece universidades españolas. En estos momentos ha entrado en la recta final; la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) ha encargado a Elices que estudie su transformación en un titulo de grado, en sintonía con las directrices de Bolonia. “Confío en que así sea, pues se trata de una carrera interdisciplinar, propia del siglo XXI, que reforzará el tejido industrial y creará muchos puestos de trabajo ya que contempla no solamente los tradicionales materiales estructurales, sino, también los materiales funcionales, nanomateriales y biomateriales”
Hace dos años, La Enciclopedia de Menorca publicaba un volumen sobre Peces, (Tomo V, Vol. 1 y 2) en el que Elices colaboró con el biólogo Luis Cardona Pascual, menorquín y autor del texto. En dicha enciclopedia hay más de 250 fotografías submarinas, seleccionadas entre las más de 2.000 que Manuel Elices hizo personalmente, durante los últimos años.
- Desde el punto de vista experimental, hemos medido propiedades en condiciones extremas que han permitido descubrir nuevos aspectos del comportamiento de los materiales. Desde el punto de vista teórico, las contribuciones más interesantes se han producido en el campo de la Mecánica de la Fractura. Hemos contribuido a que se conozca mejor este fenómeno y hemos proporcionado herramientas de cálculo para que los ingenieros hagan los coches, los aviones, las presas, los puentes o, simplemente, los objetos cotidianos más seguros. Entre los logros a destacar en el campo de la Ingeniería, aparte de haber fomentado el área de la seguridad estructural mediante la creación de la Sociedad Española de Seguridad Estructural hace ya 28 años, cabe destacar las investigaciones realizadas sobre el comportamiento de los depósitos de hormigón pretensado para almacenar gas natural licuado, que se han plasmado en normas internacionales para el control de estos materiales, y los estudios sobre fractura de hormigones, que también se citan en las normas internacionales.
- ¿En qué está trabajando en estos momentos?
- Con un material fascinante: el hilo de la tela de araña. Una red de pesca con las propiedades del hilo de la tela de araña podría “cazar”, sin romperse, un avión en vuelo. Estos hilos poseen propiedades extraordinarias y su fabricación es un prodigio de ingeniería. En este proyecto estamos colaborando con la Universidad de Oxford y con el centro de DuPont, en Delaware, EE.UU.
- Cuando se habla de materiales, la gente piensa enseguida que se trata del acero o el hormigón. Pero, por lo visto es mucho más amplio...
- El progreso conseguido en la Ciencia de Materiales permite abordar el estudio de materiales aparentemente muy distintos, porque ya se conocen los fundamentos de esta Ciencia y se ha visto que los principios básicos son los mismos para todos los materiales. Los materiales más complejos son los biológicos. Los biomateriales están destinados a desempeñar un importante papel en los próximos años en todos los campos de la tecnología –no sólo en el área de la salud– debido a sus propiedades excepcionales. En julio del 98, organizamos en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo un curso sobre biomateriales, con especial énfasis en la reparación de tejidos humanos: piel, vasos, tendones y huesos. Conté con la ayuda de prestigiosos científicos de EE.UU., de Inglaterra y de España.
- ¿Colaboran ustedes también con el Ministerio del Ejército?
- Para fomentar la Investigación y el Desarrollo, la Comisión Interministerial decidió integrar, hace varios años, las actividades de doble uso de I+D del Ministerio de Defensa con las actividades de I+D de los Ministerios de Industria y de Educación. Para ello formó una Comisión Interministerial de la que fui secretario y que luego se disolvió por razones que desconozco.
- ¿Cuál era el objetivo de esta Comisión?
- Fomentar la sinergia entre los tres ministerios para tecnologías de aplicación civil. Por ejemplo: los sofisticados sistemas de detección de infrarrojos que llevan los misiles pueden utilizarse, con provecho, en las torres de vigilancia para evitar incendios forestales o en sistemas de alarma. Otros ejemplos: algunas tecnologías electrónicas de tratamiento de imágenes, usadas por el Ejército, se pueden traspasar a la biomedicina para el diagnóstico precoz de enfermedades.
Turismo e ingeniería.
Cuando nos entrevistamos con Elices Calafat, nos extrañó la falta de colaboración de la Universidad Balear con su larga experiencia científica, pericia y erudición. Su respuesta fue la siguiente:
- Mi relación con la Universidad Balear debería matizarse. He intentado acercarme en repetidas ocasiones. En el 2000, organicé un curso internacional, patrocinado por la Unión Europea, sobre fibras de altas prestaciones. He intentado establecer cursos de doctorado. He ofrecido mi ayuda en temas de investigación, pero siempre sin éxito. Además, desconozco la situación de la Universidad Balear con la que no he tenido contactos. Para contestar a su pregunta hacen falta datos sobre el empleo, sobre la industria balear y sobre qué sectores piensan desarrollar los políticos durante los próximos años, sólo así se podría explorar la necesidad de implantar alguna ingeniería. Pero, con el despertar de las Autonomías, las universidades proliferaron como setas por toda España y se han creado carreras más por presiones políticas que por necesidades reales.
- De cara al turismo, ¿se podría añadir alguna carrera más?
- Recuerdo que, hace unos años, El País publicó un editorial pesimista donde decía que, para el año 2000, la mitad de los españoles se dedicaría al turismo (era más crudo. Decía: serán camareros) y la otra mitad estaría en el paro. Sólo una planificación inteligente, basada en datos reales, puede alejar este futuro sombrío. Debería ser una ingeniería relacionada con las infraestructuras o como soporte de los servicios.
- Durante muchos años usted ha sido consejero del CDTI (Centro para el Desarrollo Técnico e Industrial del Ministerio de Industria) y ha podido pulsar, mes a mes, la realidad industrial de nuestro país. ¿Se atrevería a analizar algunos hechos como la venta de compañías españolas a multinacionales extranjeras?
- He visto, con tristeza, cómo prósperas empresas de alimentación, de farmacia, de materiales, etcétera, que se habían creado con un gran esfuerzo y, algunas veces, con dinero público, se cerraban o vendían a compañías multinacionales. Analizar estas situaciones no es simple, pero, en algunos casos, estas decisiones se tomaron después de haber seguido una política de I+D equivocada. Por cierto, durante mis primeros años en el CDTI, el director era Jaime Vallori, un ingeniero aeronáutico mallorquín que tuvo una visión muy clara, y, para mí, muy acertada, de cómo dirigir una política de I+D.
Más tarde, al confirmar que el Índice Doing Business, dependiente del Banco Mundial, medía detalladamente desde hacía años el grado de facilidad para hacer negocios en 183 países, en el que los datos de España no eran nada halagüeños, ni por la evolución de nuestro país, ni por su posición actual respecto a países de nuestro entorno, comprendimos el alcance de las palabras de Elices Calafat. Hoy, a nivel global, España está clasificada en el número 62 en facilidad para hacer negocio en 2010, habiendo perdido 11 posiciones respecto a la edición anterior (en la que ya teníamos una clasificación más que discreta), muy lejos de la posición que nos correspondería, siendo nuestro país una de las principales economías del mundo. Esto quiere decir que para los analistas del Banco Mundial hoy es preferible emprender un negocio en países desarrollados como Estados Unidos, Reino Unido, o Japón. Pero también otros países como Corea, Suráfrica, Chipre, Tonga o Mongolia están por delante de nuestro país en la clasificación de la facilidad para emprender y hacer negocios.
“Bucear es como estar en otro mundo”
- Me decía usted que siempre le ha gustado volver a la isla en donde nació.
- Y vuelvo siempre que puedo, varias veces todos los años. Desde que acabé la carrera, no he faltado ningún año. Trato de agrupar varias fiestas y algún puente para viajar a Menorca. No voy de vacaciones, sino a vivir días de mi vida. Aprovecho que resido en el campo y que no tengo teléfono para escribir, preparar clases y, en fin, para trabajar con la calma que no tengo en Madrid. Además, desde que era estudiante, practico mi gran afición: la fotografía submarina. Todas las fotografías que ve en mi despacho las hice en los fondos de la costa menorquina. Tengo el Departamento colonizado con fotos submarinas.
- ¿En dónde se sumerge? ¿En los alrededores de Menorca?
- Como Menorca es pequeña, cuando sopla viento de Tramontana, puedo bucear en la costa sur y al revés. No tengo barca y me acerco a la costa en coche. Lo más pesado, a mi edad, es transportar todo el equipo –botellas, plomos, cámaras, focos– hasta la orilla. Una vez dentro del agua, es como estar en otro mundo. También tengo buenos amigos buceadores que me ayudan. Fotografío peces e invertebrados marinos que han servido para la Enciclopedia de Menorca, que dirige mi buen amigo José M. Vidal Hernández. La flora y fauna submarina se van degradando de año en año y las autoridades deberían tomarse más en serio su protección, como han hecho en Cataluña con las islas Medas, antes de que sea demasiado tarde. Con la moda del buceo, los turistas arrancan las pequeñas estalactitas en las cuevas sumergidas, haciendo un daño irreparable. En pocos años, he visto maravillosas cuevas completamente expoliadas y que nunca más volverán a ser como antes.
- ¿Es usted soltero o casado?
- Estoy casado y tengo tres hijas; dos, médicos y la tercera acabó Ingeniería de Telecomunicación y me ha dado tres nietas. Mi mujer es casi farmacéutica y casi menorquina. Aunque nació en Madrid, la familia de su madre es de raigambre menorquina. En Mahón vive mi madre y dos hermanas.
- ¿Nunca ha pensado en la posibilidad de ganar un Premio Nóbel de Materiales?
- Iba a ser difícil porque este premio no existe, como tampoco existe un Nóbel de Matemáticas.
“Me gustaría morir con las botas puestas”.
Desde hace dos años, Manuel Elices Calafat vive jubilado, pero sigue trabajando con la misma ilusión que en años anteriores.
- ¿En dónde le gustaría morir?
- Esta pregunta me deja un tanto perplejo... La verdad es que hasta ahora no me lo había planteado. No lo sé..., pero, de contestarle algo, le diré que desearía hacerlo trabajando, es decir, con las botas puestas. Si, además, puedo estar contemplando el Mediterráneo y nuestro cielo, con sus nubes o sus estrellas, mucho mejor.
- Morir trabajando: un bello y utópico final.
- Le cuento lo de seguir trabajando porque, en estas épocas, un científico raramente trabaja en solitario, sino en equipo. La jubilación, en la Universidad, puede significar el aislamiento y en la Ciencia de los Materiales es difícil avanzar inmerso en la soledad. Un artista puede seguir siendo creativo frente a un papel en blanco –con su pluma, sus pinceles o su piano– pero el científico no puede estar solo y necesita un cierto entorno para producir.
Manuel Elices nos enseña, orgulloso, el Laboratorio y lugar de trabajo, con sus equipos para ensayos mecánicos, microscopios, ordenadores... Fue el introductor en España de la Mecánica de la Fractura que estudia la fisuración y la rotura de los materiales (hormigón, roca, cerámica...). Muchos dispositivos se han fabricado en el Taller del Departamento para ensayos muy específicos. Observamos un cañón de gas junto con una cámara fotográfica donde se pueden hacer varios millones de fotografías por segundo; hornos para ensayar materiales a 1.400 grados y aparatos láser para medir las deformaciones dentro de ellos; criostatos para ensayar temperaturas bajísimas, a más de 200 grados bajo cero, como en el espacio exterior...
“No es fácil adaptarse a la vida sacrificada del científico –reconoce Elices–. Y, para sobrevivir, hace falta una fuerte vocación. Esta realidad está agudizada en nuestro país donde el científico tiene un escaso reconocimiento social. Sus logros contribuyen al bienestar de todos, pero no gozan de la misma popularidad y menos con la misma renta que los artistas o futbolistas de moda”.
Siete años después estas declaraciones, la Academia de Ingeniería de Estados Unidos le nombra miembro de número, en la sección de académicos extranjeros. Lo que le honra y llena de satisfacción, entre otros motivos por ser el primer (y, hasta la fecha, el único) español (y balear) que lo recibe. Pese a ello, ni la Universidad Balear y ni el Consell habían contacto hasta esta fecha con Manuel Elices.
Tras diez años como carrera superior de segundo ciclo, hoy, la nueva carrera de Ingeniero de Materiales ya se imparte en trece universidades españolas. En estos momentos ha entrado en la recta final; la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) ha encargado a Elices que estudie su transformación en un titulo de grado, en sintonía con las directrices de Bolonia. “Confío en que así sea, pues se trata de una carrera interdisciplinar, propia del siglo XXI, que reforzará el tejido industrial y creará muchos puestos de trabajo ya que contempla no solamente los tradicionales materiales estructurales, sino, también los materiales funcionales, nanomateriales y biomateriales”
Hace dos años, La Enciclopedia de Menorca publicaba un volumen sobre Peces, (Tomo V, Vol. 1 y 2) en el que Elices colaboró con el biólogo Luis Cardona Pascual, menorquín y autor del texto. En dicha enciclopedia hay más de 250 fotografías submarinas, seleccionadas entre las más de 2.000 que Manuel Elices hizo personalmente, durante los últimos años.
Nace el 2 de abril de 1938, en Mahón, en plena Guerra Civil. Se cría en Menorca de la que no sale hasta que tiene que pasar su examen de reválida de bachillerato, https://doctorariobo.com/biografia-de-joyce-meyer/
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