- ¿Cuánta gente ha seguido los cursillos?
- Por los datos que se barajan, son un total de cuatro a cinco millones. Primero fueron a Valencia. Luego a Madrid, Tarragona, Barcelona, etcétera. Hasta que el movimiento explotó en toda España y saltó a Colombia y a toda Sudamérica. Hoy, los Cursillos de Cristiandad están en casi un centenar de países de todos los continentes. En los Estados Unidos hay unos 800.000 cursillistas.
- Y, naturalmente, los habrá seguido personalidades de todo tipo
- Hay gente importante en los distintos países. Pienso en Venezuela, en Argentina, en Brasil, en Filipinas... Pero no es ético publicar nombres de nadie. En todos los países hay cursillistas infiltrados en todos las ramas: en las universitarias, en la social, en lo económico-política...Yo he visitado Venezuela en donde el vicepresidente de la República ha hecho los Cursillos. Todas las profesiones de no importa que nacionalidad los han seguido. Pero nosotros hablamos de la heterogeneidad, y por eso el catedrático está junto al fontanero y creo que se convence porque el fontanero habla de Dios y el catedrático, al que el fontanero admira, le habla también de Él.
- ¿Alguna diócesis de países europeos se negó a implantarlos?
- En Francia. La Iglesia está allí muy interiorizada. Tiene una gran personalidad teológica y pastoral y es muy aficionada a unos métodos y fórmulas propias. Tampoco en los países del Este se conocen.
- Pero ¿cuál es el secreto de los Cursillos? ¿Por qué han tenido tanto éxito?
- Se basan en una doctrina, pero el convencimiento no lo da la doctrina, sino la vida de los que participan en ellos. Se dan distintas charlas, desde la vida, con el fin de convencer a los que los siguen. La doctrina es el cauce para llegar a la vida. Y todo el cursillo está en la vida.
- Sin embargo, un obispo estuvo en contra de los mismos. Me refiero a don Jesús Enciso. ¿Qué opinión le merecía?
- El obispo Enciso llegó a Mallorca con una determinadas orientaciones y determinadas aprensiones y, por lo tanto, con unos determinados prejuicios. Independientemente de que toda obra humana es imperfecta, y, por lo tanto, también en los Cursillos puede haber defectos, la pastoral de monseñor Enciso parte de unos prejuicios que, en un principio, no supo saltar y que, por lo tanto, le movieron a publicar aquella pastoral para poner los puntos sobre las íes. Algunas de sus precisiones no eran necesarias porque no eran exactas; otras sí podían ser tenidas en cuenta. Inmediatamente, monseñor Hervás, que estaba entonces trasladado a Ciudad Real, escribió un libro en el que defendía la doctrina y ortodoxia del movimiento de los Cursillos, no contestando a la pastoral del doctor Enciso, pero sí teniéndola en cuenta.
- ¿Cuántos de estos cursillistas pasaron directamente por sus manos?
- No tengo ni idea del número de cursillos en los que intervine. Pero sí sé que, desde el año 49, momento en que nacieron, el movimiento de Cursillos ha ocupado toda mi vida
- ¿Cómo establecería usted los baremos de la gente que los ha seguido y la gente que ha terminado por abandonarlos?
- Yo hablaría de tres categorías de cursillistas. Una primera, que supone el 25 por ciento, de personas que sigue el post cursillo. O sea, que lo utiliza y se sirve de los medios de perseverancia y de promoción cristiana que el mismo movimiento de Cursillos dispensa. Una segunda, que supone un porcentaje muy alto, de los que no se incorporan propiamente a estos instrumentos de perseverancia como la reunión de grupo y la Ultreya, pero que siguen fieles a la Iglesia. Y una tercera categoría, formada por los que pasaron por un cursillo y están totalmente separados de la práctica religiosa. Pero incluso estas personas llevan siempre dentro el recuerdo y el reactivo que supuso en su vida el haber vivido el Cursillo de Cristiandad. Porque esta es una vivencia que jamás se borra.
- Pero la gente de hoy no es la misma que la de la postguerra. ¿Reaccionan de igual manera ante los cursillos?
- Hoy los cursillos cuestan más porque la gente viene con menos formación y con menos fe. Pero reacciona de igual forma.
- ¿Es posible que una persona sin fe termine creyendo después de un cursillo?
- Eso lo puedo asegurar con todo rigor. Y es la alegría más grande que un sacerdote puede tener.
Mañana: Sebastán Gayá (y V) “El secreto de todo: estar siempre ocupado”
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