- Aparte de su afición y profesión por los números y los bancos, hay una faceta suya que pasa desapercibida entre la gente que le ha tratado. Me refiero a la literaria
- A mí me gusta el pensamiento. La verdad es que, más que economista, me hubiera gustado ser poeta, que es lo que soy, o contemplador. Pero cuando digo que me gustaría ser poeta no quiero decir que me gustaría estar escribiendo versos, sino tener una actitud de poeta. Lo importante no es lo que se es o la profesión que uno tiene, sino la actitud que uno toma frente a la vida. A mí me gusta la belleza de lo pequeño, de la amistad. Hay un proverbio latino que dice “Primum vivere, deinde filosofare”. La ciencia económica ha sido un “primum vivere”, lo cual no quiere decir que no me haya gustado mucho. Pero ahora intento filosofar.
- Tengo entendido que también se ocupó de las actividades financieras en el sector vinícola. ¿Cree que Mallorca es importante desde este punto de vista?
- He estado en Age, una de las compañías vinateras riojanas más importantes, como presidente y como vice presidente. Mallorca tiene algunas marcas que son muy buenas, pero no tiene la dimensión en la que me he estado moviendo. La isla dispone de una buena renta, de una buena situación geográfica, de un buen clima y de unos mallorquines que son muy felices y disfrutan de un buen paladar. Unas condiciones óptimas, en una palabra, para tener buenos vinos. Y los pocos vinos que tiene los hace con mucho amor.
- ¿Qué piensa usted del monocultivo turístico que hay en Mallorca?
- La isla es una región muy bien equilibrada que cuenta con unos servicios muy desarrollados, y que tiene la demanda más rígida, como decimos los economistas. Se dan todas las circunstancias para que sea un sitio ideal para el turismo. Nunca dejará de ser lo bonita que es. El único que puede estropear Mallorca es el hombre, no la naturaleza.
- ¿Vas usted muy a menudo a la isla?
- Por desgracia voy menos de lo que me gustaría ir. Una vez cada trimestre y durante el verano.
- Echa de menos, desde Madrid, el mar que rodea su isla?
- Ayer, precisamente, oía por Radio Nacional la sinfonía titulada “Vox maris”, y me sentía absolutamente identificado. Comparaba este poema sinfónico con el libro de Baltasar Porcel “Murmullos del Mediterráneo”. Y veía la diferencia que hay entre voz y murmullo. La voz es más clara y nítida. Mientras que la palabra “murmullo” tiene una connotación negativa con algo desagradable... Echo mucho de menos el mar porque yo soy muy marinero y he nacido en él. Pero tengo la suerte de que España tiene tanta costa que lo puedo ver en mis frecuentes desplazamientos
- ¿En dónde le gustaría morir: en Madrid o en Mallorca?
- Tanto Mallorca como Madrid me parecen sitios maravillosos para morirse. Pero más que el lugar o el momento, me importa sobre todo morirme rodeado de quienes más quiero. Por supuesto, mi mujer, mis cuatro hijos y mi numerosa familia.
- A mí me gusta el pensamiento. La verdad es que, más que economista, me hubiera gustado ser poeta, que es lo que soy, o contemplador. Pero cuando digo que me gustaría ser poeta no quiero decir que me gustaría estar escribiendo versos, sino tener una actitud de poeta. Lo importante no es lo que se es o la profesión que uno tiene, sino la actitud que uno toma frente a la vida. A mí me gusta la belleza de lo pequeño, de la amistad. Hay un proverbio latino que dice “Primum vivere, deinde filosofare”. La ciencia económica ha sido un “primum vivere”, lo cual no quiere decir que no me haya gustado mucho. Pero ahora intento filosofar.
- Tengo entendido que también se ocupó de las actividades financieras en el sector vinícola. ¿Cree que Mallorca es importante desde este punto de vista?
- He estado en Age, una de las compañías vinateras riojanas más importantes, como presidente y como vice presidente. Mallorca tiene algunas marcas que son muy buenas, pero no tiene la dimensión en la que me he estado moviendo. La isla dispone de una buena renta, de una buena situación geográfica, de un buen clima y de unos mallorquines que son muy felices y disfrutan de un buen paladar. Unas condiciones óptimas, en una palabra, para tener buenos vinos. Y los pocos vinos que tiene los hace con mucho amor.
- ¿Qué piensa usted del monocultivo turístico que hay en Mallorca?
- La isla es una región muy bien equilibrada que cuenta con unos servicios muy desarrollados, y que tiene la demanda más rígida, como decimos los economistas. Se dan todas las circunstancias para que sea un sitio ideal para el turismo. Nunca dejará de ser lo bonita que es. El único que puede estropear Mallorca es el hombre, no la naturaleza.
- ¿Vas usted muy a menudo a la isla?
- Por desgracia voy menos de lo que me gustaría ir. Una vez cada trimestre y durante el verano.
- Echa de menos, desde Madrid, el mar que rodea su isla?
- Ayer, precisamente, oía por Radio Nacional la sinfonía titulada “Vox maris”, y me sentía absolutamente identificado. Comparaba este poema sinfónico con el libro de Baltasar Porcel “Murmullos del Mediterráneo”. Y veía la diferencia que hay entre voz y murmullo. La voz es más clara y nítida. Mientras que la palabra “murmullo” tiene una connotación negativa con algo desagradable... Echo mucho de menos el mar porque yo soy muy marinero y he nacido en él. Pero tengo la suerte de que España tiene tanta costa que lo puedo ver en mis frecuentes desplazamientos
- ¿En dónde le gustaría morir: en Madrid o en Mallorca?
- Tanto Mallorca como Madrid me parecen sitios maravillosos para morirse. Pero más que el lugar o el momento, me importa sobre todo morirme rodeado de quienes más quiero. Por supuesto, mi mujer, mis cuatro hijos y mi numerosa familia.
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