- En 1984, el Grupo Sol compra Otasa y usted inicia una nueva etapa. ¿Cómo le fue?
- Tuve la suerte de poder entrar en ese Grupo que contaba, en aquel año, con un número de hoteles urbanos muy reducido –nueve, en total–. Colaboraré con los llamados hoteles urbanos que se nutren de una demanda formada por clientes cuya mayoría viaja por obligación profesional o por necesidad. Antes, en los años sesenta, cuando un hombre de negocios llamaba para reservar habitación en un hotel de Madrid y pedía una habitación individual, le contestaban normalmente o que estaba completo o que no les quedaban individuales libres. La mayoría de los hoteleros de ciudad no tenía demasiado interés en que una sola persona ocupara una habitación doble. La filosofía del negocio consistía en ocupar las dos camas o la cama doble de la mayoría de las habitaciones de todos los hoteles. Raras veces los buenos hoteles contaban con más de un diez por ciento de su capacidad en habitaciones individuales –de una sola cama–. Yo siempre atribuí el éxito del Eurobuilding en Madrid a la no discriminación entre habitaciones para una o dos personas, a pesar de que eran todas del mismo tamaño y para dos personas, salvo suites, etcétera. En el Grupo Sol, y desde el principio, se aplicaron las mismas políticas comerciales para los hoteles de ciudad de no discriminar, admitiendo como base la reserva de habitación, ya fuese para una o dos personas, estableciendo unas tarifas adecuadas.
- Tuvo usted la suerte y el privilegio de vivir la década de expansión del Grupo Sol.
- Para mí fue, posiblemente, la época más enriquecedora de mi trayectoria profesional. Trabajé mucho y muy a gusto, regresando a una cultura empresarial muy mallorquina y muy de acuerdo con mis orígenes profesionales. Renové, de forma muy activa, todos mis esquemas, y me sentí tremendamente útil como parte de un equipo
- Un grupo que se expandió en Latinoamérica y en el resto del mundo.
- Sol inició esa fase de despegue a nivel internacional en 1983 84. Fue un primer lance asiático, cuya iniciativa capitaneaba un hotelero mallorquín, Gabriel Escarrer. Éste se lanzó a una aventura muy arriesgada que culminó con un sonado éxito internacional, el Balí, más tarde Meliá Balí.
- En Mallorca ha sucedido algo que llama mucho la atención. Muchos hoteles y, sobre todo, cadenas, han optado por invertir en otros lugares allende los mares, tanto en España como en países extranjeros.
- Después de Escarrer, otros empresarios mallorquines, hoy conocidos y reconocidos en el mundo entero, optaron, en efecto, por exportar también tecnología y “know haw” de forma seria y ejemplar, contribuyendo de manera excepcional en el crecimiento y consolidación de la España europea
- Pero ¿es normal que se cierren hoteles o se estanque una cadena en las Baleares o en España a costa de crecer en otros lugares del extranjero?
- Cuando la demanda en Baleares está saturada, es lógico que el empresario, si es emprendedor, piense en exportar sus experiencias a otros lugares, en una época en que la globalización se impone para las empresas. Es una forma de diversificar el riesgo, de implantarse y de crecer en donde existe la demanda. Hay dos factores que hacen que una empresa crezca o se quede donde está: el contar con un líder emprendedor, con ambiciones, espíritu de trabajo, capacidad de riesgo, etcétera; y el disponer de los recursos económicos adecuados. La pasión empresarial es hoy más importante que el dinero. Los resultados de las empresas con éxito se prodigan rápidamente pero, sin embargo, se habla poco de las que se quedan en el camino, ya sea por falta de empuje, de salud financiera o de capacidad de análisis y visión del riesgo.
- Sin embargo, algunos empresarios fracasan en su empeño por crecer. Me refiero, por ejemplo, a Ruiz Mateos, con Rumasa...
- Yo no diría que Rumasa o Ruiz Mateos sean un fracaso, sobre todo si analizamos el que, después de todas las tormentas que han pasado empresas y empresario, sigan ahí luchando. No sé cuál es todavía el factor que mantiene vivo en este caso al empresario, pero sí puedo intuir que, en su actuaciones, legales o ilegales, hubo una visión de reservas para resistir.
- ¿Tuvo mala suerte o no actuó correctamente?
- No soy quien para juzgar, ni siquiera para opinar.
- ¿Recuerda algún cliente famoso que haya pasado por alguno de sus hoteles?
- Como puede imaginar, podría confeccionar una lista interminable de ellos, pero hubo un visitante que fue el Sha de Persia, allá por el año 1958 ó 1959, que me impactó, con un séquito tremendo que bloqueó prácticamente el Bahía Palace mallorquín, y cuyos componentes, equipos de seguridad, etcétera, fueron tremendamente exigentes.
- Por cierto, ¿en cuántos idiomas se comunica usted?
- En realidad, hablo y escribo algo de todos. Domino el inglés y el francés. Me entiendo en alemán y me desenvuelvo en italiano.
Mañana: (IV) La relación calidad-precio.
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