martes, 14 de junio de 2011

Pepita Ramos Correa, propietaria de la Pastelería Formentor.



Pepita Ramos, en el interior de su pastelería.


A finales de febrero de l998, realizaba una entrevista con Pepita Ramos, empresaria pastelera, que el 7 de marzo del mismo año, salía publicada, un tanto resumida, en el diario mallorquín “El Día del Mundo”. Trece años más tarde, decido recoger la misma entrevista, recordándola en esta sección de “Isleños en Madrid” y, con la intención de ilustrarla con mejores fotografías, me dirigí a ella, pidiéndoselas y remitiéndole la entrevista que alegaba haber olvidado “Siento decirte –nos contestó su hijo, Carlos Forteza–, que mi madre, Josefa Ramos, no reconoce la entrevista que nos has remitido (a mí también me sorprende mucho el tono de las respuestas, no parecen corresponder en absoluto a ella) y que, por tanto, te agradecería que no la colgaras en Internet. Pero, en fin, es una decisión tuya”.

La entrevista, cuya grabación guardo entre mis archivos, no es una invención mía. Comprendo que, con los años, algunas personas puedan cambiar hasta el punto de no reconocer lo que dijeron trece años antes. Así que le invité a que matizara lo que ella considerara oportuno en vistas a la publicación de la misma. Doce días después, no he obtenido respuesta alguna. Así que, considerando que dicha entrevista no ha perdido en absoluto su frescura, e incluyéndola en la serie de “Isleños en Madrid”, decido reflejarla de nuevo en Internet, tal como saliera en su día.

Pepita Ramos procede de una familia numerosa de ocho hermanos y de padres extremeños, –él era militar y vivió en Palma–. Nace en Lluchmajor y se acuerda de muy pocas cosas de aquellos tiempos que no fueron muy buenos. Al no hablar mallorquín en su casa, tuvo que aprenderlo en la calle. Hizo teatro de jovencita y estudió música durante tres años –violín, piano y solfeo en el Conservatorio Profesional de Música–, así como comercio. Consiguió el título de Perito y de Profesor Mercantil, sin llegar a ejercerlos. Recién casada, en el año 1956, se fue con su marido, Cayetano Forteza, hijo del panadero de Santa Eulalia, a Madrid. “El no era pastelero –matiza con precisión–, sino ensaimadero. Conocía muy bien su profesión y tenía la convicción de que el negocio, en Madrid, iba a irle bien”. Desde entonces “Formentor” es la pastelería pionera mallorquina en la capital de España.

Viuda y, a pesar de que ella no sabe hacer ensaimadas pero sí reconocerlas por su calidad, Pepita ha seguido vendiendo productos mallorquines en su establecimiento, más visitado por madrileños que por los mismos isleños. “Formentor” es la pastelería madrileña que hace más honor a la calidad isleña. Y, al frente de ella, Pepita Ramos se siente embajadora culinaria mallorquina en la capital del Reino.

- Me imagino que, en sus tiempos, no habría muchas mujeres estudiantes de Comercio.

- Éramos muy pocas chicas, unas siete frente a un conjunto de treinta alumnos. Y empecé esta carrera porque una amiga mía, que también la estudiaba, me había dicho que, si guiñaba el ojo a los profesores, se podían sacar estos estudios en nada. Quise probarlo, pero no tuve que guiñarlo a nadie porque fui una buena estudiante, y hasta conseguí algunas matrículas. Los estudios duraban siete años con dos reválidas.

- ¿Ejerció, una vez superadas éstas?

- Hice unas oposiciones para la empresa municipal de aguas y alcantarillados. Trabajé varios años en el Ayuntamiento hasta que me casé. Luego, dejé mi oficio y me vine a Madrid

- Tras más de cuarenta años fuera de la isla, usted parece no haberla olvidado.

- Curiosamente, ahora quiero mucho más a Mallorca porque la comprendo mejor. Y la adoro. De manera que me gustaría profundizar en temas mallorquines.

- ¿En qué se diferencia la Mallorca que usted dejara, en 1956, de la que hoy visita?

- En esos años ha habido un cambio total. Por supuesto, entonces no había el turismo de ahora. Hoy la isla es cosmopolita. En cambio, se ha perdido casi todo lo que tenía.

- ¿Ha visitado usted las otras islas?

- Ibiza es el desborde. Estás allí y no te sientes en tu casa. También estuve en Menorca y me di cuenta de que todavía guarda cosas puras de verdad. Es como un sueño. Por eso tengo tanta ilusión en recoger cosas bonitas y en recordar lo que ya ha desaparecido de mi casa y de mi vida.

Mañana: Pepita Ramos. (II) En busca de la ensaimada perfecta.

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