- ¿Va usted a menudo a la isla?
- Siempre que puedo. Tengo una casa en el Puerto de Pollensa. Todavía me queda familia en ella y muchos amigos.
- ¿A qué edad piensa usted retirarse definitivamente?
- Cuando cumplí los 60, decidí bajar el ritmo pero sin dejar la vida activa. Ahora trabajo de una forma que me aporta muchas satisfacciones. Se trata de desarrollar colaboraciones esporádicas que siempre me divierten y llenan esa necesidad lógica de todo profesional que ha trabajado toda la vida a un ritmo muy acelerado, y que, según los médicos, no es bueno cambiar de repente.
- ¿Qué hará cuando se retire definitivamente a los cien años y pico?
- Je, je, je... Yo creo que no nos retiramos definitivamente nunca. Mis nueve nietos, además, me mantienen muy ágil y activo. Puesto que la vida profesional nos ha brindado tantas relaciones personales y amigos, siempre queda algo por hacer. Yo viajo con frecuencia y esto es también un importante estímulo y un privilegio que valoramos más todavía los que hemos vivido fuera de la Isla que los que han permanecido siempre en ella. Al cabo de los años, uno se da cuenta, además, de que lo importante es disfrutar del momento, sea donde sea. No ir a donde sea para disfrutar.
- Lo malo es que siempre llega un momento, con la muerte, en que todo termina. Por cierto, ¿en dónde le gustaría ser enterrado, en Mallorca o en Madrid?
- En ningún sitio. Je, je, je... Y eso de ser enterrado, ni se me ocurre. Espero que sea dentro de mucho tiempo, con la condición de que uno pueda auto-controlarse y no dependa de otros. En todo caso, pienso que cuando Dios quiera, y le pido poder seguir con la misma ilusión de siempre, aunque admito que el cuerpo no siempre aguanta, sobre todo, cuando hay que competir. Por el momento, yo sigo autorizado para hacer ejercicio, montar en bicicleta y viajar frecuentemente. De todas formas, no puedo seguir mi ritmo de hace diez años que me permitía levantarme a las seis de la mañana para practicar la marcha a pie, eso sí, después de haber dormido un mínimo de siete horas. Deporte que sigo practicando ahora.
- Siempre que puedo. Tengo una casa en el Puerto de Pollensa. Todavía me queda familia en ella y muchos amigos.
- ¿A qué edad piensa usted retirarse definitivamente?
- Cuando cumplí los 60, decidí bajar el ritmo pero sin dejar la vida activa. Ahora trabajo de una forma que me aporta muchas satisfacciones. Se trata de desarrollar colaboraciones esporádicas que siempre me divierten y llenan esa necesidad lógica de todo profesional que ha trabajado toda la vida a un ritmo muy acelerado, y que, según los médicos, no es bueno cambiar de repente.
- ¿Qué hará cuando se retire definitivamente a los cien años y pico?
- Je, je, je... Yo creo que no nos retiramos definitivamente nunca. Mis nueve nietos, además, me mantienen muy ágil y activo. Puesto que la vida profesional nos ha brindado tantas relaciones personales y amigos, siempre queda algo por hacer. Yo viajo con frecuencia y esto es también un importante estímulo y un privilegio que valoramos más todavía los que hemos vivido fuera de la Isla que los que han permanecido siempre en ella. Al cabo de los años, uno se da cuenta, además, de que lo importante es disfrutar del momento, sea donde sea. No ir a donde sea para disfrutar.
- Lo malo es que siempre llega un momento, con la muerte, en que todo termina. Por cierto, ¿en dónde le gustaría ser enterrado, en Mallorca o en Madrid?
- En ningún sitio. Je, je, je... Y eso de ser enterrado, ni se me ocurre. Espero que sea dentro de mucho tiempo, con la condición de que uno pueda auto-controlarse y no dependa de otros. En todo caso, pienso que cuando Dios quiera, y le pido poder seguir con la misma ilusión de siempre, aunque admito que el cuerpo no siempre aguanta, sobre todo, cuando hay que competir. Por el momento, yo sigo autorizado para hacer ejercicio, montar en bicicleta y viajar frecuentemente. De todas formas, no puedo seguir mi ritmo de hace diez años que me permitía levantarme a las seis de la mañana para practicar la marcha a pie, eso sí, después de haber dormido un mínimo de siete horas. Deporte que sigo practicando ahora.
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