Cuando nos entrevistamos con Elices Calafat, nos extrañó la falta de colaboración de la Universidad Balear con su larga experiencia científica, pericia y erudición. Su respuesta fue la siguiente:
- Mi relación con la Universidad Balear debería matizarse. He intentado acercarme en repetidas ocasiones. En el 2000, organicé un curso internacional, patrocinado por la Unión Europea, sobre fibras de altas prestaciones. He intentado establecer cursos de doctorado. He ofrecido mi ayuda en temas de investigación, pero siempre sin éxito. Además, desconozco la situación de la Universidad Balear con la que no he tenido contactos. Para contestar a su pregunta hacen falta datos sobre el empleo, sobre la industria balear y sobre qué sectores piensan desarrollar los políticos durante los próximos años, sólo así se podría explorar la necesidad de implantar alguna ingeniería. Pero, con el despertar de las Autonomías, las universidades proliferaron como setas por toda España y se han creado carreras más por presiones políticas que por necesidades reales.
- De cara al turismo, ¿se podría añadir alguna carrera más?
- Recuerdo que, hace unos años, El País publicó un editorial pesimista donde decía que, para el año 2000, la mitad de los españoles se dedicaría al turismo (era más crudo. Decía: serán camareros) y la otra mitad estaría en el paro. Sólo una planificación inteligente, basada en datos reales, puede alejar este futuro sombrío. Debería ser una ingeniería relacionada con las infraestructuras o como soporte de los servicios.
- Durante muchos años usted ha sido consejero del CDTI (Centro para el Desarrollo Técnico e Industrial del Ministerio de Industria) y ha podido pulsar, mes a mes, la realidad industrial de nuestro país. ¿Se atrevería a analizar algunos hechos como la venta de compañías españolas a multinacionales extranjeras?
- He visto, con tristeza, cómo prósperas empresas de alimentación, de farmacia, de materiales, etcétera, que se habían creado con un gran esfuerzo y, algunas veces, con dinero público, se cerraban o vendían a compañías multinacionales. Analizar estas situaciones no es simple, pero, en algunos casos, estas decisiones se tomaron después de haber seguido una política de I+D equivocada. Por cierto, durante mis primeros años en el CDTI, el director era Jaime Vallori, un ingeniero aeronáutico mallorquín que tuvo una visión muy clara, y, para mí, muy acertada, de cómo dirigir una política de I+D.
Más tarde, al confirmar que el Índice Doing Business, dependiente del Banco Mundial, medía detalladamente desde hacía años el grado de facilidad para hacer negocios en 183 países, en el que los datos de España no eran nada halagüeños, ni por la evolución de nuestro país, ni por su posición actual respecto a países de nuestro entorno, comprendimos el alcance de las palabras de Elices Calafat. Hoy, a nivel global, España está clasificada en el número 62 en facilidad para hacer negocio en 2010, habiendo perdido 11 posiciones respecto a la edición anterior (en la que ya teníamos una clasificación más que discreta), muy lejos de la posición que nos correspondería, siendo nuestro país una de las principales economías del mundo. Esto quiere decir que para los analistas del Banco Mundial hoy es preferible emprender un negocio en países desarrollados como Estados Unidos, Reino Unido, o Japón. Pero también otros países como Corea, Suráfrica, Chipre, Tonga o Mongolia están por delante de nuestro país en la clasificación de la facilidad para emprender y hacer negocios.
Mañana, continuación: (VI) “Bucear es como estar en otro mundo”
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