viernes, 8 de abril de 2011

Bernardo Obrador (V) “Descanso más mientras vuelo que en tierra”.

Los presidentes de Iberia y del Sepla firman el final de la huelga de julio de 2006.

- ¿Desde cuándo está usted en el Sepla.


- Me incorporé como delegado sindical en diciembre de 1.996, justo tras una huelga en el mes de noviembre anterior que acabó en un proceso de mediación el 19 de febrero de 1.996. Logramos cerrar toda una etapa de inestabilidad con una negociación muy positiva para ambas partes. A partir de ese momento, creí que posiblemente había finalizado la negociación más importante de mi etapa como sindicalista, pero no fue así. Tras las elecciones generales de marzo del 96 y el cambio del Gobierno, se vivieron momentos de incertidumbre hasta el mes de junio. El presidente Irala venía con conceptos completamente diferentes a los acostumbrados y con un evidente desconocimiento de Iberia. En los primeros meses de su presidencia se “generaron” muchas tensiones, hubo provocaciones y enfrentamientos innecesarios, pero también muchas horas de negociación. A pesar de todo, y durante el año 1997, se llegó a muy importantes acuerdos tales como el de Programación conjunta Iberia Aviaco. En el 98, los pilotos planteamos una posibilidad de huelga general que finalizó en la firma de unos acuerdos acerca de la protección de nuestros puestos de trabajo y buscamos una solución para la compañía Air Europa que se encontraba en una situación desesperada. Como he dicho anteriormente, los delegados sindicales somos pilotos, no negociadores profesionales, ni abogados. Y, para poder enfrentarnos en una mesa de negociación con gente que sí lo es, no ha quedado más remedio que dedicar muchísimas horas a preparar la negociación para garantizar una victoria. Esto, en resumen, significa no dedicar tiempo ni a la familia ni a los amigos.


- Sin duda, trabajar en una sección sindical supone una carga especial.


- Pues sí. El trabajo en el sindicato y, muy especialmente, el haber sido elegido como Jefe de la Sección Sindical, me supuso una carga que excedía con mucho a la que tenía anteriormente, siendo sólo comandante de Iberia. De hecho, cada vuelo que realizo, desde que desempeño labores sindicales, supone una liberación, ya que, de alguna manera, los problemas se quedan abajo y ello me produce un relajo apreciable de tensiones.


- ¿Y no resulta paradójico que usted descanse con su trabajo?


- Bueno, espero no ser malinterpretado. Considero el trabajo sindical como “trabajo en tierra”, cargado de tensiones, en una etapa complicada de transformación de una gran empresa pública en compañía aérea privada, con permanentes pactos y negociaciones y con manejo de información económico financiera y legal muy compleja. Mientras que el “trabajo en vuelo” es como una actividad hasta cierto punto rutinaria, pero perfectamente conocida, debido a nuestro permanente entrenamiento. Desde este punto de vista le puedo asegurar que el día que vuelo, para mí supone una desconexión del “trabajo en tierra” y su consecuencia es un cierto relajo.


Mañana: (Y VI) Echo de menos el mar.

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