- ¿Cómo fueron sus comienzos en la aviación?
- Desde niño, me fascinaban los aviones y me tentaba la idea de ser aviador. Fue después del bachillerato cuando envié una instancia y solicité el servicio militar como voluntario en el Ejército del Aire. Realicé mi formación inicial como piloto en el Aeroclub de Palma, con Francisco Javier Blasco, un capitán militar aviador de la Base de Son San Juan, al que recuerdo con gran aprecio y cariño, ya que fue él quien me instruyó en mis primeras horas de vuelo.
- En aquella época ¿era difícil hacerse piloto civil?
- Fuera de la carrera militar, no era sencillo, por lo que solicité al Ejército mi inscripción para ingresar en las promociones existentes para piloto de complemento, pero diversos cambios obligaron a cancelar las convocatorias. Intenté después una posibilidad adicional de difícil acceso para un muy reducido número de civiles que consistía en realizar un curso de vuelo sin visibilidad en Salamanca, junto con alumnos pilotos de la Academia General del Aire. Lamentablemente, la Subsecretaría de Aviación Civil comenzó por aquel entonces su tránsito de organismo militar a civil, con lo cual cancelaron también estos cursos. Como resultado de la dificultad de completar la formación en España, viajé a los Estados Unidos, donde, ya con menos inconvenientes, obtuve los títulos y calificaciones requeridas para ser piloto. A mi regreso a España, tras examinarme y convalidar aquellas asignaturas comunes, obtuve la titulación española necesaria para presentarme a la convocatoria e ingresar como Piloto en Iberia, en el año 1.975. Desde entonces, no he dejado de volar.
- ¿Recuerda alguna anécdota ocurrida en el aire?
- Ninguna a lo largo de mi formación, especialmente dura, período en el que se tienen días buenos y malos. Teníamos una ingente cantidad de pruebas y evaluaciones, tanto en tierra como en vuelo, a lo largo de más de un año. Durante este primer año que estuve en calidad de becario, los exámenes selectivos permanentes supusieron una criba muy dura de la cual guardo recuerdos y sentimientos encontrados. Pero anécdotas dignas de mención, realmente pocas y Ovnis y fenómenos de este tipo la verdad es que ninguno.
- ¿Y algún incidente digno de mención?
- A lo largo de la vida profesional, he tenido alguno. El más importante, a mi juicio, ocurrió en un vuelo de Menorca a Londres, en 1981 ó 1982, en un avión tipo DC9. Cuando estábamos a punto de despegar, se nos cruzó una bandada de gaviotas. Se pararon los motores y tuvimos que abortar el despegue, logrando frenar el avión pocos metros antes del final de la pista. Hoy en día, el problema de las aves en los aeropuertos está bastante controlado y no suponen el riesgo que entrañaba hace veinte años. Pero, aún así, no se puede olvidar el hecho de que las bandadas de pájaros son uno de los principales enemigos de los aviones
- ¿Algo que ocurre frecuentemente en los aeropuertos de Baleares o en todos?
- En todos los aeropuertos existen aves, pero en las islas más, especialmente bandadas de gaviotas y otras aves marinas. Pese a ser un problema, debemos considerar que, además de los medios de dispersión de aves tales como halcones adiestrados o dispositivos de detonación por gas, en los aviones, está previsto casi todo y se dispone de sistemas redundantes de seguridad para evitar problemas de cualquier tipo. Lo que está menos previsto es que un agente externo, como pueden ser pájaros, te pare los motores del avión. Mañana.
(III). Trece mil horas de vuelo.
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