- ¿Cómo es posible que el gasto farmacéutico suba cada año una media de un 15 por ciento?
- Es a causa de los nuevos productos y los nuevos precios. Y, si no se establece un sistema para controlar, de alguna forma, el precio de los productos lanzados por los laboratorios multinacionales, seguiremos pagando esta factura. Luego, con la presión que se hace con el médico para la prescripción, fuerzan el volumen de ventas. Todo esta jugada está en manos de un grupo de dos decenas de compañías que controlan el mercado mundial: seis americanas, dos suizas, dos inglesas, dos francesas, tres alemanas y, el resto, japonesas. Entre ellas, se corta el 95 por ciento de todo el bacalao. Algunas de ellas tienen el doble o el triple de presupuesto que algunos ministerios españoles.
- ¿Por qué son tan difíciles de entender los prospectos de los medicamentos?
- Porque tratan de sofisticarlos de cara al médico especialista.
- De manera que el consumidor se queda siempre in albis…
- Tiene toda la razón. Pero hay una terminología establecida de una forma legal para la explicación de la especialidad farmacéutica y tratan de ajustarse a ella. La Administración controla lo que se describe: las prescripciones. Pero el prospecto, que tendría que ser para el enfermo, está más dirigido al médico que al enfermo.
- En España hay unas 8.000 especialidades farmacéuticas. ¿Es esto negativo o positivo?
- Es el resultado de la historia que temíamos. Pero no es tan negativo como pueda parecer porque, si hubiera menos, el poder estaría más concentrado en los grandes. Aquí el problema es que, al ser muchas, ha habido un grupo de laboratorios españoles que han decidido bajar el precio, lo que ha permitido que tratamientos para úlceras gástricas, por ejemplo, pasaran a valer un cincuenta por ciento menos de lo que se estaba pagando. Puede que fueran más cómodos para el prescriptor pero no para el público.
- ¿Cuántas farmacias hay en España?
- Hace unos años había diecinueve mil doscientas.
- ¿Suficientes?
-Pienso que el sector se tiene que liberalizar más. El estado de los farmacéuticos en nuestro país supone un monopolio que limita mucho a todo el profesional que sale. Un farmacéutico que sale cumpliendo una normativa debería poder poner su farmacia donde él considerara oportuno. Y, si en algunas zonas no hubiera, habría que incentivar a que alguien, por algún mecanismo, las abriera. Con la fuerza del mercado que rige, hay farmacéuticos más que de sobra para poder cubrir el doble de farmacias.
Mañana: (Y V) “Mi sueño es disfrutar de largas temporadas en Mallorca”.
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