- ¿Y allí se quedó, de enfermera?
- Estaba en un centro pequeñito que lleva el tema de Salud Pública, concretamente vacunación en los colegios, que pertenecía a la Dirección General de Salud. Y cuando se cerró, me mandaron a servicios centrales de Prevención y Protección de Salud que depende de la Administración General de Salud Pública, en donde sigo.
- ¿Qué clase de trabajo hace?
- Son programas de prevención. Está el de Minusvalía, el de la Mujer, el de Vacunación... Se compran a los laboratorios las vacunas para niños. Es un programa de oficinas que lleva temas de salud.
- ¿Y no ha pensado alguna vez en volver a Formentera para continuar allí su trabajo?
- En Formentera hay un Centro Médico que atiende urgencias y medicina en familia, pero no hay especialistas, con lo cual, en el momento en que hay una urgencia que no puede ser atendida, el enfermo es trasladado a Ibiza en un helicóptero. Y el enfermero o enfermera, o el médico, dependiendo de la gravedad del paciente, tienen que ir con el enfermo en el helicóptero y volver, cosa que a mí me da miedo. Eso de encontrarme volando sin notar los pies en tierra firme es una inseguridad que me causa pánico.
- Y sin embargo le encanta viajar.
- Una de las razones por las que salí de la isla es porque me ahogaba en ella. Necesitaba vivir en cualquier parte del mundo sin sentirme encerrada.
- Y en Madrid, no se siente usted en una isla…
- En Madrid vivo en un barrio pequeño, pero esto tiene otras ventajas. Aquí cada cual hace su vida y conozco a los vecinos... Me siento muy bien, como me sentí muy bien en Barcelona. En realidad, me siento bien en cualquier parte en donde no se inmiscuyan en mi vida personal o privada, y en donde no tengas que seguir unos cánones de comportamiento impuestos por la tradición, que es lo que pasaba un poco en Formentera.
- Pero aquí no habla usted nunca en formenterense. ¿O sí?
- ¿O en payés? Sí, claro, con mi hermana, mis parientes y con mis amigas de la isla.
- Y, pese a todo, ¿sigue visitando Formentera?
- Siempre que puedo, de vacaciones, pero no en helicóptero. La última vez que fuimos a Palma nos tocó un avión de hélices, un Faulker. No quería subir, pero al fin lo hice. Menos mal que, a la vuelta, fui en Iberia.
(Mañana, continuará: La mayoría de formenterenses ha vendido sus terrenos.)
- Estaba en un centro pequeñito que lleva el tema de Salud Pública, concretamente vacunación en los colegios, que pertenecía a la Dirección General de Salud. Y cuando se cerró, me mandaron a servicios centrales de Prevención y Protección de Salud que depende de la Administración General de Salud Pública, en donde sigo.
- ¿Qué clase de trabajo hace?
- Son programas de prevención. Está el de Minusvalía, el de la Mujer, el de Vacunación... Se compran a los laboratorios las vacunas para niños. Es un programa de oficinas que lleva temas de salud.
- ¿Y no ha pensado alguna vez en volver a Formentera para continuar allí su trabajo?
- En Formentera hay un Centro Médico que atiende urgencias y medicina en familia, pero no hay especialistas, con lo cual, en el momento en que hay una urgencia que no puede ser atendida, el enfermo es trasladado a Ibiza en un helicóptero. Y el enfermero o enfermera, o el médico, dependiendo de la gravedad del paciente, tienen que ir con el enfermo en el helicóptero y volver, cosa que a mí me da miedo. Eso de encontrarme volando sin notar los pies en tierra firme es una inseguridad que me causa pánico.
- Y sin embargo le encanta viajar.
- Una de las razones por las que salí de la isla es porque me ahogaba en ella. Necesitaba vivir en cualquier parte del mundo sin sentirme encerrada.
- Y en Madrid, no se siente usted en una isla…
- En Madrid vivo en un barrio pequeño, pero esto tiene otras ventajas. Aquí cada cual hace su vida y conozco a los vecinos... Me siento muy bien, como me sentí muy bien en Barcelona. En realidad, me siento bien en cualquier parte en donde no se inmiscuyan en mi vida personal o privada, y en donde no tengas que seguir unos cánones de comportamiento impuestos por la tradición, que es lo que pasaba un poco en Formentera.
- Pero aquí no habla usted nunca en formenterense. ¿O sí?
- ¿O en payés? Sí, claro, con mi hermana, mis parientes y con mis amigas de la isla.
- Y, pese a todo, ¿sigue visitando Formentera?
- Siempre que puedo, de vacaciones, pero no en helicóptero. La última vez que fuimos a Palma nos tocó un avión de hélices, un Faulker. No quería subir, pero al fin lo hice. Menos mal que, a la vuelta, fui en Iberia.
(Mañana, continuará: La mayoría de formenterenses ha vendido sus terrenos.)
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