Su infancia son, como dice, recordando al poeta, “los recuerdos alegres de Felanitx en el seno de una familia muy unida y numerosa –siete hermanos– a la sombra de un buen padre, en una isla paradisíaca”. Victoriano López Pinto nace el 4 de abril de 1936, en Capdepera. Se desplaza a Madrid a los 18 años, en donde hace la carrera de ciencias económicas y se enamora de esta ciudad en la que vive desde entonces. Fue director general del primer Eurobilding español. Experto en el mundo financiero, trabaja luego en bancos y en el Instituto Nacional de Industria, así como en actividades de capital riesgo. Hoy, mira su pasado y al mundo con ojos de intelectual y profundiza en su interior con la mirada de vate secreto que siempre se sintió, aunque nunca lo manifestara públicamente. La entrevista fue efectuada en Madrid en 1998.
- Por qué abandonó usted Mallorca en su juventud y eligió Madrid para vivir?
- No sabría explicarlo. De repente, me encontré tan estupendamente en Madrid, una ciudad que integra a todo el que llega de fuera, y tan a gusto, que me quedé definitivamente en ella. La verdad es que, en esta urbe, nadie se siente forastero. Y desarrollé aquí toda mi labor profesional. Lo que no quiere decir que haya dejado de ir a Mallorca ni que la haya perdido, sino todo lo contrario, que, además de la isla, he tenido algo más.
- Aquí se casó usted ¿con una madrileña?
- No, no, con una riojana madrileña con la que tuve cuatro hijos.
- Y siguió unido a la isla. Supongo que sin olvidarse de su idioma nativo.
- ¿Cómo me voy a olvidar de él, si mi forma de ser y de expresarme es el mallorquín? Y no sólo lo hablo yo, sino que también mi mujer lo entiende perfectamente. De manera que, yo, hablándole en mallorquín y ella, contestándome en castellano, nos encontramos mucho más cómodos. Entiendo el lenguaje como algo integrador y enriquecedor, y más el mallorquín, que es una delicia.
- Resúmame su actividad profesional a lo largo de estos años
- He estado en muchos sitios. Empecé, en los años sesenta, en el mundo hotelero, en una concepción distinta del hotel de costa o de ciudad. Fui el primer director general de una sociedad mercantil anónima que era propietaria de Eurobilding. En él, era muy importante la definición de la estrategia de lo que iba a ser el hotel urbano unido a un centro de reuniones y convenciones, y a todo un complejo de integración de servicios, incluido el Siglo XXI, en el que se creó opinión pública y política. Y fue el inicio de muchas vocaciones políticas.
- Eurobilding se salió de las viejas normas tradicionales, comenzando por el lugar de su ubicación.
- Construimos un hotel en un sitio en donde aparentemente no iba a haberlo nunca. Para contrarrestar un poco la lejanía de lo que antes era el centro de Madrid, se nos ocurrió hacer algo más que un hotel. Pensamos que era esencial su colocación cercana a la línea de crecimiento de Madrid, a lo largo del viento dominante, al contrario de una interpretación clásica del crecimiento en estrella o alrededor de vías de circulación. Madrid está situada hacia el norte, en la falda de una cordillera que la protege de los fríos de la paramera castellano leonesa. Y lo que la gente va buscando es precisamente el viento dominante, la pureza del ambiente, la no contaminación, el sitio más limpio. Por eso todas las urbanizaciones de más calidad están todas situadas en el Norte y hay pocas en el Sur. Aunque hoy en día esta verdad está paliada por otros factores, como la facilidad de transportes.
- Esta fue una de sus primeras actividades profesionales, pero hubo más.
- Después he estado en muchos bancos y en grupos. He sido director general adjunto del Banesto. He estado en el Banco General y en el Coca. Y, fundamentalmente, en el mundo de la inversión y en el de la actividad financiera. Y, al principio de la transición, me llamó el Sector Público Industrial para crear una actividad de desarrollo a través del Instituto Nacional de Industria.
- ¿Qué era entonces el INI?
- Un instrumento del Gobierno para la política sectorial que no tenía nada de regional. Potenciaba el sector naval, el de la navegación aérea, el mundo petroquímico, o el mundo de la industria militar. Todo era por sectores económicos. Hasta que, con el despertar autonómico, el Ministerio de Industria encargó al INI que se preocupara de promover una actividad. Mi trabajo fue crear y poner en marcha todas las sociedades de desarrollo cuyos parámetros estaban por debajo de la Renta Nacional. Ahí estuve diez o doce años. Fue una de las épocas más dilatadas en la que hice un importante trabajo. Empezamos por Galicia; después, fuimos a Andalucía, Extremadura, Castilla La Mancha, Castilla León, Aragón y Canarias.
Producir, vender, competir.
La ciudad malagueña de Fuengirola cuenta con el primer monumento de España dedicado al Seat o Fiat 600. La escultura, de tamaño natural, se inauguró el 22 de junio del 2008, en homenaje al popular vehículo. “Creo que es un homenaje muy oportuno -señaló la entonces alcaldesa de Fuengirola, Esperanza Oña-, ya que el Seat 600 fue el primer carro de muchas familias españolas y está muy ligado a los primeros pasos de Fuengirola como municipio turístico. Muchos de nuestros primeros veraneantes vinieron en este vehículo”. No obstante, la inauguración del monumento llegaba a contrapelo de una crisis financiera mundial que acababa de desencadenarse. Diez años antes, entrevistábamos a Victoriano López-Pinto, preguntándole por el cambio cualitativo en la renta per cápita vivido en España en los años sesenta. Victoriano nos hizo entonces un retrato de lo vivido por él, cuando el español se subió al Seat 600, carro del desarrollo. Y nos contaba:
- Antes, el peso del sector agrario era muy grande, mientras que el del sector industrial era pequeño y el de los servicios, pequeñísimo. Hoy, a finales de siglo, y principios de uno nuevo, mientras que el del sector agrario es muy pequeño y el del industrial también ha disminuido, el de los servicios ha crecido mucho. Y uno de los principales protagonistas en el crecimiento del sector industrial ha sido el INI que ha sido el gran lanzador industrial de España. Eso era normal en una época determinada en la que la economía no estaba, como ahora, globalizada. El primer problema fue producir; el segundo, distribuir y vender, y el último, competir. Cada tiempo ha tenido su protagonista. Todos recordamos, por ejemplo, el primer Seiscientos. Pero mal hubiéramos podido llegar a esta situación si no hubiéramos tenido durante muchos años un buen sector primario, agrícola, que nos permitió, posteriormente, una buena industria y ahora unos servicios más o menos competitivos.
- El último cambio parece ser el de las privatizaciones. ¿Dónde se halla el límite de las mismas?
- En estos momentos no ha lugar tener un sector industrial fuerte, a no ser que tenga unas ventajas estratégicas claras. Y lo normal es que se adelgace el sector público y que haya privatizaciones. Este es un proceso irreversible. El problema es dónde se para la privatización. ¿Qué es lo que tiene que quedar en poder del Estado? Yo no soy partidario de un sector público gordo, deforme y no sometido a régimen. Pero, siempre que sea eficaz para la colectividad, no me importa que sea grande. Lo que ocurre es que hay cosas públicas que son absolutamente ilógicas y tienen que privatizarse. A tiempos nuevos hay que poner soluciones nuevas. Durante muchos años, hemos estado en una campana de cristal autárquica, desde el punto de vista económico. Casi todo lo que consumíamos de bienes y servicios era producto nacional. Luego empezamos a abrirnos. Y el peso de la exportación e importación fue teniendo cada vez más importancia. Hay un salto cualitativo enorme que se produce con motivo de la integración de España en la Comunidad Económica Europea. Desde entonces, los parámetros han cambiado.
- ¿En qué ocupó la última fase de su vida?
- Pasada la época de las sociedades de desarrollo internacional, potencié el capital en las actividades de capital riesgo. Era el capital de acompañamiento, que entra en actividades que tengan potencialidad de desarrollo. No en un capital de mantenimiento estable, sino en el que va buscando sobre todo plusvalías. Creamos la Asociación Española de Capital riesgo que hoy en día es una actividad financiera completamente tipificada y en funcionamiento. Las grandes sociedades de capital riesgo del mundo tienen sus filiales en España.
“Hubiera preferido ser poeta a economista”
- Aparte de su afición y profesión por los números y los bancos, hay una faceta suya que pasa desapercibida entre la gente que le ha tratado. Me refiero a la literaria
- A mí me gusta el pensamiento. La verdad es que, más que economista, me hubiera gustado ser poeta, que es lo que soy, o contemplador. Pero cuando digo que me gustaría ser poeta no quiero decir que me gustaría estar escribiendo versos, sino tener una actitud de poeta. Lo importante no es lo que se es o la profesión que uno tiene, sino la actitud que uno toma frente a la vida. A mí me gusta la belleza de lo pequeño, de la amistad. Hay un proverbio latino que dice “Primum vivere, deinde filosofare”. La ciencia económica ha sido un “primum vivere”, lo cual no quiere decir que no me haya gustado mucho. Pero ahora intento filosofar.
- Tengo entendido que también se ocupó de las actividades financieras en el sector vinícola. ¿Cree que Mallorca es importante desde este punto de vista?
- He estado en Age, una de las compañías vinateras riojanas más importantes, como presidente y como vice presidente. Mallorca tiene algunas marcas que son muy buenas, pero no tiene la dimensión en la que me he estado moviendo. La isla dispone de una buena renta, de una buena situación geográfica, de un buen clima y de unos mallorquines que son muy felices y disfrutan de un buen paladar. Unas condiciones óptimas, en una palabra, para tener buenos vinos. Y los pocos vinos que tiene los hace con mucho amor.
- ¿Qué piensa usted del monocultivo turístico que hay en Mallorca?
- La isla es una región muy bien equilibrada que cuenta con unos servicios muy desarrollados, y que tiene la demanda más rígida, como decimos los economistas. Se dan todas las circunstancias para que sea un sitio ideal para el turismo. Nunca dejará de ser lo bonita que es. El único que puede estropear Mallorca es el hombre, no la naturaleza.
- ¿Vas usted muy a menudo a la isla?
- Por desgracia voy menos de lo que me gustaría ir. Una vez cada trimestre y durante el verano.
- Echa de menos, desde Madrid, el mar que rodea su isla?
- Ayer, precisamente, oía por Radio Nacional la sinfonía titulada “Vox maris”, y me sentía absolutamente identificado. Comparaba este poema sinfónico con el libro de Baltasar Porcel “Murmullos del Mediterráneo”. Y veía la diferencia que hay entre voz y murmullo. La voz es más clara y nítida. Mientras que la palabra “murmullo” tiene una connotación negativa con algo desagradable... Echo mucho de menos el mar porque yo soy muy marinero y he nacido en él. Pero tengo la suerte de que España tiene tanta costa que lo puedo ver en mis frecuentes desplazamientos
- ¿En dónde le gustaría morir: en Madrid o en Mallorca?
- Tanto Mallorca como Madrid me parecen sitios maravillosos para morirse. Pero más que el lugar o el momento, me importa sobre todo morirme rodeado de quienes más quiero. Por supuesto, mi mujer, mis cuatro hijos y mi numerosa familia.
- Por qué abandonó usted Mallorca en su juventud y eligió Madrid para vivir?
- No sabría explicarlo. De repente, me encontré tan estupendamente en Madrid, una ciudad que integra a todo el que llega de fuera, y tan a gusto, que me quedé definitivamente en ella. La verdad es que, en esta urbe, nadie se siente forastero. Y desarrollé aquí toda mi labor profesional. Lo que no quiere decir que haya dejado de ir a Mallorca ni que la haya perdido, sino todo lo contrario, que, además de la isla, he tenido algo más.
- Aquí se casó usted ¿con una madrileña?
- No, no, con una riojana madrileña con la que tuve cuatro hijos.
- Y siguió unido a la isla. Supongo que sin olvidarse de su idioma nativo.
- ¿Cómo me voy a olvidar de él, si mi forma de ser y de expresarme es el mallorquín? Y no sólo lo hablo yo, sino que también mi mujer lo entiende perfectamente. De manera que, yo, hablándole en mallorquín y ella, contestándome en castellano, nos encontramos mucho más cómodos. Entiendo el lenguaje como algo integrador y enriquecedor, y más el mallorquín, que es una delicia.
- Resúmame su actividad profesional a lo largo de estos años
- He estado en muchos sitios. Empecé, en los años sesenta, en el mundo hotelero, en una concepción distinta del hotel de costa o de ciudad. Fui el primer director general de una sociedad mercantil anónima que era propietaria de Eurobilding. En él, era muy importante la definición de la estrategia de lo que iba a ser el hotel urbano unido a un centro de reuniones y convenciones, y a todo un complejo de integración de servicios, incluido el Siglo XXI, en el que se creó opinión pública y política. Y fue el inicio de muchas vocaciones políticas.
- Eurobilding se salió de las viejas normas tradicionales, comenzando por el lugar de su ubicación.
- Construimos un hotel en un sitio en donde aparentemente no iba a haberlo nunca. Para contrarrestar un poco la lejanía de lo que antes era el centro de Madrid, se nos ocurrió hacer algo más que un hotel. Pensamos que era esencial su colocación cercana a la línea de crecimiento de Madrid, a lo largo del viento dominante, al contrario de una interpretación clásica del crecimiento en estrella o alrededor de vías de circulación. Madrid está situada hacia el norte, en la falda de una cordillera que la protege de los fríos de la paramera castellano leonesa. Y lo que la gente va buscando es precisamente el viento dominante, la pureza del ambiente, la no contaminación, el sitio más limpio. Por eso todas las urbanizaciones de más calidad están todas situadas en el Norte y hay pocas en el Sur. Aunque hoy en día esta verdad está paliada por otros factores, como la facilidad de transportes.
- Esta fue una de sus primeras actividades profesionales, pero hubo más.
- Después he estado en muchos bancos y en grupos. He sido director general adjunto del Banesto. He estado en el Banco General y en el Coca. Y, fundamentalmente, en el mundo de la inversión y en el de la actividad financiera. Y, al principio de la transición, me llamó el Sector Público Industrial para crear una actividad de desarrollo a través del Instituto Nacional de Industria.
- ¿Qué era entonces el INI?
- Un instrumento del Gobierno para la política sectorial que no tenía nada de regional. Potenciaba el sector naval, el de la navegación aérea, el mundo petroquímico, o el mundo de la industria militar. Todo era por sectores económicos. Hasta que, con el despertar autonómico, el Ministerio de Industria encargó al INI que se preocupara de promover una actividad. Mi trabajo fue crear y poner en marcha todas las sociedades de desarrollo cuyos parámetros estaban por debajo de la Renta Nacional. Ahí estuve diez o doce años. Fue una de las épocas más dilatadas en la que hice un importante trabajo. Empezamos por Galicia; después, fuimos a Andalucía, Extremadura, Castilla La Mancha, Castilla León, Aragón y Canarias.
Producir, vender, competir.
La ciudad malagueña de Fuengirola cuenta con el primer monumento de España dedicado al Seat o Fiat 600. La escultura, de tamaño natural, se inauguró el 22 de junio del 2008, en homenaje al popular vehículo. “Creo que es un homenaje muy oportuno -señaló la entonces alcaldesa de Fuengirola, Esperanza Oña-, ya que el Seat 600 fue el primer carro de muchas familias españolas y está muy ligado a los primeros pasos de Fuengirola como municipio turístico. Muchos de nuestros primeros veraneantes vinieron en este vehículo”. No obstante, la inauguración del monumento llegaba a contrapelo de una crisis financiera mundial que acababa de desencadenarse. Diez años antes, entrevistábamos a Victoriano López-Pinto, preguntándole por el cambio cualitativo en la renta per cápita vivido en España en los años sesenta. Victoriano nos hizo entonces un retrato de lo vivido por él, cuando el español se subió al Seat 600, carro del desarrollo. Y nos contaba:
- Antes, el peso del sector agrario era muy grande, mientras que el del sector industrial era pequeño y el de los servicios, pequeñísimo. Hoy, a finales de siglo, y principios de uno nuevo, mientras que el del sector agrario es muy pequeño y el del industrial también ha disminuido, el de los servicios ha crecido mucho. Y uno de los principales protagonistas en el crecimiento del sector industrial ha sido el INI que ha sido el gran lanzador industrial de España. Eso era normal en una época determinada en la que la economía no estaba, como ahora, globalizada. El primer problema fue producir; el segundo, distribuir y vender, y el último, competir. Cada tiempo ha tenido su protagonista. Todos recordamos, por ejemplo, el primer Seiscientos. Pero mal hubiéramos podido llegar a esta situación si no hubiéramos tenido durante muchos años un buen sector primario, agrícola, que nos permitió, posteriormente, una buena industria y ahora unos servicios más o menos competitivos.
- El último cambio parece ser el de las privatizaciones. ¿Dónde se halla el límite de las mismas?
- En estos momentos no ha lugar tener un sector industrial fuerte, a no ser que tenga unas ventajas estratégicas claras. Y lo normal es que se adelgace el sector público y que haya privatizaciones. Este es un proceso irreversible. El problema es dónde se para la privatización. ¿Qué es lo que tiene que quedar en poder del Estado? Yo no soy partidario de un sector público gordo, deforme y no sometido a régimen. Pero, siempre que sea eficaz para la colectividad, no me importa que sea grande. Lo que ocurre es que hay cosas públicas que son absolutamente ilógicas y tienen que privatizarse. A tiempos nuevos hay que poner soluciones nuevas. Durante muchos años, hemos estado en una campana de cristal autárquica, desde el punto de vista económico. Casi todo lo que consumíamos de bienes y servicios era producto nacional. Luego empezamos a abrirnos. Y el peso de la exportación e importación fue teniendo cada vez más importancia. Hay un salto cualitativo enorme que se produce con motivo de la integración de España en la Comunidad Económica Europea. Desde entonces, los parámetros han cambiado.
- ¿En qué ocupó la última fase de su vida?
- Pasada la época de las sociedades de desarrollo internacional, potencié el capital en las actividades de capital riesgo. Era el capital de acompañamiento, que entra en actividades que tengan potencialidad de desarrollo. No en un capital de mantenimiento estable, sino en el que va buscando sobre todo plusvalías. Creamos la Asociación Española de Capital riesgo que hoy en día es una actividad financiera completamente tipificada y en funcionamiento. Las grandes sociedades de capital riesgo del mundo tienen sus filiales en España.
“Hubiera preferido ser poeta a economista”
- Aparte de su afición y profesión por los números y los bancos, hay una faceta suya que pasa desapercibida entre la gente que le ha tratado. Me refiero a la literaria
- A mí me gusta el pensamiento. La verdad es que, más que economista, me hubiera gustado ser poeta, que es lo que soy, o contemplador. Pero cuando digo que me gustaría ser poeta no quiero decir que me gustaría estar escribiendo versos, sino tener una actitud de poeta. Lo importante no es lo que se es o la profesión que uno tiene, sino la actitud que uno toma frente a la vida. A mí me gusta la belleza de lo pequeño, de la amistad. Hay un proverbio latino que dice “Primum vivere, deinde filosofare”. La ciencia económica ha sido un “primum vivere”, lo cual no quiere decir que no me haya gustado mucho. Pero ahora intento filosofar.
- Tengo entendido que también se ocupó de las actividades financieras en el sector vinícola. ¿Cree que Mallorca es importante desde este punto de vista?
- He estado en Age, una de las compañías vinateras riojanas más importantes, como presidente y como vice presidente. Mallorca tiene algunas marcas que son muy buenas, pero no tiene la dimensión en la que me he estado moviendo. La isla dispone de una buena renta, de una buena situación geográfica, de un buen clima y de unos mallorquines que son muy felices y disfrutan de un buen paladar. Unas condiciones óptimas, en una palabra, para tener buenos vinos. Y los pocos vinos que tiene los hace con mucho amor.
- ¿Qué piensa usted del monocultivo turístico que hay en Mallorca?
- La isla es una región muy bien equilibrada que cuenta con unos servicios muy desarrollados, y que tiene la demanda más rígida, como decimos los economistas. Se dan todas las circunstancias para que sea un sitio ideal para el turismo. Nunca dejará de ser lo bonita que es. El único que puede estropear Mallorca es el hombre, no la naturaleza.
- ¿Vas usted muy a menudo a la isla?
- Por desgracia voy menos de lo que me gustaría ir. Una vez cada trimestre y durante el verano.
- Echa de menos, desde Madrid, el mar que rodea su isla?
- Ayer, precisamente, oía por Radio Nacional la sinfonía titulada “Vox maris”, y me sentía absolutamente identificado. Comparaba este poema sinfónico con el libro de Baltasar Porcel “Murmullos del Mediterráneo”. Y veía la diferencia que hay entre voz y murmullo. La voz es más clara y nítida. Mientras que la palabra “murmullo” tiene una connotación negativa con algo desagradable... Echo mucho de menos el mar porque yo soy muy marinero y he nacido en él. Pero tengo la suerte de que España tiene tanta costa que lo puedo ver en mis frecuentes desplazamientos
- ¿En dónde le gustaría morir: en Madrid o en Mallorca?
- Tanto Mallorca como Madrid me parecen sitios maravillosos para morirse. Pero más que el lugar o el momento, me importa sobre todo morirme rodeado de quienes más quiero. Por supuesto, mi mujer, mis cuatro hijos y mi numerosa familia.
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